La Procesión del Silencio (I)





Programa de la Procesión del Silencio de 1951



Sorprende en ocasiones comprobar cómo las tradiciones más arraigadas no tienen por qué ser necesariamente las más antiguas. Éste es el caso de la Procesión del Silencio de la Semana Santa alcalaína, la cual tuvo su origen en fecha tan relativamente tardía como 1949 manteniéndose como tal tan sólo durante veinte años, ya que fue suprimida en 1969. Y sin embargo, esta procesión supo convertirse ya desde su inicio en uno de los pilares de la Semana Santa complutense, por lo que fue muy lamentada su desaparición hace ahora veinticinco años.

¿Cuales fueron las razones de su éxito? Bien, para analizarlo hagamos un poco de historia. La cofradía del Santo Entierro, que como es sabido era su organizadora, es heredera de una larga tradición que, sin embargo, a principios del presente siglo prácticamente había desaparecido en Alcalá al haberse perdido, por razones que desconozco, todos los desfiles profesionales. Fue en 1917 cuando comenzó a organizarse una muy digna procesión general gracias a la iniciativa de esta cofradía. Esta situación duró hasta el advenimiento de la II República que, como es sabido, prohibió durante varios años las procesiones en la vía pública; luego vendría el marasmo de la guerra civil, que se llevó por delante a prácticamente todas las cofradías religiosas existentes en nuestra ciudad junto con un buen puñado de excelentes imágenes.

La cofradía del Santo Entierro no fue ninguna excepción, no viéndose reorganizada sino hasta la ya citada fecha de 1949. Hasta entonces el peso de la organización de la Semana Santa había corrido a cargo de la cofradía del Cristo de los Doctrinos, única que funcionó como tal en Alcalá en los años de la posguerra; luego vendrían las también reconstituidas cofradías del Cristo de la Agonía y de la Virgen de la Soledad, junto con la aparición de una de nueva creación, el Cristo de Medinaceli.

Sin embargo, los tiempos eran distintos a los de antes de la guerra y, por la razón que fuese, nadie pensó en rehacer una procesión general sino que, por el contrario, cada cofradía organizaba la suya propia. Fue entonces cuando la cofradía del Santo Entierro comenzó a desfilar a las doce de la noche y en riguroso silencio sólo roto por un redoble de tambor: Había nacido la Procesión del Silencio, que recordaba el entierro de Cristo muerto.

Inicialmente sólo con el Cristo yacente que se conserva en el convento de las Catalinas, la Procesión del Silencio se incrementaría poco después con dos pasos más, el de la Virgen Dolorosa y el de la Cruz con los atributos de la Pasión. Y, como ya he comentado en un principio, la procesión fue cada vez a más.




Procesión del Santo Entierro de 1964. Fotografía de Baldomero Perdigón


Sin embargo, a finales de los años sesenta vino el declive. Un empeño mal entendido de potenciar la Semana Santa provocó la supresión de las procesiones individuales en beneficio de la general, lo que trajo como consecuencia un languidecer de las cofradías y un hundimiento de la Semana Santa en su conjunto. Esto perjudicó por igual a todas las cofradías, pero hubo algunas que se vieron afectadas más que las otras; y en lo que respecta a la del Santo Entierro, una vez suprimida su Procesión del Silencio se vio sumida en una decadencia que llegó a hacer peligrar su propia existencia. Sí, siguió participando en la procesión general, pero poco a poco fue perdiendo ímpetu: Primero se perdió el paso de los Atributos de la Pasión, luego la Virgen Dolorosa dejó de salir también en procesión... Al tiempo que el número de cofrades que desfilaban en procesión se iba acortando cada vez más.

Cuando en 1983 la Semana Santa alcalaína comenzó su primero tímido, y luego importante repunte, las cofradías empezaron a salir poco a poco de su letargo al tiempo que se creaba una nueva (la de las Peñas) y la Adoración Nocturna se incorporaba también a las celebraciones litúrgicas; la Semana Santa en su conjunto, y las cofradías a modo individual, iban decididamente a más. Sin embargo, la del Santo Entierro continuaba con su letargo del cual parecía no poder salir.

Pero nunca es tarde si la dicha es buena; en 1988 la Virgen Dolorosa salía de nuevo a la calle tras varios años de ausencia, participando ininterrumpidamente desde entonces en los desfiles procesionales. No obstante, continuaba habiendo una asignatura pendiente: La Procesión del Silencio seguía sin ser restaurada a pesar de que éramos muchos los alcalaínos que la añorábamos.

Por eso, cuando hace un par de años una nueva junta se hizo cargo de las riendas de la cofradía, su meta estaba muy clara: Potenciarla todo lo posible y recuperar la procesión. Este año, por fin, el deseo es una espléndida realidad: La Procesión del Silencio vuelve a formar parte por derecho propio de la Semana Santa complutense.

Es de esperar que esta iniciativa sea un éxito, pero para que esto sea posible todos nosotros debemos poner nuestro granito de arena acompañando a la cofradía del Santo Entierro el próximo Viernes Santo a partir de las doce de la noche. De nosotros depende que esta recuperada tradición arraigue de manera que pueda tener continuidad en años venideros; así pues, adelante.


Publicado el 26-3-1994, en el nº 1.376 de Puerta de Madrid
Actualizado el 20-3-2007