La presencia de san Diego en Murcia





Plano del casco antiguo de Murcia. Arriba a la izquierda, en rojo, ubicación aproximada del antiguo convento de San Diego
Mapa original tomado de la página web del Ayuntamiento de Murcia



En la provincia de Murcia, al igual que en todo el sur peninsular, abundan los templos y otras instituciones vinculados a san Diego, encontrándose su presencia en poblaciones como Cartagena, Lorca -su iglesia fue noticia a causa de los daños sufridos en el terremoto de 2011-, Yecla o Almendricos, de la que es el patrón. Sin embargo no ocurre lo mismo con la capital, al menos en una primera aproximación, aunque basta con rastrear en su historia y en su patrimonio artístico para descubrir que san Diego también estuvo y sigue estando todavía hoy presente en Murcia.

El origen de su culto en Murcia tuvo lugar, tal como relata el cronista oficial Antonio Pérez Crespo1, en un convento de franciscanos descalzos fundado no sin dificultades -tropezaron con la férrea oposición de las congregaciones franciscanas, pertenecientes a otras ramas de la orden- extramuros de la ciudad, primero en 1598 como una pequeña ermita consagrada a san Roque y de forma definitiva, algunos años después, en la vecina de San Lázaro, en torno a la cual se vertebró la comunidad de los Diegos, tal como fueron denominados popularmente.

El convento estaba situado en una zona de huertas al noroeste de la ciudad, en las proximidades del antiguo arrabal del Arrixaca, y logró sobrevivir a diversos avatares, incluyendo alguna que otra devastadora riada, hasta que su estado ruinoso le dio la puntilla a principios del siglo XIX. Desaparecida la comunidad religiosa el edificio fue demolido en 1836, construyéndose sobre su solar la Fábrica de la Seda, desaparecida a su vez en 1968. Actualmente se ubica en este lugar el denominado parque de la Seda, cercano al Museo Salzillo.

Tras el cierre del convento sus imágenes, casi todas de Salzillo, fueron llevadas según Antonio Pérez Crespo a la vecina parroquia de San Andrés que, por estar también ruinoso su templo, fue trasladada a su vez en 1887 a la iglesia del antiguo convento de San Agustín, frontera con la iglesia de Jesús perteneciente en la actualidad al Museo Salzillo, donde todavía hoy continúa. Lamentablemente no conseguí encontrar esta última iglesia abierta, por lo que no me fue posible rastrear la posible existencia en ella de iconografía dedicada a san Diego.




Imagen de San Diego del convento de las clarisas
Fotografía de José Prieto


Mi visita al convento de las Clarisas tampoco rindió el menor fruto, dado que ni en la iglesia ni en el museo encontré el menor vestigio de nuestro santo. Más tarde sabría que sí existía una imagen; pero por encontrarse en restauración, ésta no estaba entonces en el convento. Gracias a don José Prieto, el gran estudioso de la iconografía de san Diego, pude disponer de una fotografía suya, en la que se aprecia a modo de curiosidad un san Diego con barba -habitualmente se le suele representar lampiño- y con un rostro que se aleja asimismo de su representación más habitual Aunque en la mano derecha sostiene un crucifijo, faltan también las flores con las que suele aparecer sujetándolas en el regazo del hábito, en alusión a su famoso milagro.


Dos vistas del cuadro de la capilla del Cristo del Milagro
Izquierda, fotografía de José Prieto. Derecha, fotografía tomada del blog miroalicocarmesi.blogspot.com.es


Tampoco encontré nada en la catedral, ya que me pasó completamente inadvertido el cuadro que se conserva en la capilla Santo Cristo del Milagro. En mi descargo he de decir que se trata de una representación iconográfica tan poco habitual que, de no estar sobre aviso, resulta fácil no percatarse de ello, siendo también don José Prieto quien me puso sobre aviso. Esta capilla es la segunda del lado de la Epístola -el derecho- empezando a contar desde los pies de la catedral, y según la página de Santiago Andreu Carmona Visita virtual de la Catedral de Murcia el retablo, de estilo neoclásico, está presidido por un cuadro de principios del siglo XIX que representa al Cristo del Milagro flanqueado por san Jerónimo y san Diego que, arrodillados, lo veneran. Aunque este anacronismo, variante del tradicional calvario cambiando a la Virgen y a san Juan por santos cronológicamente muy posteriores, es bastante habitual en el arte español, por lo general los personajes representados suelen ser santos muy significados en la historia de la Iglesia como san Jerónimo, san Bernardo, santo Domingo y, sobre todo, san Francisco abrazando a Cristo crucificado; pero no san Diego, razón por la que no deja de ser excepcional esta representación tan alejada de su iconografía tradicional.

Sin embargo, donde menos lo esperaba saltó la liebre. La iglesia de la Merced es un interesante templo provisto de una monumental fachada barroca, único resto que se conserva, junto con el claustro, del primitivo convento de esta orden religiosa cuyo solar está hoy ocupado por la contigua facultad de Derecho de la Universidad de Murcia. La iglesia, desamortizada en 1835, pasó por diversos avatares hasta que, tras la Guerra Civil, fue cedida a los franciscanos, que la siguen regentando en la actualidad.


Imagen de san Diego de la iglesia de la Merced


Pero yo todavía ignoraba este último dato cuando entré en ella topándome en la primera de las capillas del lado del Evangelio, o de la izquierda, con una imagen de san Diego representado con su inconfundible iconografía habitual, el crucifijo en la mano derecha y el hábito recogido sosteniendo las flores.



Cuadro de san Diego de la iglesia de la Merced


Y no fue eso todo, ya que en la capilla situada justo enfrente encontré un cuadro también alusivo al milagro de las flores.



Pintura mural de san Diego de la iglesia de la Merced


Lo que sí pasé por alto, y aquí sí que no tengo disculpa alguna, fue la pintura mural existente en las bóvedas del crucero representando, asimismo, el milagro de las flores. Una vez más fue don José Prieto quien me proporcionó la fotografía que completa el programa iconográfico de nuestro santo en esta iglesia murciana.

Al llegar a este punto surge la inevitable pregunta: ¿podrían proceder ambos objetos, imagen y cuadro, del desaparecido convento? En el caso de la primera la respuesta es negativa puesto que resulta evidente su modernidad, pudiendo proceder, posiblemente, del relativamente reciente asentamiento de los franciscanos en el templo, al igual que, según todos los indicios, la pintura mural.

La cuestión resulta ser más peliaguda en el caso del cuadro, ya que éste es de estilo barroco y claramente antiguo, y por lo tanto contemporáneo del cenobio. Puesto que entre la clausura del convento y la llegada de los franciscanos a la iglesia de la Merced transcurrió aproximadamente un siglo, se trata de demasiado tiempo para pensar en un simple traslado de uno a otro lugar, máxime si tenemos en cuenta que, según las crónicas locales, desde 1835 hasta principios del siglo XX esta iglesia estuvo desacralizada.

Está claro, pues, que el cuadro tuvo que venir de algún otro sitio traído probablemente por los propios franciscanos, pero ¿de dónde? Lamentablemente las diversas guías que he consultado no hacen la menor alusión al mismo, y tampoco dispongo del menor indicio que pudiera hacernos suponer que hubiera llegado del propio convento vía parroquia de San Andrés, una carambola por lo demás bastante forzada. Así pues nos queda la incógnita de su origen.

Por último, y en lo que respecta al callejero, existe una calle dedicada a san Diego en las proximidades del citado parque de la Seda, y también hay otra en la vecina pedanía de El Palmar, situada a unos 5 kilómetros de distancia de la capital.




1 La ermita y el convento de San Diego.


Publicado el 2-4-2013
Actualizado el 21-9-2015