Sancho Panza, gobernador de Barataria





Rótulo de la calle de Cervantes en Alcalá de Ebro
Fotografía tomada de la página personal de Víctor Juan



Aunque las representaciones escultóricas del fiel escudero de don Quijote suelen ser bastante frecuentes, lo habitual es que el bueno de Sancho Panza aparezca siempre acompañando a su señor, tal como ocurre en el monumento alcalaíno o en el madrileño de la plaza de España. Mucho menos frecuente es encontrarnos con él en solitario, dado que su condición de acompañante -o de secundario, por usar un símil cinematográfico- no se presta demasiado a brindarle protagonismo.

Sin embargo, hay un episodio del Quijote en el que Sancho Panza brilla con luz propia, el de la Ínsula Barataria en la que los duques anfitriones del Caballero de la Triste Figura, por burlarse de él, fingen nombrar a Sancho gobernador de una posesión suya, la ficticia ínsula de este nombre. No es ésta la ocasión para relatar en detalle este episodio, por lo demás sobradamente conocido, sino para aprovecharnos de este protagonismo sanchopancesco dado que, gracias a él, podemos disponer de al menos dos esculturas dedicadas a este personaje en solitario, sin la tutela de su inseparable amo.

La primera de ellas se encuentra en la localidad aragonesa de Alcalá de Ebro, una pequeña villa de unos trescientos habitantes situada sobre un meandro del Ebro, a 34 kilómetros aguas arriba de Zaragoza. Su ubicación sobre una península -es decir, casi una ínsula- junto al Ebro, y su cercanía -apenas tres kilómetros- a la villa de Pedrola, donde se alza el palacio de los duques de Villahermosa, una de las principales casas nobiliarias aragonesas, junto a las descripciones que da Cervantes en la segunda parte del Quijote, han hecho que tradicionalmente se identifique este lugar con la imaginaria Ínsula Barataria, de lo cual los naturales de Alcalá de Ebro se muestran harto orgullosos.




Escultura de Sancho Panza
Fotografía tomada de www.pueblos-espana.org


Razones para creer que Cervantes se inspiró en este lugar no faltan, puesto que se cree que en su época de paje del cardenal Acquaviva, allá por el año 1568, Cervantes se hospedó, junto con el resto del séquito del prelado, en el vecino palacio ducal camino de Italia, por lo que cabe pensar que cuando muchos años después, ya en las postrimerías de su vida, al escribir la segunda parte del Quijote aprovecharía estos recuerdos juveniles para ambientar allí el episodio de Sancho gobernador.




Escultura de Sancho Panza (detalle)
Fotografía tomada de www.tankee.org


Sea o no cierta esta hipótesis, si non è vero, è ben trovato. Y desde luego, no seré yo quien dispute a Alcalá de Ebro esta primacía. Pero vayamos al grano. Las reminiscencias cervantinas de esa villa aragonesa se centran en una lápida conmemorativa adosada a la fachada del ayuntamiento, una calle y un colegio bautizados con el nombre del escritor alcalaíno y, tal como he comentado, una escultura dedicada a Sancho gobernador. No he podido conseguir ninguna fotografía de la lápida aunque sí, husmeando por internet, del rótulo de la calle y de la citada escultura, ubicada a orillas del Ebro, en la cual, como se puede apreciar en la fotografía, aparece un Sancho Panza sedente y en actitud reflexiva, diríase que reflexionando sobre las responsabilidades de su cargo. Carezco de datos sobre esta estatua, aunque confío poder conseguirlos en un futuro.




Playa de Matalascañas. Escultura de Sancho Panza
Fotografía de José García Merino


Y de Alcalá de Ebro al otro extremo de España, concretamente a la playa de Matalascañas, junto a la aldea del Rocío, en la provincia de Huelva. También aquí Sancho aparece como gobernador de la Ínsula de Barataria, y asimismo lo encontramos sentado, aunque en esta ocasión más que reflexionando parece estar atendiendo a los requerimientos de sus vasallos. Gracias a la firma del pie de la escultura podemos saber que el autor de la misma es un tal Antonio R. S., y que la fecha de su erección fue el año 1986. Nada más puedo añadir al respecto salvo que, a diferencia de su compañera aragonesa, en este caso desconozco por completo cuales fueron los motivos que impulsaron su erección, dado que ni don Quijote ni su escudero anduvieron que yo sepa por el Coto de Doñana. En cualquier caso poco importa esto, dada la inmortalidad de la obra de Cervantes.


Publicado el 12-7-2007