Dos cuadros de Murillo
en el Museo de Bellas Artes de Sevilla



El Museo de Bellas Artes de Sevilla, enclavado en el antiguo convento de la Merced, es sin discusión una de las mejores pinacotecas españolas, tan sólo por detrás, en lo que a pintura y escultura clásicas se refiere, del Museo del Prado y del Thyssen Bornemisza. En su interior se custodian verdaderos tesoros del barroco andaluz, entre los que se cuentan conocidas obras maestras de artistas como Murillo, Zurbarán, Valdés Leal, Martínez Montañés, Juan de Mesa o Alonso Cano, entre muchos otros.

Aunque recorrer las salas de este museo fue ya en si mismo un placer, mi interés estaba también presente en forma de búsqueda de posibles representaciones iconográficas de santos alcalaínos o vinculados con Alcalá, tales como los Santos Niños, san Diego o santo Tomás de Villanueva. Y si bien con los dos primeros no tuve suerte -lo primero era previsible, lo segundo no tanto-, sí que me encontré con dos cuadros de Murillo dedicados a santo Tomás de Villanueva, lo que ya de por sí me compensó con creces.




Santo Tomás de Villanueva dando limosna, de Murillo


En realidad yo ya conocía la existencia de uno de ellos, ya que es una de las obras más conocidas del pintor sevillano y suele aparecer reproducido en infinidad de libros de arte. Su nombre es Santo Tomás de Villanueva dando limosna, está fechado hacia 1678 y procede del desaparecido convento sevillano de los Capuchinos, desamortizado en 1840. Se trata de un lienzo de grandes dimensiones (283 × 188 cm.), y está colocado en un testero lateral -el del lado de la Epístola, o de la derecha- de lo que fuera la imponente iglesia del convento en el que hoy se asienta el museo, junto con otras obras maestras que atesora en su interior.

Este cuadro es uno de los al menos cinco de temática similar que pintó el artista sevillano1, y el único de ellos que se conserva en España. En él se puede apreciar al santo, ataviado con el hábito agustino y revestido con los atributos episcopales, dando limosna a un tullido que se arrodilla ante él. Completan la escena las figuras de varios mendigos más entre las que resalta, en primer plano, la de una madre sentada con su hijo.

Algunos libros dedicados a la obra de Murillo citan la existencia de un boceto de este cuadro, pintado también en 1678 con unas dimensiones de 47 × 33 cm., propiedad del Museo de Bellas Artes de Estrasburgo. Lamentablemente, la página web de este museo francés no proporciona información al respecto.




Santo Tomás de Villanueva dando limosna, copia de Antonio Cabral Bejarano


Son varias las copias existentes de este cuadro. Una de ellas es propiedad del Museo Romántico de Madrid, ahora rebautizado como Museo Nacional del Romanticismo. Es obra de Antonio Cabral Bejarano (Sevilla, 1788 - Sevilla, 1861), está datada entre 1840 y 1860 y su formato es sensiblemente inferior al original, con unas dimensiones de 111 × 78,5 cm. Asimismo su calidad es excelente.




Santo Tomás de Villanueva dando limosna, copia propiedad de la cofradía de las Aguas


La cofradía sevillana de las Aguas posee una segunda copia, de mucha menor calidad artística que la anterior. Lamentablemente carezco de datos sobre ésta, a excepción de la noticia de su reciente restauración publicada en la página web de la cofradía, de donde he tomado también la fotografía.




Santo Tomás de Villanueva dando limosna, versión de Bernardo Lorente Germán


El pintor sevillano Bernardo Lorente Germán (1680-1759) fue un fiel seguidor de la obra de Murillo, aunque no pudo ser discípulo suyo, tal como erróneamente se indica en algunas fuentes, dado que nació tan sólo dos años antes del fallecimiento de éste. Especializado en cuadros de temática religiosa, son conocidos también sus trampantojos y un retrato del infante Felipe de Borbón que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Pero lo que a nosotros nos interesa es la versión del cuadro de Murillo que pintó para la catedral de Ceuta, probablemente a principios del siglo XVIII, la cual no puede calificarse de simple copia dado que, aunque respeta el esquema de su modelo, presenta suficientes variaciones para que merezca ser considerada una obra diferente.

Lamentablemente el mal estado de conservación del cuadro, agravado por la pátina oscura que lo recubre, hace que resulte difícil apreciar su valía. De hecho en un principio me pasó desapercibido, y fue tras llamarme la atención la poco frecuente representación de Cristo amarrado al madero que se encuentra a sus pies, cuando pude descubrir su verdadera naturaleza, que sólo forzando la fotografía original con un programa de tratamiento de imágenes he conseguido, mal que bien, hacer aflorar.





Santo Tomás de Villanueva y el Crucifijo, de Murillo
Fotografía tomada de leyendasdesevilla.blogspot.com.es


El segundo cuadro que se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, aunque dedicado también al que fuera arzobispo de Valencia, es de naturaleza muy diferente, ya que en contra de lo habitual no se hace eco de la fama limosnera del santo. Se titula Santo Tomás de Villanueva y el Crucifijo, es de tamaño reducido en comparación con el anterior (130 × 75 cm.) y está fechado entre 1665-1670, aproximadamente la misma época que el anterior. Procede del también desamortizado convento sevillano de San Agustín, y según la ficha de la base de datos Ceres representa al santo en el momento de recibir la noticia de su muerte, arrodillado en actitud implorante frente a un crucifijo, del cual surge la frase latina “IN DIEI NAVITATIS MATRIS MEA VENI ES ADME”. Por esta razón, algunos autores lo citan también como Santo Tomás de Villanueva recibiendo la noticia de su muerte.

El cuadro está pintado en tonos muy oscuros, lo que dificulta la observación de los detalles del mismo salvo el rostro y las manos de santo Tomás, iluminados por un una fuerte luz.




1 Ver también: Santo Tomás de Villanueva en los pinceles de Murillo


Publicado el 26-5-2013
Actualizado el 10-9-2013