Por tierras del Ocejón



El pico Ocejón, una de las joyas paisajísticas de la provincia de Guadalajara, es un imponente espolón rocoso que, desgajado de las estribaciones orientales de la Somosierra, se introduce a modo de cuña entre los valles del Jarama y el Sorbe constituyéndose en una divisoria de aguas sin duda mucho más imponente, por mucho que sea secundaria, que la que separa las cuencas del Henares, que es como decir del Tajo, y del Duero.

Por tal motivo, una excursión por cualquiera de sus dos vertientes habrá de satisfacer necesariamente al viajero más exigente puesto que al atractivo de un paisaje realmente interesante habrá que sumar la circunstancia de que el Ocejón se encuentra aún hoy relativamente libre, por fortuna, de todo aquello que, conocido habitualmente con el nombre de civilización, suele acabar degradando todos aquellos lugares en los que posa su planta.

Y es que, aislado prácticamente hasta hace muy poco, el Ocejón está todavía razonablemente a salvo de transistores y de motocicletas, de hogueras mal apagadas y de basuras sin recoger. Y, aunque existen carreteras, continúa sin ser fácil llegar hasta sus estribaciones al menos en lo que a la vertiente del Sorbe se refiere, siendo necesario describir unos buenos rodeos antes de poder llegar a Valverde de los Arroyos, la principal población de la margen oriental de este monte tal como lo es Majaelrayo en la opuesta de occidente.

Mas como el viajero desea visitar no los pagos del Jarama, sino tan sólo los terrenos que rinden tributo al Henares, dejará para mejor ocasión la ruta que conduce a Majaelrayo y a la segoviana población de Riaza a través del hermoso y complicado puerto de la Quesera; no por falta de interés, por supuesto, que lo tiene y mucho esta parte de la sierra drenada por el Jaramilla, afluente como cabe suponer del Jarama, sino porque los estrictos límites geográficos que se ha impuesto el propio viajero excluyen taxativamente estos parajes al no pertenecer los mismos a la cuenca del Henares.

Por ello el viajero organizará su ruta no partiendo de Tamajón, camino natural hacia cualquiera de las dos vertientes del pico Ocejón, sino siguiendo justo el rumbo contrario, de forma que iniciará su viaje tomando como punto de partida la villa ducal de Cogolludo para desde allí continuar por la ruta que conduce hasta Galve de Sorbe. No obstante no llegará a cruzar la divisoria de la sierra del Alto Rey ya que, al alcanzar Umbralejo, se desviará por una carretera local la cual, tras cruzar el Sorbe, acabará llevándole precisamente a Valverde de los Arroyos.




El Sorbe en las cercanías de Valverde de los Arroyos


Pero detengámonos en el Sorbe justo antes de llegar a Valverde, puesto que merece realmente la pena hacer un alto en este río previamente a alcanzar lo que será la primera etapa del viaje; porque este Sorbe, todavía juvenil pero ya perfectamente formado al haber dejado definitivamente atrás las altas sierras en las que tiene lugar su nacimiento, discurre ahora por las ásperas tierras que sirven de linde oriental al Ocejón al tiempo que recoge las abundantes aguas que el generoso monte le aporta. Río cantarín y risueño, el Sorbe no renunciará aún a su carácter serrano corriendo ágilmente entre breñales y escarpas encajado en un estrecho valle que sirve aquí de divisoria entre los imponentes macizos del Ocejón y del Alto Rey que lo flanquean por ambos lados.

Valverde, por su parte, hace justo honor tanto a su nombre como a su apellido ya que la primera impresión que de él recibe el viajero es la de un rincón del verde y lejano Cantábrico milagrosamente trasplantado al corazón mismo de la árida y austera Castilla; recostado en el regazo del Ocejón y arropado por las imponentes moles de este monte y de sus cercanos hermanos que tanto al norte como al sur lo flanquean, Valverde resulta ser un pequeño caserío apiñado sobre sí mismo, apenas un manchón de oscura pizarra engarzado en un cuajarón de verdor que trepa triunfante por los empinados vallejos que disecan la falda de la orgullosa montaña.




El arroyo de las Chorreras en Valverde de los Arroyos


Y los arroyos... Porque, si bien todo pueblo que se precie ha de tener alguno, Valverde, abundoso en aguas, puede permitirse el lujo de contar con al menos media docena de regatuelos que, reunidos al fin en un único cauce en los alrededores del pueblo, van a dar al cercano Sorbe en forma de brioso curso que, con el nombre de arroyo de las Chorreras, desciende cantarín por el pedregoso y quebrado lecho que le conduce peñas abajo en busca de su hermano mayor; un hermoso espectáculo sin duda para el viajero que, tomando la carretera que desde Valverde conduce a Palancares y Almiruete, se topará con el mismo a poco de abandonar la citada localidad. Tan serrano o más como lo pueda ser su hermano mayor, y sin cederle demasiado en caudales, el arroyo de las Chorreras se muestra a los ojos del viajero como un atractivo riachuelo que, a decir de los entendidos, aporta al Sorbe el agua más cristalina y de mayor calidad de toda su cuenca. Lamentablemente, lo agreste e inaccesible de su curso impedirá que el viajero pueda conocer su desembocadura, por lo que éste se tendrá que limitar a contemplarlo en el puente bajo el cual atraviesa la carretera.




Las Chorreras vistas dede Valverde de los Arroyos


Pero las Chorreras son mucho más que un simple topónimo, ya que éstas constituyen uno de los paisajes naturales más atractivos y sorprendentes de la multiforme provincia de Guadalajara, un espectáculo en definitiva que el viajero no avisado jamás podría sospechar en este rincón castellano tal olvidado a pesar de su relativa cercanía... Y es que uno de los varios regatos que conforman el arroyo homónimo, impaciente quizá por abandonar las agrestes alturas en las que tiene lugar su origen, busca el camino más corto hasta el valle prefiriendo despeñar sus aguas por las empinadas escarpas antes que buscar un rodeo más suave, formándose así en su caída dos largas cascadas de un centenar de metros de altura que constituyen un atractivo paisajístico merecedor por sí mismo de una excursión a tan interesante paraje.

Continuando adelante con su viaje o, por mejor decir, con el de un Sorbe que ciertamente es poco amigo de carreteras y de curiosos, podrá constatar el viajero gracias a los imprescindibles mapas cómo éste deja atrás Valverde y el Ocejón para discurrir por unos terrenos quebrados y difícilmente accesibles hasta dar con sus aguas en el embalse del Pozo de los Ramos, feudo de un siempre ávido Canal de Isabel II que hasta estas lejanas comarcas extiende su búsqueda rapaz de unas aguas destinadas a saciar la inagotable sed de la capital de España. Pero este embalse, emplazado en un paraje de gran interés paisajístico, merecerá por sí solo una visita, por lo que en esta ocasión el viajero optará por dejar pasar de largo al desvío que conduce hasta el mismo; de esta manera, una vez dejada atrás Almiruete y alcanzada Tamajón, capital natural de esta comarca serrana, dará por terminada la etapa, posponiendo así para más adelante la continuación del descenso del Sorbe.



Publicado el 3-1-2010
Actualizado el 28-7-2015