Los Santos Niños en Francia
Su culto en Valcabrère





Saint Just de Valcabrère. Al fondo, la catedral de Cominges



Aunque es de sobra conocido que los patronos complutenses son también los titulares de la catedral de Narbona, es muy poco lo que se sabe acerca de su culto en Francia, pese a que resulta evidente que esta ciudad del Midi francés no es la única en compartir su culto con Alcalá.

Uno de los problemas con los que tropezamos a la hora de investigar el tema de la extensión del culto a los Santos Niños en el vecino país, es el hecho de que allí, y más concretamente en la zona central bañada por el Loira, son frecuentes los templos y los topónimos dedicados a san Justo de Lyon, un obispo de esta ciudad francesa que vivió en el siglo IV, con lo cual la existencia de un Saint Just en los mapas o en las guías no garantiza en absoluto que se trate del mártir complutense. De hecho, tuve ocasión de visitar la parroquia de un pueblecito de este nombre situado en las cercanías de la ciudad de Bourges, en pleno corazón del valle del Loira, pudiendo comprobar que el santo titular del templo era, como sospechaba, el obispo de Lyon y no el mártir alcalaíno.




Vista general de la iglesia. Fotografía cedida por Montserrat Rajadell


En la práctica, la búsqueda de una posible existencia de culto, actual o pasado, a los santos Justo y Pastor en Francia ha de centrarse en la zona meridional del país, donde la influencia española (en especial de la Corona de Aragón) fue muy intensa a lo largo de la Edad Media; pero como la única forma segura de confirmarlo es comprobándolo sobre el propio terreno, o bien encontrando referencias precisas, la tarea no se revela sencilla.




Vista general y ábside


Al día de hoy tengo registradas alrededor de una cuarentena de poblaciones francesas vinculadas con los mártires complutenses1, la mayoría de las cuales están concentradas en la vertiente norte de los Pirineos o en el departamento de Aude al que pertenece Narbona, sin duda el principal foco de difusión de su culto. Pero cuando realicé el viaje en el que visité Valcabrère, en el verano de 2006, tan sólo tenía referencias de Narbona, Saint Just Ibarre en el departamento de los Bajos Pirineos (el País Vasco francés) y de la propia Valcabrère, perteneciente al departamento del Alto Garona en la zona central de los Pirineos, no muy lejos de Lourdes. Años después visitaría Narbona2, mientras del resto sigo teniendo únicamente referencias.

No obstante, me encontré con un problema. Por entonces todavía no disponía de una cámara digital, por lo que utilizaba carretes de diapositivas, los cuales tenían la desagradable costumbre de acabarse antes de tiempo si no se dosificaban bien las fotografías. La visita a Valcabrère tuvo lugar al final de un largo recorrido por el país vecino ya de vuelta a casa, y aunque la había planificado y en consecuencia había reservado algunas diapositivas, al final éstas se me quedaron cortas, aunque me las apañé como pude para ilustrar le primera versión de este artículo echando mano de alguna fotografía de internet e incluso de postales.




Portada


Por fortuna quince años más tarde, en el verano de 2021, me encontré con la agradable sorpresa de un correo electrónico en el que Montserrat Rajadell, que desde Sant Just Desvern comparte conmigo el interés por nuestros comunes patronos, me comunicaba que junto con su esposo habían estado en Valcabrère... enviándome un buen puñado de fotografías mucho más detalladas que las mías, así como un detallado folleto. Así pues vaya desde aquí mi agradecimiento, ya que gracias a ella he podido actualizar y ampliar este artículo... aunque fuera con quince años de retraso.

Valcabrère es un pueblecito de 142 habitantes en 2018 -en 2006 eran 156- que, pese a su pequeño tamaño, tiene categoría de municipio (commune en francés). A poco más de dos kilómetros, y sobre un altozano, se alza la vecina población de Saint Bertrand de Cominges, con una población poco mayor que la de Valcabrère (242 habitantes en 2018), y entre ambas se encuentra el solar de la antigua ciudad romana de Lugdunum Convenarum, una de las más importantes de la Aquitania romana, cuyas ruinas se encuentran a las afueras del caserío.


Esculturas de la portada. Izquierda, san Justo y san Esteban. Derecha, santa Elena y san Pastor
Fotografías cedidas por Montserrat Rajadell


Cominges cuenta además con una imponente catedral gótica, edificada sobre un templo anterior del que se conserva el claustro románico, cuya principal peculiaridad es que la nave está ocupada en su práctica totalidad por un monumental coro renacentista, el principal tesoro artístico del monumento.

Sorprende ciertamente encontrar tan majestuoso edificio en mitad de un pueblecito tan minúsculo perdido en las estribaciones norteñas de los Pirineos, pero consultando los libros de historia descubrimos que todo se debe a que San Bertrand de l’Isle, un eclesiástico emparentado con los condes de Toulouse que vivió entre 1050 y 1123, restauró a finales del siglo XI el antiguo obispado romano de Lugdunum Convenarum, ahora denominado Cominges, convirtiéndose en su titular. No obstante, el auge de Cominges tendría lugar cuando a principios del siglo XIV Bertrand de Got, que había sido obispo de la diócesis, accedió al papado con el nombre de Clemente V.




Capitel de san Justo con la degollación de los Santos Niños
Fotografías de Jesús Díaz Gómez tomada de su blog (arriba)
y de Montserrat Rajadell (abajo)


De todos modos, e independientemente del interés intrínseco de Cominges, que lo tiene y mucho, mi foco de atención estaba en la vecina Valcabrère, y más concretamente en la basílica de Saint Just. Este templo no se encuentra situado en el interior de la población, donde existe una modesta parroquia, sino a las afueras de la misma, en el lugar donde se alza el cementerio local, que hay que atravesar para acceder a la iglesia. Gracias a un eficiente servicio de atención turística, con audioguías en español incluidas, pude sacarle todo el partido posible a la visita, la cual recomiendo a todos aquellos interesados en el arte y la historia, puesto que verdaderamente merece la pena el viaje.

La iglesia de Valcabrère, de estilo románico, fue construida entre finales del siglo XI -la época de san Bertrand, por lo que no cabe descartar que fuera promovida por éste- y principios del XIII, aunque su imponente torre es posterior ya que está datada en el siglo XIV. Se alza sobre una necrópolis romana y un cementerio paleocristiano del siglo IV en lo que fuera un suburbio de Lugdunum Convenarum, conocida como Convenae en los textos medievales. Dada su ubicación, no es de extrañar que parte de sus muros, en especial la zona del ábside, estén construidos con antiguas lápidas sepulcrales. Actualmente presenta un aceptable estado de conservación, aunque el claustro que tuvo en la parte trasera ha desaparecido prácticamente por completo.




Capitel de san Pastor con el arresto y el suplicio de los Santos Niños
Fotografías de Jesús Díaz Gómez tomada de su blog (arriba)
y de Montserrat Rajadell (abajo)


Fue desde siempre un importante centro de peregrinación, convirtiéndose en una etapa del Camino de Santiago para los peregrinos procedentes de Arlés. Desde 1840 es monumento histórico y en 1998 -curiosamente el mismo año que Alcalá- la Unesco la declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad dentro del conjunto de 70 monumentos o lugares que jalonaban el Camino de Santiago en Francia.

El culto a los Santos Niños es más antiguo que el templo actual. Gracias al pergamino de consagración del templo actual, fechado en octubre de 1200 y descubierto en 1885 en el hueco de un capitel, se sabe que en el año 789 fueron traídas desde Narbona reliquias de los Santos Niños por un tal Abraham, obispo de la cercana Cominges. Según este documento, y tal como era habitual en la época, la iglesia fue consagrada a diversos santos de los que se custodiaban reliquias, los Santos Niños y san Esteban Protomártir.




Planta de la iglesia


Son precisamente las esculturas de estos tres santos, junto con una cuarta figura femenina atribuida a santa Elena, las que flanquean, a modo de columnas talladas en mármol, la magnífica puerta de acceso al templo labrada a finales del siglo XII. Éstas sostienen las arquivoltas, al tiempo que sobre sus cabezas se alzan unos capiteles primorosamente tallados con escenas alusivas a los respectivos santos. San Esteban y santa Elena soportan el arco interior, mientras los santos Justo (a la izquierda) y Pastor (a la derecha) hacen lo propio con el exterior.

En el capitel de san Justo aparece la degollación de los dos hermanos, uno por cada lado y ambos con las cabezas entre sus manos. En el de san Pastor por un lado está representado uno de los mártires arrestado por un soldado de Daciano y por el otro su hermano atado a una columna y sometido a suplicio.




Vista de la nave de la iglesia. Fotografía cedida por Montserrat Rajadell


El capitel de san Esteban hace alusión a su lapidación, y la presencia de santa Elena, la madre del emperador Constantino que conforme a la tradición descubrió en Palestina la cruz de Cristo, parece deberse a que la iglesia también poseyó una reliquia de la Vera Cruz. La portada se remata con un tímpano en el que se representa a Cristo glorificado por los evangelistas.

En realidad estas esculturas no se ciñen demasiado al relato clásico de los mártires complutenses, dado que no representan a dos niños de corta edad sino a dos jóvenes imberbes, siguiendo el modelo de Narbona, ataviados con túnicas sacerdotales y sosteniendo un libro en la mano en recuerdo a su condición de estudiantes; pero el pergamino de consagración es concluyente al respecto, por lo que no existe la menor duda sobre la advocación del templo ni sobre la atribución de las esculturas.




Tabernáculo


El interior, de 29 metros de longitud y 14,3 de anchura, es el típico de las iglesias románicas rurales y está cubierto por una bóveda de cañón rematada por una bóveda de horno -de un cuarto de esfera- que cubre el ábside de la nave central, mientras las laterales están rematadas por absidiolos. El altar mayor es un edículo, o altar exento, constituido por un tabernáculo gótico del siglo XIV tallado en piedra, el cual es accesible por la parte trasera con objeto de que los fieles pudieran venerar las reliquias que se custodiaban en un arca de piedra hoy vacía, bajo la cual se abre una pequeña cripta.

El tabernáculo está flanqueado por sendas imágenes de los Santos Niños en piedra policromada, aparentemente inspiradas en los modelos de la puerta, aunque más modernas que éstas.




Detalle del tabernáculo. Fotografía cedida por Montserrat Rajadell


Y eso es todo, que no es poco, ya que la iglesia de Valcabrère, vuelvo a insistir en ello, es una excelente muestra del arte románico que ya por sí sola merece una visita. Conviene reseñar también que, según me comunicó Montserrat, el 8 de agosto de 2021, el domingo más cercano a su festividad, la misa que habitualmente se celebra en la catedral de Cominges se trasladó a la iglesia de Valcabrère en homenaje a los Santos Niños. Desde 2017 se han realizado excavaciones en la necrópolis vecina descubriéndose varios monumentos funerarios, incluyendo en 2020 un gran edificio y, en el verano de 2021, un sarcófago completo datado en el siglo VI.


Esculturas del tabernáculo. Izquierda, san Justo. Derecha san Pastor
Fotografías cedidas por Montserrat Rajadell


Tan sólo me queda añadir, a título de curiosidad y también de indisimulada envidia, que todos los veranos se celebra, conjuntamente en Valcabrère y la cercana catedral de Cominges, un afamado festival de música clásica en el que han intervenido los más afamados artistas mundiales... cuando entre ambas localidades no suman ni tan siquiera quinientos habitantes. Deberíamos aprender de ellos.





Publicado el 8-11-2006
Actualizado el 24-8-2021