El Camarmilla





Resulta curioso observar cómo, a pesar de estar habituados a muchas cosas que son normales en nuestra vida, ignoramos mucho de ellas hasta el punto de no saber responder a preguntas aparentemente sencillas. Éste es el caso, entre muchos, de nuestros ríos. Todo el mundo sabe que por Alcalá pasa el Henares y que sus afluentes Camarmilla, Bañuelos y Torote riegan el término municipal de Alcalá; pero poco más. Es difícil encontrar una persona que nos diga donde nace el Henares, que sepa enumerar sus principales afluentes o que nos diga cuantos kilómetros de recorrido tiene el Torote.

De todos es sabido mi interés por los ríos de nuestra cuenca hidrográfica, interés que quiero que se vea reflejado en varios artículos sobre nuestros ríos, tema éste que por lo que yo sé no ha abordado nadie hasta el momento. Tema, por otro lado, interesante y curioso. Y voy a comenzar la serie con un arroyo muy conocido por los alcalaínos: el Camarmilla.

Este arroyo, que nace en la provincia de Guadalajara para morir en la de Madrid, tiene su origen a 740 metros de altitud, al norte de la localidad de Torrejón del Rey, por la unión de dos corrientes denominadas Primera y Segunda Arroyadas, ambas de aguas temporales. Su cabecera no es, pues, serrana, sino que tiene lugar en las faldas de varios cerros o pequeños promontorios de unos 800 metros de altitud: El Diablo, Cerro Alajarosa, Cerro Albalate, etc.

En realidad éste no era su lugar de nacimiento original, ya que hasta hace unos 75.000 años su origen se encontraba mucho más al norte, en las proximidades de Fuentelahiguera de Albatages, siendo entonces su caudal mucho mayor que el actual. Lo que ocurrió fue que, en las proximidades de su actual nacimiento, se produjo una captura fluvial por parte del cercano Torote, que convirtió en afluente suyo -el actual arroyo Valtajar- al que hasta entonces había sido el curso alto del antiguo Camarmilla1.

Una vez formado el Camarmilla, todavía con régimen de aguas temporales, adopta la dirección sur pasando por el ya citado pueblo de Torrejón del Rey. Abandona la provincia de Guadalajara para penetrar en la de Madrid (y en el partido judicial de Alcalá de Henares) por el término municipal de Valdeavero, el cual atraviesa en toda su longitud, bañando también al pueblo. Penetra luego en el término municipal de Camarma de Esteruelas, de donde toma el nombre, y es al norte de éste, en el lugar denominado Camarma del Caño, donde recoge varias corrientes de agua que le dan a su caudal el carácter de régimen permanente que no perderá ya hasta su desembocadura... siempre, claro está, que no apriete demasiado la sequía.




El Camarmilla a su paso por el barrio alcalaíno del Chorrillo


Tras pasar por el casco urbano de Camarma de Esteruelas abandona el término municipal de este nombre penetrando en el de Alcalá de Henares en dirección sur, siguiendo un curso paralelo a la carretera local de Alcalá de Henares a Camarma de Esteruelas y Torrejón del Rey. A la entrada de la ciudad, tras dejar a su izquierda el barrio de Espartales, el Camarmilla adopta la dirección suroeste cruzando sucesivamente la carretera de Camarma, la antigua de Daganzo y la de Ajalvir, sirviendo de límite norte y noroeste al casco urbano de nuestra ciudad, al cual bordea dejando a su derecha el barrio de la Garena y los polígonos industriales de la antigua carretera de Madrid. Pasa luego por la parte trasera del cementerio municipal y cruza la vía de ferrocarril y la carretera nacional II para, tras limitar por el oeste a las viviendas del complutense barrio del Pilar, desembocar en el Henares por su margen derecha en el paraje conocido como El Juncal, justo al lado de la variante de la carretera M-300, aguas abajo de la presa de las Armas. El total de su curso es de 19 kilómetros de los cuales los 11 últimos, entre Camarma del Caño y la desembocadura, son, salvo en períodos de fuerte estiaje, de caudal permanente.

Su cuenca, comprendida entre la del arroyo de las Monjas y las de los existentes en la zona de Meco y Azuqueca de Henares por un lado, y las del río Torote y el arroyo Bañuelos por el otro, es reducida y abarca 90 km2, una extensión ligeramente superior a los 88 km2 del término municipal complutense. El valle, por el contrario, es bastante amplio, siendo aprovechado para cultivos de secano.

Su red de afluentes es, como cabía esperarse, pequeña en número y en importancia, siendo todos ellos cauces de corto recorrido y normalmente de aguas temporales. Además de las ya nombradas Primera y Segunda Arroyadas merecen citarse el arroyo de la Dehesa Nueva, nacido en el término de Valdeaveruelo (Guadalajara), que le desagua por la izquierda junto a Torrejón del Rey; el arroyo de la Morcuera, procedente del sur de Usanos (municipio de Guadalajara), que tras pasar por Valdeaveruelo se le une por la izquierda en las proximidades de Valdeavero; el arroyo de la Royada, afluente por la derecha junto al límite de los términos municipales de Valdeavero y Camarma de Esteruelas; el arroyo de Valdegatos, nacido en las faldas del cerro del Tío Churro, al noroeste del término municipal de Meco que, tras un recorrido de 6 km. por el barranco existente entre Meco y Camarma, desemboca en el Camarmilla por la margen izquierda en las proximidades de esta última localidad, y por último, más al sur recibe las aguas del arroyo de Valmedianillo, afluente por la margen derecha.

La instalación de un alto número de industrias tanto en Camarma como en el norte y noroeste del término municipal de Alcalá de Henares provocó una fuerte contaminación en el curso bajo de este arroyo, lo que condujo a la extinción total de la fauna de sus aguas y a la creación de importantes molestias a los barrios de Alcalá colindantes con su cauce. El problema se solucionó tras la construcción, en la década de 1980, de un colector que, paralelo a su curso, conduce las aguas residuales hasta la depuradora de residuos industriales situada poco antes de la desembocadura del Torote, lo que permitió que el Camarmilla volviera a correr limpio.




El Camarmilla a su paso por el parque de Espartales


Durante los años de gran crecimiento de Alcalá el Camarmilla fue muy maltratado en su tramo final, ya que tanto los edificios del barrio del Chorrillo como los polígonos industriales de las márgenes de la antigua carretera Nacional II se ciñeron tanto al cauce que apenas si dejaron espacio para un estrecho corredor que a duras penas respetaba la servidumbre pública marcada por la ley. No fue sino hasta ya iniciado el nuevo siglo cuando en las zonas todavía sin urbanizar como la lindante con el barrio de Espartales, la comprendida entre las carreteras de Daganzo y Ajalvir y la trasera del cementerio, se construyeron varios parques en torno a sus márgenes, aunque en algunos casos como el de Espartales, donde el bosque de ribera se había preservado en muy buen estado de conservación, la intervención en las riberas resultó claramente excesiva.

Pese a lo exiguo de su caudal, entre 1974 y 1990 el Camarmilla contó con una estación de aforo propia, bautizada con el nombre de Rinconada. Estaba situada al final del camino del Juncal, justo antes de su desembocadura en el Henares, y desconozco las razones de su cierre después de tan sólo quince años de funcionamiento. Durante algún tiempo sospeché que pudiera haber tenido que ver con la construcción de la variante de la carretera M-300 que discurre paralela al Henares y pasa justo por encima de la desembocadura, pero la estación de aforo no estaba en el lugar que ocupó la nueva carretera sino a varias decenas de metros curso arriba; de hecho, la antigua estructura de hormigón todavía permanece allí, aunque abandonada y con la caseta de registro desmontada.

Aunque no son muchos los datos de que disponemos, máxime teniendo en cuenta que en varios de estos quince años los registros son incompletos, resulta interesante cotejar los caudales del Camarmilla durante este período. Aunque éste, a diferencia del Henares, no ha sufrido modificaciones significativas en su curso, sí cabe reseñar que hacia finales de la década de 1980 se construyó un colector que recogía todos los vertidos que anteriormente desaguaban en el arroyo, lo cual a la par que supuso una mejora notable en la calidad de sus otrora contaminadas aguas, cabe pensar que provocara también una disminución notable en la cantidad acarreada. En cualquier caso, y dado que la serie termina en el año hidrológico 1990-1991, no nos es posible cuantificar la importancia de este factor.

Veamos en primer lugar los valores medios de caudal, calculados anual y mensualmente, en metros cúbicos por segundo:


Caudal medio anual 0,04 Caudal máximo mensual 0,12
Caudal máximo anual 0,12 Caudal mínimo mensual 0,00
Caudal mínimo anual 0,01 Caudal medio mensual 0,04

Si comparamos estos datos con los del Torote vemos que el caudal medio anual de éste es de aproximadamente diez veces el del Camarmilla, lo que nos da una idea de la importancia relativa de ambos afluentes del Henares. También podemos apreciar que, aunque no resulte infrecuente que el Camarmilla se seque algunos veranos, esto no ocurre habitualmente durante el resto del año, ya que el caudal mínimo anual, aunque exiguo, es mayor que cero.

Hagamos ahora un desglose por meses de los caudales medios mensuales, también en metros cúbicos por segundo:


Octubre 0,02 Abril 0,06
Noviembre 0,03 Mayo 0,04
Diciembre 0,04 Junio 0,03
Enero 0,06 Julio 0,02
Febrero 0,08 Agosto 0,02
Marzo 0,07 Septiembre 0,02

Como era de esperar el período de mayor caudal es el comprendido entre enero y abril, con un máximo en febrero, lo que indica que el caudal del Camarmilla se nutre esencialmente de las lluvias.

Pasemos a estudiar de una manera más completa los datos extraídos de las estadísticas de la estación de aforo. En la siguiente tabla vienen reflejados, para cada año hidrológico, cuatro parámetros diferentes: la aportación anual, es decir, la cantidad total de agua arrastrada por el Camarmilla a lo largo de todo un año; el caudal medio anual, que no es sino la cantidad anterior dividida por el número de segundos que hay en un año; el caudal máximo diario y el caudal máximo instantáneo, siempre referidos a metros cúbicos por segundo excepto la aportación anual, que viene reflejada en hectómetros cúbicos, es decir, en millones de metros cúbicos.

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Veamos primero la gráfica correspondiente a la aportación en hectómetros cúbicos anuales; al tratarse de unas cantidades tan reducidas es preferible manejar ésta a la del caudal medio anual, que tan sólo se diferencia de ella en un factor de escala.



Como se puede apreciar, siendo de lamentar que el intervalo de datos sea tan reducido, nos encontramos con un pico de caudal -o de aportación- entre los años 1976-77 y 1978-79, con un máximo en 1977 de casi 4 Hm3 equivalente a un caudal medio anual de 0,12 m3/s, una cantidad notable para nuestro modesto arroyo teniendo en cuenta que la media -línea discontinua roja- es de tan sólo 1,36 Hm3 y los valores de la década de 1980 muy inferiores incluso a la media, rondando en promedio los 0,60 Hm3. Si lo comparamos con los datos del Henares, de los que poseemos una serie mucho más completa, vemos que fueron tres años bastante lluviosos a los que siguió una etapa mucho más seca.



La curva del caudal máximo diario presenta una forma similar a la anterior, con un máximo muy marcado hacia la segunda mitad de la década de 1970 que alcanzó su valor más elevado, concretamente la respetable cantidad de 1,31 m3/s, el 3 de marzo de 1978. No obstante las cantidades medidas durante la posterior década de 1980 fueron muy inferiores incluso a la media de todo el período, establecida en 0,32 m3/s.



Por último, al estudiar los caudales máximos instantáneos nos encontramos con que la ya comentada carencia de datos se ve incrementada todavía más al faltar en esta ocasión, además de los anteriores, los valores correspondientes a otros cinco años, entre ellos los de 1977-78 y 1978-79, pertenecientes al ciclo húmedo de la década de 1970. La gráfica, pues, resulta muy incompleta aunque en general sigue una pauta similar a las de las anteriores, con un valor máximo de 1,28 m3/s registrado el 31 de diciembre de 1976. En cuanto a la media, ésta quedó fijada en 0,39 m3/s.

Para terminar conviene no olvidar que, pese a su modestia, el Camarmilla ha dado más de un disgusto a Alcalá, hasta el punto de que varias de las mayores riadas históricas sufridas por la ciudad fueron causadas no por el Henares, sino por su modesto tributario. Téngase en cuenta que, a diferencia del Henares, el Camarmilla rodea a la ciudad por el norte a una cota relativamente elevada, lo que hacía posible que sus aguas desbordadas pudieran anegar la zona hoy ocupada por el barrio del Chorrillo y posteriormente, bajando por el actual paseo de los Pinos, llegar hasta la margen norte de las murallas, inundando barrios a los que nunca afectaron las riadas del Henares, las cuales nunca llegaron a rebasar la esquina de la plaza de Cervantes con la calle de los Colegios.




Inusitado aspecto del Camarmilla en diciembre de 1996, en el transcurso de una crecida


Yo mismo recuerdo un desbordamiento del Camarmilla, cuyas aguas quedaron detenidas por la cuneta de la vía a la altura del paseo de los Pinos; de no haber sido así, habrían inundado el parque O’Donnell y, probablemente, la zona de la calle de San Bernardo. Lamentablemente no puedo precisar la fecha de esta riada, salvo que fue en la década de 1970 sin que me resulte posible recordar si correspondió al período comprendido entre 1976 y 1979 durante el cual, como ya ha sido comentado, el Camarmilla acarreó una cantidad inusual de agua o si, por el contrario, ésta hubiera podido tener lugar a principios de la década, con anterioridad a la entrada en funcionamiento en 1974 de la estación de aforo. Asimismo cuento con una fotografía que tomé en diciembre de 1996 en el Juncal, justo antes de su desembocadura, en el momento en el que arrastraba una inusitada cantidad de agua. Lamentablemente para entonces la estación de aforo, que aparece en mitad del curso, ya no estaba operativa, por lo que no disponemos de datos de la misma.

En cualquier caso, lo cierto es que el Camarmilla continúa estando sin regular, por lo que el riesgo de posibles riadas sigue siendo el mismo de siempre, con el agravante de que durante estas últimas décadas los edificios del barrio del Chorrillo se acercaron hasta el límite mismo de su cauce, por lo que las consecuencias serían ahora bastante peores. Asimismo la solución que se dio al cruce de la variante de la M-300 sobre su cauce, justo antes de la desembocadura, no fue en modo alguno la más adecuada, ya que en vez de construir un puente se limitaron a entubar el arroyo. Esperemos, pues, que el habitualmente modesto Camarmilla no nos vuelva a dar otro disgusto.




1 Ver: Cuando el Torote capturó al Camarmilla
Alcalá de no sólo Henares (I). El Camarmilla


Publicado el 26-5-1984, en el nº 902 de Puerta de Madrid
Actualizado el 21-10-2016