Juan Gallardo Muñoz (Curtis Garland)





Tal como he comentado en artículos anteriores, Juan Gallardo Muñoz, con más de trescientas cincuenta novelas publicadas entre títulos originales y reediciones1, fue con diferencia uno de los principales autores españoles de bolsilibros de ciencia ficción, tan sólo superado en número de obras por Luis García Lecha y Enrique Sánchez Pascual, lo cual justifica sobradamente su presencia en esta sección.

Nacido en Barcelona el 28 de octubre de 1929 Juan Gallardo pasó su niñez en Benavente, provincia de Zamora, y posteriormente vivió durante bastantes años en Madrid, aunque acabaría asentándose en su ciudad natal, en la que residió ya hasta su muerte, acaecida el 5 de febrero de 2013 a los 83 años de edad a causa de las complicaciones sobrevenidas tras una fractura de cadera.

Aficionado a la escritura desde muy temprana edad, los primeros pasos literarios de nuestro escritor fueron colaboraciones periodísticas -críticas y entrevistas cinematográficas-, en la década de los cuarenta, en el diario Imperio, de Zamora, y en las revistas barcelonesas Junior Films y Cinema, lo que le permitió mantener correspondencia con personajes de la talla de Walt Disney, Betty Grable y Judy Garland y entrevistar a actores como Jorge Negrete, Cantinflas, Tyrone Power, George Sanders, José Iturbi o María Félix.

Su entrada en el entonces pujante mundo de los bolsilibros fue a consecuencia de una sugerencia del actor George Sanders, que le animó a publicar su primera novela policíaca, titulada La muerte elige... y a partir de entonces ya no paró, hasta superar la respetable cifra de dos mil volúmenes. Como solía ser habitual, Gallardo no tardó en convertirse en un auténtico todoterreno, abarcando prácticamente todas las vertientes de los bolsilibros -terror, ciencia ficción, policíaco y, con diferencia los más numerosos, del oeste-, llegando a escribir una media de seis o siete al mes, por lo general firmadas con un buen surtido de seudónimos: Johnny Garland, Curtis Garland, Addison Starr, Donald Curtis, Kent Davis, Don Harris, Glenn Forrester o Elliot Turner. De todas ellas son varias las que Gallardo recordaba con especial cariño: Tributo a Jessie y Hombres sin ley, del oeste; “X” e Invasores de la Tierra de ciencia ficción, y La muerte elige, Cerco de sombras, Blues en negro, Psicoanálisis, La dama usaba veneno, Manhattan o Flores en tu funeral dentro de las policíacas. Asimismo, se mostraba orgulloso de haber sido felicitado personalmente por Juan Carlos Onetti, el cual consideró de gran mérito su labor dentro de la literatura popular, a diferencia de tantos exquisitos que, pese a no llegarle a la altura de la suela de los zapatos a este escritor galardonado con el premio Cervantes, parecen necesitar menospreciarla.

Fuera ya de los bolsilibros también abordó otros géneros diferentes, tales como libros de divulgación sobre diversos temas -brujería, música, póker-, cuentos infantiles u obras de teatro, e incluso fue guionista de cuatro películas: No dispares contra mí (José María Nunes, 1961); Nuestro agente en Casablanca (Tulio Demichelli, 1966), exhibida, además de en nuestro país, en Italia y en Estados Unidos; Sexy Cat (Julio Pérez Tabernero, 1973), y El pez de los ojos de oro (Pedro L. Ramírez, 1974).



Su primera incursión en la ciencia ficción tuvo lugar en la colección Espacio hacia mediados de los años cincuenta, concretamente en el número 71 de la misma. La novela lleva por título Invasores de la Tierra y, tal como era preceptivo, apareció firmada no con su nombre, sino con el seudónimo pretendidamente anglosajón de Johnny Garland. Gallardo reconocía que para escribirla se inspiró en la conocida película La invasión de los ladrones de cuerpos, rodada en 1956 pero todavía no estrenada en España en el momento de la publicación del bolsilibro; nuestro autor conoció el argumento gracias a una revista inglesa.

Pese a lo relativamente tardío de su debut en el género, Gallardo no perdió el tiempo ya que, de los casi 550 números de la colección, un total de 64 son suyos, todos ellos firmados con el citado seudónimo excepto Espía cósmico, nº 469 y última de sus colaboraciones, en que lo hizo como Addison Starr -seudónimo que había utilizado anteriormente para la editorial Rollán-, siendo superado en número de novelas publicadas tan sólo por Luis García Lecha (Clark Carrados y Louis G. Milk) y Enrique Sánchez Pascual (Law Space y H.S. Thels), al tiempo que quedaba aproximadamente a la par con Pedro Guirao (Peter Kapra y Walt G. Dovan) y ya a mucha distancia del resto de los autores de la colección, ninguno de los cuales se acercó ni de lejos a estas cifras.



Pero la colaboración de Gallardo con Toray no se limitó a Espacio, extendiéndose también a las otras colecciones de esta editorial. De hecho, en mayor o menor medida colaboraría en prácticamente todas ellas. Así, ya a principios de los años sesenta nos encontramos con que 20 de las 81 novelas de S.I.P., 6 de las 27 de Espacio Extra y una de las 26 de Best-Sellers del Espacio llevan su firma, como Johnny Garland en todos los casos, excepto en la última de Espacio Extra y en la de Best-Sellers del Espacio -las dos colecciones de prestigio de Toray-, en las que se le permitió firmar con su propio nombre, algo que sólo en muy contadas ocasiones pudieron hacer él y sus compañeros.

Por el contrario, su presencia distó mucho de ser habitual en las dos colecciones tardías que Toray puso en el mercado ya en la segunda mitad de la década, ambas denominadas Ciencia Ficción. En la primera de ellas, relativamente corta ya que tan sólo alcanzó los 22 títulos, no participó Gallardo, mientras que en la segunda tan sólo le tengo registrada una novela sobre un total de 129, en concreto la número 52, titulada Yo nunca moriré y firmada con su tardío seudónimo de Addison Starr.



Fuera de Toray, nuestro escritor fue el principal colaborador, ya a finales de la década de los sesenta, de la colección Nova Club de la editorial Rollán, un efímero intento -tan sólo alcanzó la veintena de títulos- de ir algo más allá de los bolsilibros, aunque los autores de la misma habían surgido en su práctica totalidad de esta cantera. En concreto, ocho de sus números fueron escritos por Gallardo, siempre bajo el seudónimo de Addison Starr. También por esos años publicó alguna novela en la colección B.A.N.G. de la editorial Ferma, a mitad de camino entre el espionaje y la ciencia ficción al estilo de las películas de James Bond, firmando en esta ocasión como Lester Madox.



Cuando Toray cerró sus colecciones de bolsilibros a principios de los años setenta, Gallardo hizo lo mismo que la mayor parte de sus compañeros, pasar a Bruguera, y más concretamente a su exitosa colección La Conquista del Espacio. Eso sí cambió su seudónimo, aunque sólo a medias ya que el tradicional Johnny Garland se transmutó en el nuevo Curtis Garland, lo que permitía suponer al lector avispado que se trataba de la misma persona. Y aquí fue, si cabe, todavía más prolífico que en sus anteriores colaboraciones, ya que de un total de 746 novelas un total de 110 -tan sólo superado, de nuevo, por Luis García Lecha- son suyas, todas ellas firmadas con el aludido seudónimo de Curtis Garland excepto una, para la que utilizó la firma de Donald Curtis. La primera de sus novelas, Yo, Lázaro, lleva el número 22 de la colección, mientras que a la última de sus colaboraciones, La sepultura de los dioses, le corresponde el número 736.



Al igual que sucediera en Toray, también colaboró en las otras colecciones futuristas de Bruguera, con 11 títulos de un total de 244 en Héroes del Espacio y 7 de 31 en La Conquista del Espacio Extra, en todas las ocasiones firmando como Curtis Garland. Caso aparte fue su participación en Galaxia 2001, la larga colección -casi 400 títulos- que, editada por Andina entre los años 1975 y 1986, coexistió con las colecciones de Bruguera practicando, a diferencia de éstas, una intensa política de reediciones de antiguos títulos de colecciones anteriores. Puesto que Galaxia 2001 se nutrió mayoritariamente de Nova Club y de Espacio, no es de extrañar que muchas de las antiguas novelas de Juan Gallardo -cerca de setenta- volvieran a ver la luz, en ocasiones cambiándoles el seudónimo pero siempre conservando los tres suyos más habituales, junto con los nuevos de Don Harris y Glenn Forrester, utilizados en exclusiva para esta colección. A ellas hay que sumar dos antiguas novelas de Espacio que, sorprendentemente, no fueron reeditadas en Galaxia 2001 sino en Terror, la colección de Andina dedicada a este género.



 Un caso diferente fue el de la casi homónima colección Galaxia 2000, publicada por la editorial Delta y mucho más breve que la anterior, puesto que tan sólo alcanzó poco más que una treintena de títulos entre los años 1984 y 1985 aunque, eso sí, todas ellas fueron novelas inéditas. En esta colección Gallardo publicó un total de siete novelas, cuatro de ellas firmadas como Curtis Garland y tres como Donald Curtis, lo que le convierte en el principal colaborador de la misma tras Ángel Torres Quesada.



Si a principios de la década de los ochenta ya habían desaparecido las colecciones de bolsilibros de ciencia ficción editadas por Helios, Producciones Editoriales y R.O., así como las distintas ediciones de la francesa Fleuve Noir, a mediados de la misma se consumó la catástrofe, ya que en un breve espacio de tiempo hicieron lo propio las dos supervivientes de Bruguera -La Conquista del Espacio y Héroes del Espacio-, Galaxia 2000 y Galaxia 2001. El hundimiento de Bruguera también se llevó por delante a su tardía y nonata colección Los Basureros del Espacio, de la cual ni tan siquiera se ha podido determinar -tal fue el marasmo- si los quince títulos anunciados, entre ellos dos de Gallardo firmados como Curtis Garland, llegaron a ser impresos o si, por el contrario, no pasaron de ser un proyecto truncado por la traumática desaparición de la editorial.



Así pues, Gallardo se encontró de nuevo sin lugares en los que poder publicar ciencia ficción... aunque por poco tiempo. En 1986 la editorial Astri, ausente hasta entonces del género, inició una nueva colección, titulada Ciencia Ficción y dedicada en exclusiva a nuestro escritor, un raro privilegio del que han gozado muy pocos autores. La colección perduró hasta 1989 alcanzando los cuarenta números, todos ellos firmados como Curtis Garland, siendo reediciones de ejemplares aparecidos originalmente en la colección La Conquista del Espacio excepto el número 1, Excalibur de Andrómeda, una novela inédita de espada y brujería trasplantada a un marco de ciencia ficción que quedó sin publicar tras el colapso de Bruguera.



Y en 1989 más de lo mismo... hasta que, en 1990, Ediciones B, heredera del fondo editorial de la extinta Bruguera, decidió resucitar su emblemática colección La Conquista del Espacio. La iniciativa no se puede decir que tuviera demasiado éxito, quizá porque los tiempos de los bolsilibros ya habían pasado; en el espacio de seis años, entre 1990 y 1995, la colección alcanzó tan sólo los sesenta y tres números con una cadencia aproximada de uno al mes, muy lejos pues de la frecuencia semanal habitual de las antiguas publicaciones de Bruguera. Por si fuera poco, la totalidad de las novelas fueron simples reediciones de la colección homónima o, en algunos casos, de Héroes del Espacio, por lo que nada nuevo aportó esta colección salvo el rescate de un puñado de novelas ya publicadas. De ellas diez corresponden a Juan Gallardo, nueve firmadas como Curtis Garland y la décima como Donald Curtis, todas las cuales habían sido publicadas inicialmente en La Conquista del Espacio, e incluso tres de ellas ya reeditadas poco antes en la colección de Astri. Ése fue el final definitivo de las colecciones de bolsilibros de ciencia ficción; desde entonces, y a diferencia de otros géneros tales como el romántico o el del oeste, no ha surgido ninguna colección nueva, ni existen perspectivas de que pueda haberlas en un futuro.

Esto no quiere decir que Juan Gallardo dejara de escribir ya que, a diferencia de otros antiguos compañeros suyos, mantuvo hasta el final una envidiable actividad creativa aunque, lógicamente, enfocada ya hacia otros géneros. En la base de datos del ISBN aparecen registradas novelas suyas del oeste, publicadas por Astri y Ediciones B, al menos  hasta el año 2000, y en 2002 Astri le dedicó en exclusiva la colección Piratas, encuadrada el antiguo género de corsarios. En total fueron 12 entregas, todas ellas firmadas como Donald Curtis, con títulos como El Corsario de Oro abriendo la colección y Mar de naves perdidas cerrándola. También de esta época son varios libros de divulgación como El libro de los nombres, El libro de los apellidos, Magia y brujería y Medicina indígena, todos ellos publicados por Astri.

Desaparecida también esta editorial Gallardo pasó a colaborar con Dastin, vínculo que mantuvo durante años. De esta reciente etapa datan siete biografías de mexicanos ilustres, diez adaptaciones de clásicos juveniles como Alicia en el País de las Maravillas, Robinson Crusoe o Miguel Strogoff, un Diccionario de biografías de grandes figuras de la historia y, con motivo del IV centenario del Quijote, una adaptación juvenil de la obra de Cervantes. En los últimos años de su vida publicó varias novelas de mayor calibre: La conjura, La clave de los Evangelios, y la que sería su última obra, Las oscuras nostalgias (2011), perteneciente al género policíaco, quedándose en el tintero su proyecto de escribir una novela de ciencia ficción.



En cuanto a su antigua producción dentro del género, Gallardo es uno de los pocos autores que han contado con el raro privilegio de ver reeditado alguno de sus bolsilibros, ya que en 2007 la barcelonesa editorial Morsa publicó, con el número 6 de la colección homónima, su novela La noche de América agonizante, aparecida originalmente a mediados de la década de los setenta, con el número 329 de la colección La Conquista del Espacio. En palabras del propio Gallardo, este título fue elegido de entre todos los de su abundante producción porque, a juicio del editor, resultaba ser bastante profética -está ambientada en 2005- de nuestra situación actual.

En 2008 un mazazo vino a trastornar su vida, la muerte de su esposa María Teresa, a la que se encontraba muy unido y la cual había sido siempre para él un sólido soporte tanto en su matrimonio como en su producción literaria. Pese a estar muy afectado Gallardo lo afrontó de la mejor manera que sabía hacerlo, escribiendo. Así, poco después comenzarían a verse los frutos de la hasta ahora su última etapa literaria: a finales de 2008 la editorial Multieditors de Promociones iniciaba la colección Episodios galácticos, lo más parecido que se puede encontrar ahora a los antiguos bolsilibros; los dos números aparecidos contaban con relatos de Juan Gallardo -como Curtis Garland y Donald Curtis- y de Francisco Caudet Yarza, otro veterano del género, que firmaba como Montana Blake y Frank Caudett, compartiendo espacio ambos autores en los dos ejemplares. Eso sí no los busquen en las librerías españolas, porque no los van a encontrar; estaban destinados al mercado hispanoamericano, dándose la circunstancia de que tampoco allí fueron puestos a la venta, sino entregados de forma gratuita con otras publicaciones.



En enero de 2009 Ediciones B publicó la ya citada La conjura, una interesante y entretenida novela policíaca ambientada en el Siglo de Oro que cuenta con personajes como Quevedo o Velázquez como protagonistas y que nada tiene que envidiar a títulos muy vendidos gracias a ingentes campañas de promoción antes que a sus méritos propios. Como curiosidad, cabe reseñar que la firma que aparece en el libro no es su nombre, sino su viejo seudónimo de Curtis Garland, en claro homenaje a la rúbrica que le hizo famoso.



Ese mismo año aparecerían sus memorias que, con el título de Yo, Curtis Garland, le publicó la editorial Morsa, y huelga decir que este tipo de iniciativas me parecen sumamente interesantes, puesto que sirven para dar a conocer al gran público esos grandes desconocidos que fueron los escritores de bolsilibros. Se suma esta iniciativa a dos anteriores en las cuales tuve la satisfacción de colaborar, el libro del cincuentenario de la colección Luchadores del Espacio, promovida por la Universidad de Valencia, y el dedicado a Luis García Lecha, en esta ocasión fruto de una iniciativa conjunta de la Universidad de la Rioja y el Instituto de Estudios Riojanos. Sin embargo, y a diferencia de los anteriores, en esta ocasión Yo, Curtis Garland había sido escrito por el propio biografiado, lo que le suministra un interés especial. Esperemos que el ejemplo cunda y podamos encontrarnos en un futuro inmediato con iniciativas similares.

Ya con carácter póstumo la Asociación Cultural Hispanoamericana Amigos del Bolsilibro ha rescatado varios de sus antiguos bolsilibros en los volúmenes recopilatorios El carnicero de Montmartre (2016), Sesión continua (2016) y Joyas del suspense de Curtis Garland (2017), aunque ninguno de los seleccionados hasta ahora pertenece al género de la ciencia ficción.

Lamentablemente Curtis Garland ya no está entre nosotros, aunque se nos fue haciendo lo que mejor sabía hacer y lo que más le gustaba. Cuenta Javier Pérez Andújar, quien mejor le conoció, en la necrológica publicada en el diario EL PAÍS que Gallardo murió con las botas puestas, sin parar de escribir, y que incluso estando ingresado en el hospital estuvo atareado con dos novelas que quedaron inconclusas en un par de libretas que se había llevado consigo y que, por desgracia, ya nunca podrá terminar.




1 Para consultar la relación completa de bolsilibros de ciencia ficción escritos por Juan Gallardo Muñoz, pulse aquí.


Publicado el 29-6-2005 en el Sitio de Ciencia Ficción
Actualizado el 4-10-2020