La España Artística y Monumental de Escosura y Villaamil

Paraninfo. Teatro o salón destinado a los actos
solemnes en el Colegio Mayor de San Ildefonso.
Universidad de Alcalá de Henares

Tomo II - Cuaderno 11º - Estampa III





Ya en el tomo II aparece la descripción del Paraninfo, vecino de la Capilla de San Ildefonso y, al igual que ésta, cerrado y abandonado en el momento en el que fue visitado por los autores. La descripción que hace Parcerisa es ajustada a la realidad, aunque ceñida a un pasado más glorioso que el triste presente con el que se encontró, completándola con una breve descripción de la Biblia Políglota.

Villaamil, por su parte, reprodujo con toda minuciosidad el interior del Paraninfo deformando un tanto sus proporciones, ya que en el grabado aparece de mayor altura que la que tiene en realidad al haber estirado los muros de la parte baja, lo que hace que la galería superior aparezca por comparación, mucho más reducida, cuando en realidad vienen a tener unas dimensiones casi similares. La reproducción del artesonado es, por el contrario, excelente y totalmente fidedigna. Se aprecian también los azulejos que existieron en la galería corrida donde se colocaba el público, hoy desaparecidos. Por último, las diferencias en el diseño de la tribuna pueden atribuirse a la metodología utilizada por Villaamil, con bocetos tomados in situ que posteriormente utilizaba en su estudio para la realización de los dibujos, lo que le obligaba a recrear de memoria aquellos detalles que no había registrado convenientemente en su momento.

Donde el dibujante dejó volar su imaginación fue en la recreación de un acto académico de la extinta Universidad, con varios estudiantes ataviados con los ropajes habituales de varios siglos atrás. Asimismo inventó los tapices que, aunque ciertamente existieron, habían desaparecido ya en el momento en el que realizó el dibujo.

En cuanto al texto, es el siguiente:




Llamábase Paraninfo en las universidades al doctor o maestro encargado de pronunciar la oración inaugural en la apertura del curso escolástico; por extensión se dio en Alcalá de Henares el mismo nombre al salón o teatro en que se verificaba el acto referido así como los demás universitarios, a saber la concesión de grados, la discusión de conclusiones, etc., etc.

Ya dijimos que el colegio de San Ildefonso es fundación del célebre cardenal Ximénez de Cisneros; y basta echar una mirada sobre la estampa de que ahora se trata, para comprender que la arquitectura del Paraninfo es, por su riqueza, magnificencia y buen gusto, digna en todo de aquel celebérrimo prelado, y del siglo del renacimiento en que fue construida por Pedro Gumiel.

Si el artesonado sorprende por la regularidad simétrica de su dibujo, por el primor y perfección de su minucioso entallamiento; el friso del arquitrabe por la ligereza de las figuras estucadas que le adornan; los intercolumnios, impostas y antepecho de la galería alta, que era la tribuna donde se hacinaba la muchedumbre de damas y caballeros convidados a las solemnidades literarias, encantan por lo bien entendido de su economía, distribución y conjunto, y por la belleza del afiligranado relieve que por todas partes los cubre; la repisa y estribos, que son cornisa relativamente al salón, son de exquisito gusto; y las proporciones del conjunto llenan cuantas condiciones puede exigir el mas delicado inteligente.

Los tapices de riquísimo terciopelo carmesí recamados de oro fueron, según se dice, regalo del ilustre cardenal fundador, y seguramente una muestra inequívoca de que el lujo de nuestros mayores era sólido a par que magnífico.

La barandilla que separa el estrado del resto del salón merece especial y honorífica mención por su sencillez, buen gusto y armónica correspondencia con cuanto la rodea; y no dejaremos de hacerla, también especialísima, de la linda portada o ingreso del Paraninfo, cuya fachada interior se mira a espaldas de la silla presidencial, la misma silla que ocupaba Cisneros, colocada delante de la misma mesa, en que el ministro cardenal, el capitán obispo, apoyó mas de una vez los robustos brazos que contribuyeron a formar la monarquía hispana, y afirmaron la diadema en las sienes del joven Carlos I.

Si hubiéramos de dar rienda suelta a la fantasía exaltada con los recuerdos de aquella época de gloria y de esplendor para el nombre español; si nos dejásemos arrastrar por la inclinación a levantar siquiera una pequeña porción del engañoso velo que a naturales y extranjeros oculta aun el verdadero carácter de los hombres y los sucesos de la antigua España; en vez de un breve artículo escribiríamos voluminosos libros, porque en Cisneros se compendia, por decirlo así, el espíritu de todo un siglo; y la conquista de Orán, su famosa respuesta a los grandes que en Madrid le disputaban el derecho a regentar el reino en nombre del gran nieto de Isabel la Católica, y su fundación de la Universidad de Alcalá de Henares, son otras tantas y claras fórmulas del pensamiento inmenso de aquel grande hombre: extender la dominación española a las costas de África; destruir el poder de la aristocracia en beneficio del pueblo y de la corona; cimentar en el saber el poderío adquirido por medio de la fuerza.

Pero tales consideraciones no son ahora de nuestra incumbencia; contentémonos pues con admirar la belleza del Paraninfo, y en ella una muestra inequívoca de la ilustrada protección del cardenal a las letras y las artes un monumento del grado de esplendor a que estas llegaron en España en el siglo XVI; un ejemplo de la feliz alianza que nuestros artistas supieron hacer entre la matemática regularidad del arte clásico y la florida expansión del estilo gótico de sus predecesores.

No hemos de concluir sin embargo este artículo sin decir a nuestros lectores que entre las muchas curiosidades de todos géneros que había en la universidad de Alcalá de Henares, hoy cerrada, se conservaba no hace muchos años un ejemplar de la famosa Biblia Políglota, hecha e impresa en aquella ciudad por disposición del cardenal mismo, y obra tan rara como importante y docta.

Copiaremos aquí, por curiosa, la noticia que da Ponz de los sabios que tomaron parte en aquel colosal trabajo, y es como sigue:

«Para el griego y latín: Antonio de Nebrija, Diego López de Zúñiga, Juan de Vergara, Demetrio Ducas, cretense; para el hebreo y demás lenguas orientales: Hernando Pinciano, Alonso de Zamora, Pedro Coronel y Alonso el médico.»

«Dichos hombres ilustres (exclama el autor que copiamos), siempre que haya ocasión es muy justo nombrarlos.»

Convenimos en su opinión y seguimos su consejo.



Publicado el 8-1-2015