Nicolás Monardes, médico y botánico
Una de las características más llamativas de los humanistas del siglo XVI es, sin duda, el carácter polifacético de los mismos, polo completamente opuesto a la rabiosa superespecialización que tan omnipresente está en la ciencia actual; condición ésta que no se limitaba únicamente al carácter de sus conocimientos sino también, y esto es quizá mucho más importante, al espíritu abierto de estos humanistas ante las distintas ramas del saber de su época. Dentro de este contexto los humanistas españoles fueron dignos émulos de sus contemporáneos europeos aunque, lamentablemente, sus esfuerzos no vendrían a tener en muchos casos la deseable continuidad dado que los espesos vientos de la Contrarreforma vinieron a acabar casi de raíz con la libertad de pensamiento que hubiera sido necesaria para que el humanismo arraigara definitivamente en nuestro país.
Es quizá por esta razón por la que una gran parte de los humanistas españoles resultan ser prácticamente desconocidos en su propio país a pesar de sus en muchas ocasiones inmejorables méritos; es de justicia, pues, dedicarles un recuerdo siquiera somero y en especial a aquéllos que, por tener vinculación con Alcalá, forman parte de la historia de nuestra ciudad. Éste es el caso, entre otros muchos, de Nicolás Monardes, un médico y botánico sevillano que cursó parte de sus estudios en la universidad alcalaína. Repasemos, pues, brevemente su interesante biografía.
Nicolás Bautista Monardes y Alfaro nació en Sevilla en un año indeterminado que oscila, según los distintos autores, entre 1493 y 1512. Puesto que Monardes falleció el 10 de octubre de 1588, habría contado con 95 años en el primer caso y 76 en el segundo; considerando que la esperanza de vida en la España del siglo XVI era muy inferior a la actual, resulta más verosímil inclinarse por la segunda de estas fechas, aunque en un documento fechado en 1587 el propio Monardes declara haber rebasado los ochenta años de edad.
Hijo de un impresor genovés avecindado en Sevilla y sevillano por su rama materna, Monardes cursaría estudios de medicina... Momento en el que nos encontramos de nuevo con discrepancias por parte de sus biógrafos. Así, algunos de ellos afirman que nuestro personaje cursó la totalidad de sus estudios en su ciudad natal; la mayor parte de ellos, por el contrario, hacen a Monardes graduarse como bachiller -título que entonces correspondía a un grado universitario- en Alcalá primero en artes y filología en 1530 y posteriormente en medicina en 1533. El título de doctor en medicina lo recibiría sin embargo en Sevilla en 1547. En la universidad de Alcalá recibiría la influencia de Elio Antonio de Nebrija aunque no llegó a asistir a sus clases, lo que haría de Monardes un humanista.
Terminados sus estudios Monardes residiría hasta su muerte en la ciudad de Sevilla, donde ejerció la medicina alcanzando un gran renombre entre sus contemporáneos, tanto españoles como extranjeros, de los que recibió alabanzas de todo tipo. Índice de su prestigio es el hecho de haber sido médico personal de figuras tan importantes como la duquesa de Béjar, el arzobispo de Sevilla don Cristóbal de Rojas y Sandoval o el duque de Alcalá. Asimismo sería uno de los primeros médicos europeos que describieron la angina gangrenosa o diftérica. De su vocación da cumplida idea el hecho de que continuara ejerciendo la medicina prácticamente hasta su muerte a pesar de ser poseedor de una cuantiosa fortuna que le permitía vivir con todo desahogo.
Lápida conmemorativa de
la calle Sierpes, en Sevilla
Pero si importante fue la labor de Monardes como médico, aún lo fue más como escritor, naturalista y botánico. Dedicado a actividades comerciales que fueron el origen de su fortuna, se aprovechó de esta circunstancia, y del hecho de que Sevilla fuera la puerta por la que entraban los productos americanos en España, para proveerse de productos originarios de América y en especial de plantas medicinales, de las que llegó a plantar un jardín botánico en su propia casa situada en la calle Sierpes, en pleno corazón del casco antiguo sevillano. Recurrió también a las colecciones y jardines que entonces existían en Sevilla, y tiene el mérito de haber descrito por vez primera varias especies vegetales originarias de América al tiempo que estudiaba minuciosamente otras tan conocidas como el tabaco, el maíz, la piña y el cacahuete entre otras. Fruto de este exhaustivo estudio es su obra más famosa, la Historia Medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que sirven en medicina; publicadas sus dos primeras partes en 1565 y 1569 respectivamente, serían completadas con la tercera, y reunidas las tres en una edición única, en 1574, la cual fue reimpresa en 1580, todavía en vida de Monardes, y reeditada en facsímil en 1988 con motivo de la conmemoración del cuarto centenario de su muerte.
No se acabó aquí la labor creadora de Monardes sino que se reflejó en numerosas obras muchas de las cuales alcanzaron varias ediciones -en total más de cuarenta- y traducciones al latín, el italiano, el francés, el inglés y el alemán, lo que redundó en un bien cimentado prestigio internacional del mismo. Sin pretensión de hacer una relación completa de las mismas, pueden citarse no obstante algunas de tema médico o farmacológico tales como De varios secretos y experimentos de medicina, Diálogo llamado pharmacodilosis (Sevilla, 1536), De Secanda Vena in pleuriti Inter Grecos et Arabes Concordia (Sevilla, 1539), Historia Medicinal (Sevilla, 1565) o Tratado del efecto de varias yerbas (1571) entre otras. Asimismo, fue el primero en dar a conocer en Europa a numerosas especies vegetales traídas de América, muchas de ellas de interés médico, y también se le recuerda en la historia de la ciencia por haber sido el primero en describir el fenómeno físico de la fluorescencia.
Dentro ya de las ciencias naturales, cabe destacar De Rosa et partibus eius (1540), un estudio sobre las rosas y los frutos cítricos, el Libro que trata de la nieve y sus propiedades... (1571 en su primera edición) o el Diálogo de las grandezas del Hierro y como es el mas escelente metal de todos... (1574), donde describe los principales yacimientos europeos y españoles así como las técnicas de labrado del hierro y el acero. Gracias a él se publicó también, en 1545 y prologada por el propio Monardes, la traducción de Sevillana Medicina, un manuscrito escrito en la baja edad media por el judío Juan de Aviñón en el cual se hace un estudio sanitario del clima, el aire y las aguas de la ciudad de Sevilla.
Al enviudar en 1577 profesó como sacerdote, aunque todavía llegó a tener una intervención destacada durante la epidemia de peste que se declaró en Sevilla entre 1580 y 1582. Falleció, como ya quedó dicho, en 1588, siendo enterrado en la iglesia del convento sevillano de San Leandro, donde se conserva su lápida mortuoria.
Su memoria quedó reconocida para la posteridad en el campo de la botánica merced al propio Linneo, el creador de la nomenclatura científica de las especies animales y vegetales, que bautizó con el nombre de monarda a un género de plantas labiadas, grupo al que pertenecen plantas tan conocidas como el tomillo, el romero, el espliego, la menta o el orégano. También dentro de la literatura brilla Monardes con luz propia al figurar en el Catálogo de Autoridades de la Lengua de la Real Academia Española.
Publicado el 23-2-1991, en el nº 1.229 de
Puerta de Madrid
Actualizado el 10-5-2013