Las estatuas de Don Quijote y Sancho Panza de Getafe





Fotografía tomada de www.comiendopipas.com



De todas las poblaciones del sur del área metropolitana de Madrid, Getafe es sin duda la que cuenta con un mayor acervo histórico y cultural, siendo también la elegida, a la par que Alcalá, como sede de una de las dos nuevas diócesis que en 1991 se segregaron de la madrileña. Es sede también de un histórico aeródromo militar, de uno de los cuatro campus de la Universidad Carlos III, que en ella tiene su rectorado, y asimismo pertenecen a su municipio el santuario del Cerro de los Ángeles y la pedanía de Perales del Río, cuya parroquia está consagrada a los Santos Niños.

Actualmente cuenta Getafe con una población de 176.000 habitantes, unos 20.000 menos que Alcalá, lo que le convierte, excluida la capital, en la cuarta población más populosa tras Móstoles, Alcalá, Fuenlabrada y Leganés, rebasando por poco a Alcorcón. Pero como lo que cuenta en definitiva no es la cantidad, sino la calidad, conviene recordar que Getafe tuvo la suerte de contar entre 1983 y 2011 con un alcalde, Pedro Castro, que en sus siete mandatos consecutivos logró muchas de las mejoras que los sucesivos alcaldes complutenses no consiguieron, o ni tan siquiera se molestaron en conseguir, para Alcalá, empezando por el soterramiento de la línea de ferrocarril que partía su casco urbano en dos.

Centrémonos, no obstante, en el objetivo de este artículo, que no es otro que el de recordar las estatuas de Don Quijote y Sancho Panza que se conservan en la localidad, concretamente en el parque de Castilla la Mancha. Este parque, de forma aproximadamente triangular, está situado al norte del casco urbano, junto al campus universitario, y el único dato que he podido encontrar sobre él fue que en 2015 fue sometido a obras de remodelación y ampliación.

Aparte de ello dispongo de unas fotografías descargadas de distintas páginas de internet, y gracias a las fotografías aéreas de Google Maps he podido fijar su ubicación en el centro de una plazoleta situada en las cercanías de la avenida de don Juan de Borbón.

Ciertamente podría haberlo visitado, ya que no me queda tan lejos, pero me ha refrenado el hecho de que en varias de estas fotografías tanto las dos estatuas como el pedestal aparecían completamente recubiertas de pintura, víctimas de ese vandalismo cerril que algunos pretenden identificar con el arte del grafiti. Y como por fortuna encontré una fotografía en la que las estatuas aparecían limpias y no quería correr el riesgo de llevarme un disgusto después de ir ex profeso, opté por conformarme con ésta.

Tal como puede apreciarse ambas figuras, representadas de pie, están realizadas en chapa de hierro y colocadas sobre un pedestal prismático de hormigón. Don Quijote porta escudo, lanza y la famosa bacía de barbero a guisa de yelmo de Mambrino, mientras el orondo escudero apoya las manos en el cinturón. Tanto el chaleco de Sancho como la cota de don Quijote están realizados de manera minuciosa, mientras los gregüescos -calzones cortos acuchillados y abombachados típicos de la indumentaria de la época- del hidalgo fueron reproducidos con un conjunto de pletinas que dan una imagen bastante fidedigna de la prenda real. Los rostros, por último, están tan sólo esbozados, lo que les convierte a mi modo de ver en los elementos menos logrados de todo el conjunto.

Y eso es todo lo que puedo decir, ya que ni en las páginas locales de Getafe que he consultado, ni tampoco en las específicas dedicadas a las esculturas urbanas, he podido encontrar ni el nombre del autor ni el año de su erección, lo cual, unido a su deplorable estado de conservación, me hace temer que no ha debido ser objeto de demasiado interés por parte del ayuntamiento getafeño.

Confío, eso sí, en que al menos la mantengan limpia de pintadas.


Publicado el 22-12-2017