La Semana Santa de Cartagena





Cuando hace dos años visité la Semana Santa de Murcia, me planteé la conveniencia de conocer también la otra gran Semana Santa de la antigua provincia -hoy comunidad autónoma- murciana, la de Cartagena, con permiso claro está de Lorca que, junto con Murcia y Cartagena, pertenece al privilegiado grupo de 23 ciudades -a las que se suma la Ruta del Bajo Aragón- cuyas Semanas Santas ostentan la categoría de fiesta de interés turístico internacional. De hecho la Semana Santa cartagenera fue la primera de ellas en lograr este galardón en 2005, seguida por la de Lorca en 2007 y la murciana en 2011. Y, puesto que por el momento la de Lorca tan sólo la conozco de oídas, tendré que limitarme a comparar la cartagenera con la murciana dentro de lo que he venido en denominar modelo murciano, en contraposición a las Semanas Santas castellana y andaluza.

Sin embargo, y aunque como cabía esperar Cartagena y Murcia presentan notables similitudes en sus respectivas celebraciones, lo cierto es que cada una de ellas muestra también unos rasgos propios que la diferencia de su vecina y, por lo que yo sé, también de la de Lorca. En esencia, se podría decir que la escenografía cartagenera es mucho más tradicional que la murciana, empezando porque no van dando caramelos excepto los niños pequeños. Los hábitos de los penitentes, lejos del pintoresquismo de los de sus vecinos, son los tradicionales de la Semana Santa española, con túnica larga y capirote-antifaz aunque, eso sí, confeccionados con tela de raso de vistosos colores y artísticos bordados. Junto con estos penitentes, e intercalados con ellos, iban otros grupos también con túnica, pero a cara descubierta y con un mocho -cubrecabezas- en lugar del capirote que a mí me recordó a los tocados de los antiguos egipcios. Por lo que he podido averiguar estos cofrades llevaban las túnicas genéricas de sus cofradías -roja las de los californios, morada las de los marrajos- en lugar de las propias de cada agrupación, tal como explicaré más adelante.

Pero sin duda, lo más llamativo de la Semana Santa cartagenera, al menos para mí, fue descubrir que las cofradías son tan sólo cuatro, las hegemónicas de los Californios -oficialmente Jesús del Prendimiento- y los Marrajos -Jesús Nazareno- y las dos restantes, Socorro y Resucitado, de más discreto protagonismo. De ellas las tres primeras son antiguas, remontándose su fundación a los siglos XVII y XVIII, mientras la del Resucitado data de 1943.




Paso de la Sentencia de Jesús, de la cofradía California


 Teniendo en cuenta que en Sevilla las cofradías pasan de setenta, y que en otras ciudades con Semanas Santas notables oscilan entre las treinta y las cincuenta o sesenta, el caso de Cartagena resulta ciertamente singular, aunque la explicación a esta presunta anomalía es sencilla. Al igual que ocurre en Murcia, las cofradías cartageneras agrupan a unas entidades o subcofradías, denominadas hermandades en Murcia y agrupaciones en Cartagena, que actúan de forma autónoma responsabilizándose de sus propios pasos y contando, asimismo, con hábitos propios diferenciados del genérico de la cofradía a la que pertenecen. En concreto la cofradía Marraja cuenta con 18 agrupaciones, la California con 15, la del Resucitado con 11 y la del Socorro con 2, lo que hace un total de 46, si bien algunas de ellas no son de carácter estrictamente penitencial ni cuentan con pasos propios, como ocurre con las de romanos, granaderos o la de escoltas y honores; descontadas éstas quedan 41, cifra equiparable a las de las Semanas Santas de otras regiones españolas.

El número de pasos, o tronos según la terminología cartagenera, asciende a 71, una cantidad sensiblemente inferior a los 93 murcianos y por supuesto a los casi 140 sevillanos, pero similar a la de Málaga y superior a la de la mayoría de las Semanas Santas españolas. De idéntica manera a como ocurre en Murcia, algunos de estos pasos son alegóricos (Ángel Anunciador, Ave Fénix, Santo Cáliz, Trono Insignia de la cofradía California...) y otros, si bien representan escenas de los Evangelios, son ajenos al ciclo de la Pasión (Bautismo de Jesús, Conversión de la samaritana, Elección de los Zebedeos, Jesús en casa de Lázaro, Los milagros de Jesús...). El resto responde a las iconografías habituales de la Semana Santa, si bien con algunas peculiaridades tales como dedicar tronos propios a las habitualmente secundarias figuras de los apóstoles Pedro, Juan y Santiago, o también el hecho curioso de que en la procesión del Domingo de Resurrección son varios los tronos que representan a Cristo Resucitado, además de en su iconografía tradicional, apareciéndose a los apóstoles, a los discípulos de Emaús, a María Magdalena o a san Pedro. Salvo algunas excepciones la mayoría de los tronos van en carroza, y sólo unos pocos lo hacen en andas o en costal.

En Cartagena no existe nada parecido a una procesión general, corriendo a cargo de las cofradías la organización de las procesiones. Tampoco hay carrera oficial, aunque el recorrido de las procesiones suele ser bastante parecido, en general por las calles principales del caso antiguo. Conforme al programa oficial de 2015 hubo un total de 23 procesiones, si bien es difícil determinar su número exacto ya que algunas de ellas corresponden a los traslados de las imágenes previos a las procesiones y en ocasiones varias procesiones acaban confluyendo en una sola, siendo contabilizadas en el programa, dependiendo de los casos, como procesiones independientes o bien como una procesión única. Según figura en el programa, de esas 23 procesiones 12 de ellas serían de la cofradía Marraja y 9 de la California, mientras las dos cofradías restantes, Socorro y Resucitado, contarían con una única procesión cada una de ellas.




Paso del Santo Entierro, de la cofradía Marraja


Otra singularidad compartida con Murcia es que las procesiones, pese a estar siempre organizadas por una única cofradía, pueden llegar a ser bastante largas en función de las agrupaciones que participen en ellas. Así, la procesión del Domingo de Ramos (California) cuenta con once pasos, la del Prendimiento del Miércoles Santo (California) con quince, la del Santo Entierro del Viernes Santo (Marraja) con doce y la del Domingo de Resurrección (Resucitado) con once. A los pasos -o tronos-, con sus correspondientes penitentes, acompañan también cofrades con el hábito genérico de la cofradía, diferente del de las asociaciones, así como agrupaciones -en especial romanos y granaderos- que desfilan ataviados con vistosos trajes, sin portar trono alguno, así como piquetes de las unidades militares acantonadas en la ciudad. Completan las procesiones las bandas de música, por lo general una por cada trono, con la particularidad de que sus integrantes van ataviados no con su uniforme propio, sino con hábitos de colores similares a los de los penitentes de la agrupación correspondiente sustituyendo, eso sí, los capirotes por mochos, o tocados.

Con anterioridad a la Guerra Civil las cofradías cartageneras atesoraban un impresionante patrimonio artístico incluyendo un buen puñado de tallas de Salzillo, pero el conflicto bélico acarreó la pérdida prácticamente total del mismo. Esto hizo que las tres cofradías históricas, a las que años después se sumó la del Resucitado, tuvieran que adquirir nuevas imágenes para sus pasos, para lo cual recurrieron a los mejores escultores de la época: Mariano Benlliure, José Capuz, Federico Collaut-Valera, Enrique Pérez Comendador, José Sánchez Lozano y Juan González Moreno, entre otros.

Si nos fijamos en las fechas en las que fueron talladas las imágenes, considerando siempre la más antigua en el caso de los pasos de misterio en los que algunas de ellas fueron incorporadas con posterioridad, vemos que de los 71 pasos contabilizados cuatro de ellos proceden, al menos parcialmente, del siglo XVIII: dos Salzillos -La Oración en el Huerto y El beso de Judas-, una Dolorosa atribuida a Salzillo y la María de Cleofás, obra de Roque López, que forma parte del paso de las Santas Mujeres, completado con imágenes de la década de 1980.

Otros cuatro pasos, o al menos sus componentes más antiguos, están fechados entre 1925 y 1930, años en los que la Semana Santa experimentó un fuerte resurgimiento en toda España. Son obra en su mayor parte de José Capuz, y constituyen, junto con los anteriores, todo cuanto se pudo salvar de los destrozos de 1936. También fue entonces cuando la Semana Santa cartagenera adoptó su estructura actual.

Ya en los años cuarenta del pasado siglo comenzaría la recuperación del patrimonio perdido, contabilizándose en esa década nada menos que 23 nuevos pasos. Este ritmo decrecería considerablemente en los años posteriores, con cinco pasos en la década de los 50, tres en la de los 60 y otros tres en la de los 70, coincidiendo con un declive de la Semana Santa a nivel nacional.

La recuperación comenzaría a partir de los años 80 con nueve pasos, continuando en la de los 90 con seis. El siglo XXI ha supuesto, por último, un importante repunte con catorce nuevos pasos, el último de ellos datado en 2008, confirmando que la Semana Santa cartagenera goza en la actualidad de una excelente salud.




Ver también: La Semana Santa de Murcia


Publicado el 8-4-2015