Un cuadro de san Diego pintado por Luis Tristán





San Diego de Alcalá, de Luis Tristán Escamilla
Fotografía tomada de www.foroxerbar.com



Luis Tristán Escamilla, nacido en Toledo en 1585 y fallecido en esta misma ciudad en 1624, fue el principal discípulo de El Greco, cuyo estilo asimiló de tal manera que algunos de sus primeros cuadros llegaron a ser confundidos por los expertos con los de su mentor, aunque no llegó a estilizar las figuras de una manera tan marcada y posteriormente fue evolucionando desde el manierismo hacia el tenebrismo, siguiendo las pautas de Caravaggio, hacia un estilo más personal.

Como tantos otros pintores de su época, la mayor parte de sus cuadros son de temática religiosa. Entre ellos se cuentan San Pedro y san Francisco (Palacio de Riofrío), Las lágrimas de san Pedro (Museo Nacional de Poznan), La Santa Trinidad (Catedral de Sevilla), San Luis repartiendo limosna (Museo del Louvre), María Magdalena, San Pedro de Alcántara y La última cena (Museo del Prado), La ronda del pan y del huevo (Museo de Santa Cruz, Toledo) y los retratos de Lope de Vega (Museo del Hermitage) y del cardenal Bernardo de Sandoval (Catedral de Toledo).

En el Museo de Bellas Artes de Sevilla se conservan cuatro tondos -pinturas de formato circular- de 78 centímetros de diámetro que representan a san Antonio de Padua, san Bernardino de Siena, san Diego de Alcalá y san Luis de Tolosa, todos ellos santos franciscanos. Debo esta información a la excelente página de arte Foro Xerbar, ya que cuando yo visité este museo no vi el cuadro de san Diego y mis búsquedas por internet no me han aportado grandes hallazgos.

Sorprendentemente en el catálogo de este museo tan sólo están reseñados los tres cuadros restantes, pese a que el inventario de 1985 cita a “Cuatro óvalos con cabezas de santos” datados en 1600-1632. En la actualidad están atribuidos a Tristán, aunque en su momento algunos investigadores propusieron como autor al sevillano Francisco de Herrera, o incluso los catalogaron como anónimos. No obstante, la autoría de Tristán encaja mal con su clasificación dentro de la escuela barroca sevillana, dado que este pintor trabajó en Toledo y su zona, salvo unos años en los que se trasladó a Italia, pero no en Andalucía.

En cuanto a su procedencia, las fichas proponen dos posibles orígenes: la iglesia del Colegio de San Buenaventura y, más recientemente, el convento de San Francisco, ambos de Sevilla. El Colegio de San Buenaventura, como su nombre indica, fue un centro de enseñanza regentado por los franciscanos fundado en 1600 y desamortizado en 1835. En la actualidad se conserva la iglesia, aunque despojada de la mayor parte de su patrimonio original. El convento de San Francisco, por su parte, fue fundado poco después de la reconquista de la ciudad en 1248, y llegó a alcanzar una gran importancia que no le libró ni de los saqueos por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia ni de su desamortización en 1835. Años después fue demolido, trazándose sobre su solar la actual Plaza Nueva. Lo único que se conserva de la iglesia es la capilla de San Onofre, aunque uno de sus cuadros -San Diego de Alcalá dando comida a los pobres- acabó recalando en la Real Academia de Bellas Artes de Madrid.

Fuera uno u otro su origen, la forma y el tamaño algo inferior a un metro de los cuadros, así como su número, hacen pensar que hubieran podido estar ubicados originalmente en las pechinas de una cúpula, tal como solía ser habitual en la época barroca.

Tristán representó a san Diego en busto, con las manos cruzadas y actitud orante mirando a la cruz que sostiene en la mano derecha, mientras los ojos cerrados sugieren una profunda concentración que le aísla del exterior. Esto es todo lo que puedo decir acerca de un cuadro que, pese a ser poco conocido, resulta de gran interés dentro de la amplia iconografía de san Diego.


Publicado el 13-6-2017