Pregón de carnaval de 1991 *





Para leer el pregón de carnaval, era prerceptivo disfrazarse...



Alcalaínos:

Un año más han llegado los carnavales, las fiestas paganas por contraste con la austera y cristiana Cuaresma. Mucha polémica ha habido este año acerca de la conveniencia o no de suspenderlos; pero nuestro ayuntamiento ha decidido mantenerlos siguiendo un criterio que a mí me parece acertado y que por lo tanto aplaudo. Y es que la desgraciada guerra que en estos momentos se está librando en el Golfo Pérsico, tan desgraciada como cualquier otra de las muchas que han sacudido al planeta en estos últimos años, nada tiene que ver se mire como se mire con los legítimos deseos de diversión de los alcalaínos. Aún más, a mí me gustaría preguntar a los defensores de la suspensión por qué en este caso sí y en otros no... Porque si en algo se caracteriza nuestra sociedad es por la abundancia de conflictos y de injusticias, y no hace falta ir hasta el Golfo Pérsico para encontrarnos con unas situaciones criticables que aparecen sin salir de España y casi sin salir de nuestra casa por mucho que no aparezcan tanto en los periódicos.

Celebremos, pues, los carnavales y disfrutemos de nuestra legítima diversión con la mente puesta en un ideal que no nos debe abandonar jamás: El de un mundo justo y feliz. Luchemos, pues, en la medida de nuestras fuerzas contra la guerra como todo biennacido; pero hagámoslo contra la GUERRA con mayúsculas que es lo mismo que decir contra todas sin excepción y no sólo contra alguna hipócritamente elegida. Y luchemos también sin desmayo por erradicar la violencia cotidiana y la injusticia diaria en aras de una vida mejor para todos.

Pero volvamos al carnaval, que ya está bien de perorata. Tenemos ante nosotros un reto, el de recuperar unas fiestas estúpidamente prohibidas hace varias décadas en aras de una mojigatería que hoy se nos antoja ridícula. Eso sí, su desaparición fue tan radical en nuestra ciudad que hubo que partir virtualmente de cero cuando hace años se comenzó con la laboriosa tarea de recuperarlas. Lejanos están pues los tiempos que nos relatara Fernando Sancho, el inolvidable Luis Madrona, en sus Bagatelas con los desaparecidos bailes de Compadres y el posterior de la blusa, con el Tío Corvera, el alhiguí -el de con la mano no, con la boca sí- y el señor Melitón; pero los alcalaínos seguimos siendo en definitiva los mismos y nuestras legítimas ansias de diversión continúan siendo muy similares.

Por esta razón la labor del ayuntamiento ha sido fundamental pero, permitidme que os lo advierta, nada se logrará si a la postre los carnavales no consiguen arraigar en el seno de la sociedad de la que secularmente emanaron. Porque si han existido unas fiestas verdaderamente populares éstos han sido precisamente los carnavales, surgidos del pueblo y organizados siempre por éste al margen de todo tipo de autoridades que siempre los hubieron de ver con malos cuando no con peores ojos. Por ello, si queremos que los carnavales de Alcalá no se queden en una mascarada vacía tenemos que luchar para que los alcalaínos los podamos sentir como propios, como nuestros.

Divirtámonos, pues, y hagámoslo sin dejar títere con cabeza burlándonos de todo y de todos empezando claro está por nosotros mismos; porque la esencia misma de los carnavales es y ha sido siempre la irreverencia más descarada... Eso sí, teniendo siempre muy en cuenta que una cosa es ser irreverente y otra muy distinta, y por supuesto completamente criticable, es ser insultante.

Disfrutemos, insisto, pero siempre con la mirada puesta en no herir y en no ser crueles con nadie; divirtámonos con alegría aunque, eso sí respetando a todos... Y a todo, que poco placer puede encontrarse -si es que se encuentra alguno- destrozando farolas y papeleras o tronchando inocentes árboles. Poco nos dejas, puede que penséis alguno de vosotros; pero no es así sino al contrario puesto que una diversión sana acabará siendo a la larga mucho más gratificante que una gansada idiota o una gamberrada de mal gusto.

Pero como ya está bien de historias y mucho me temo que de seguir dándoos la tabarra vais a empezar a tirarme huevos de un momento a otro y sería una lástima estropear este traje de estudiante antiguo que me han prestado para la ocasión, voy a cortar aquí el rollo sin más que leyéndoos un corto fragmento del combate de don Carnal con doña Cuaresma, uno de los episodios del Libro del Buen Amor que escribiera nuestro ilustre paisano el arcipreste de Hita allá por la Edad Media; porque, como bien podréis comprobar, el carnaval es algo sumamente antiguo. Vayan, pues las estrofas:


Estas fueron las cartas, el testo é la glosa:
De nos, don Carnal, fuerte matador del toda cosa
A ti, Quaresma fraca, magra et vil sarnosa,
Non salud, mas sangría como á mala flemosa.

Bien sabes cómo somos tu mortal enemigo:
Enviamos nos á ti el Almuerso nuestro amigo,
Que por nos te lo diga, cómo seremos contigo,
De hoy en quatro días, que será el Domingo.


Eso es todo. Muchas gracias por vuestra asistencia y, ¡FELICES CARNAVALES!




* En los carnavales de 1991 fui el encargado de leer el pregón por gentileza de José Macías, entonces concejal de Festejos del ayuntamiento de Alcalá de Henares, publicándose el texto una semana más tarde en Puerta de Madrid.


Publicado el 16-2-1991, en el nº 1.228 de Puerta de Madrid
Actualizado el 30-11-2006