Pasó la Semana Santa de 1996





Cuando antes de escribir este artículo releí uno equivalente publicado el año pasado, descubrí que buena parte de mis afirmaciones de 1995 continuaban siendo válidas en este 1996, en especial en lo referente a que la Semana Santa alcalaína está razonablemente consolidada e incluso se supera año tras año, aunque a pesar de ello dista aún mucho de ser un gran Semana Santa por mucho que actualmente sea muy digna y desde luego la mejor de todo el presente siglo. Tal como afirmó José Macías en el acto de inauguración de la exposición de la Capilla del Oidor, si hace tan sólo diez años nos hubieran dicho que la Semana Santa iba a alcanzar el auge que tiene hoy en día, no sólo no nos lo hubiéramos creído sino que es posible que nos hubiéramos partido de risa... Y sin embargo, ahí está.

Puede que la Semana Santa no esté subiendo todo lo rápido que muchos de nosotros quisiéramos, pero lo cierto es que cada año va a más aunque sea poco a poco. Este año, en concreto, ha contado con varias novedades importantes tales como la citada exposición que merecería la pena que fuera repetida en años sucesivos, el pregón a cargo de Francisco Javier García Gutiérrez (otra iniciativa digna de continuidad) y la constitución de la nueva cofradía del Cristo de los Trabajos, a la cual deseo felicitar desde estas páginas por su meritoria participación en los desfiles procesionales tanto en solitario (y eso que tuvieron en contra la meteorología) como en la procesión general de Viernes Santo.

Si a ello sumamos la consolidación definitiva de todas las procesiones individuales, incluyendo a las más recientes como la de la Virgen de la Soledad o la del Silencio, así como el nuevo y exitoso giro que ha dado la cofradía de las Peñas a su procesión del miércoles, la conclusión es que podemos ser razonablemente optimistas en lo que respecta al futuro inmediato de la Semana Santa complutense, máxime si tenemos en cuenta un hecho tan positivo como es la incorporación masiva de gente joven (e incluso muy joven) a la totalidad de las cofradías. Sin embargo, sería un grave error dormirnos en los laureles o mirarnos complacidos el ombligo proclamando que nuestra Semana Santa es la mejor de la provincia de Madrid, algo que además no es cierto, ya que es preciso seguir trabajando para que año tras año nuestra Semana Santa mejore.

Son varias las asignaturas pendientes que tienen todavía las distintas cofradías alcalaínas: La de los Doctrinos la salida en procesión del Cristo, algo que esperamos con impaciencia muchos alcalaínos; la del Santo Entierro la reconstrucción del desaparecido tercer paso, la cruz vacía con los atributos de la Pasión; la del Cristo de la Agonía la reconstrucción de su imagen original, el Cristo de Mena; la Adoración Nocturna, la constitución de una cofradía que se responsabilice de la imagen que actualmente sacan en procesión; y en general, que alguna otra cofradía se animara a sacar en procesión un segundo paso que acompañara al que actualmente tienen.

En otro orden de cosas, y con la satisfacción que supone la constitución de una nueva cofradía responsable del Cristo de los Trabajos, la cual es de esperar que tras su exitoso inicio pueda alcanzar el auge que se merece, sigo insistiendo en lo positivo que resultaría que surgieran más cofradías penitenciales, siendo sumamente interesante que éstas se radicaran no en el centro de la ciudad sino en los barrios, tal como acertadamente apuntaba el presidente de la junta de cofradías. Y como ya he comentado en otras ocasiones, se echa en falta que la procesión del Domingo de Ramos carezca de imagen y que no exista, como ocurre en numerosas localidades españolas, una procesión del Encuentro el domingo de Resurrección.

Sin embargo, no todo ha sido positivo en esta recién terminada Semana Santa. A pesar de la impecable labor de la policía municipal, la organización de la procesión general dejó bastante que desear con unos grandes cortes entre las distintas cofradías, originados al parecer por un excesivo número de saetas. Otro punto sumamente desagradable fue comprobar la falta de educación de numerosas personas que no tenían el menor inconveniente en cruzar por mitad de la procesión, no faltando incluso un motorista tal como pude comprobar personalmente en la misma plaza de Cervantes, y convendría acabar con la costumbre paleta de amontonar a los asistentes a la procesión detrás de los pasos, organizándolos en dos filas tal como se ha hecho siempre en Alcalá.

Ya dentro del campo de las chapuzas resultó irritante comprobar que las cofradías necesitaran ir alzando con pértigas los cables que cuelgan por todos los lados, cables que en su mayoría eran pertenecientes a los quioscos temporales de helados y bebidas y que, como ya he denunciado en numerosas ocasiones, no sólo están colgando de cualquier manera, sino que ni siquiera se molestan en quitarlos cuando el quiosco es retirado. Lo lógico sería construir tomas eléctricas en el pavimento al igual que se hace con las tomas de agua, pero si no es así lo menos que se podría exigir al ayuntamiento es que los cables se pusieran de mejor forma y que, por supuesto, se quitaran durante los meses en los que no son necesarios.

Un último punto deseo comentar, el de las discrepancias existentes entre las distintas cofradías. Es completamente normal que cada cofradía tenga su propio modo de ver las cosas y que estas diferencias de criterio acaben reflejándose a la hora de organizar unos actos comunes, pero esto no debería acabar convirtiéndose en motivo de disputa. Tal como afirmaba recientemente un amigo mío, las distintas cofradías deberían plantearse unos mínimos comunes que, respetando la autonomía de cada una de ellas, redundaran en un mayor realce de la Semana Santa huyendo pues de discrepancias que no conducen a ningún lado que no sea una marcha atrás en un proyecto que es común a todas ellas.

Insistiendo en este tema, conviene recordar que comienzan a alzarse voces pidiendo la supresión de la procesión general, argumentándose para ello que la misma fue creada en los años sesenta y que con anterioridad cada cofradía organizaba sus actos por separado. Para empezar esto es cierto únicamente para los años posteriores a la guerra civil, ya que tanto con anterioridad a la misma como a finales del siglo pasado se realizaba una procesión general; pero además, si bien esta supresión podría ser posible a medio plazo previa consolidación y ampliación de las procesiones individuales, actualmente resultaría prematura y muy poco positiva, ya que dejaría completamente coja a la programación de Semana Santa. Por esta razón, yo pediría a las cofradías un poco de paciencia y una voluntad común por potenciar todavía más unas celebraciones que son de todos.


Publicado el 13-4-1996, en el nº 1.473 de Puerta de Madrid
Actualizado el 1-6-2006