La breve colección Naviatom





Junto a las colecciones de bolsilibros de ciencia ficción más importantes, al menos en lo que a número de títulos publicados se refiere, a lo largo de las aproximadamente cuatro décadas durante las cuales floreció este formato surgieron un buen puñado de pequeñas colecciones que, por diferentes motivos, no lograron consolidarse, desapareciendo tras haber puesto en el mercado tan sólo un pequeño puñado de números.

Esto no quiere decir en modo alguno que las citadas colecciones, que he venido en denominar efímeras, no presenten interés, que en ocasiones lo tienen y bastaste además, sobre todo aquellas más antiguas. La otra cara de la moneda, por el contrario, estriba en la dificultad en encontrar estas novelas, lo que hace que sean unas prácticas desconocidas para la mayor parte de los aficionados actuales aunque algunas de ellas, como es precisamente el caso de la colección Naviatom, llegaron a circular con profusión por los cambios de novelas que eran entonces -cosas de una España apenas salida todavía de la posguerra y el subdesarrollo- la principal fuente de lectura para los chavales de entonces, entre los cuales me contaba.

La colección Naviatom -su nombre no deja de ser curioso en comparación con los del resto de las colecciones- fue una iniciativa de Manhattan, una pequeña editorial barcelonesa fundada en 1961 por Mariano Hispano González y llamada así como homenaje al género policial, al que al parecer era muy aficionado su propietario. Tal como era habitual Manhattan publicaba varias colecciones siguiendo el esquema clásico: oeste, policíaco, bélico y ciencia ficción. En lo que respecta a Naviatom, esta colección salió a los quioscos en el año 1962, justo cuando Luchadores del Espacio estaba ya a punto de desaparecer -lo haría a principios del año siguiente- pero cuando la maquinaria de la editorial Toray funcionaba a toda marcha, puesto que a su colección estrella Espacio, entonces en pleno auge, se sumaban sus hermanas S.I.P. (Spacial International Police), Espacio Extra y Best Sellers del Espacio, lo que sin duda debió de suponerle una fuerte competencia. De hecho, en la nueva colección tan sólo llegaron a publicarse cuatro títulos; un quinto, anunciado en la contraportada del volumen anterior tal como era habitual entonces, parece ser que no llegó a salir a la venta.



Desde un punto de vista técnico, las novelas de Naviatom seguían el esquema típico de los bolsilibros de la época: formato de 15 x 10,5 cm., 128 páginas, portada con una única y llamativa ilustración ocupando la totalidad de la misma, contraportada anunciando el próximo número y un par de ilustraciones interiores en blanco y negro, una común a la colección y otra encabezando el inicio del texto. Nada diferente, en suma, a la presentación de sus dos principales rivales, Luchadores del Espacio y Espacio, aunque a mí personalmente me recuerda bastante más a la primera. Las portadas, muy vistosas como puede comprobarse en las ilustraciones que acompañan a este artículo, no están firmadas ni tampoco figura el nombre del dibujante en el interior, por lo cual su autoría queda lamentablemente en el anonimato, lo cual es una lástima ya que figuran por derecho propio entre las mejores del género.

En cuanto a los textos, aunque éstos aparecen firmados con tres seudónimos distintos: Walt G. Dovan, Peter Kapra y Eric Börgens, en realidad corresponden a un único autor, el prolífico Pedro Guirao Hernández, cuyas únicas incursiones hasta entonces en el género de la ciencia ficción habían sido su participación como guionista en la colección de novelas gráficas Rutas del espacio, de la editorial Ferma, y un par de bolsilibros publicados respectivamente en Espacio y en Luchadores del Espacio. No sería hasta después de la desaparición de Naviatom cuando comenzó a colaborar de forma activa en las colecciones de Toray primero, y en las de Bruguera y otras editoriales después, hasta convertirse en uno de los principales pilares de la literatura popular española.



Sin embargo, estos tres seudónimos siguieron diferentes caminos. Guirao ya había utilizado previamente el de Peter Kapra en Rutas del espacio y en Luchadores del Espacio, y el de Walt G. Dovan en Espacio, y asimismo siguió usando ambos de forma indistinta, junto con alguno más, a lo largo de su carrera profesional. Caso distinto fue el de Eric Börgens, creado para la colección Naviatom y desaparecido con ella, dándose además la circunstancia de que, durante algún tiempo, existió la duda de si tras él se encontraba Guirao o si era el propio Mariano Hispano el responsable del mismo.

A modo de anécdota cabe anotar que en el número 2 de la colección, El tricéfalo, pese a aparecer firmada esta novela por Peter Kapra tanto en la portada como en el dibujo que sirve de introducción al texto, en el encabezamiento de las páginas pares figura como “autor” Von M. Rusk, un seudónimo completamente desconocido incluso para el investigador Jesús Cuadrado, sin que alcance a entender las razones que se pudieran esconder tras este aparente gazapo. En cualquier caso, Guirao se olvidaría también de este fantasmagórico Von M. Rusk, que no vuelve a aparecer en sus novelas.

La relación de títulos y seudónimos es la siguiente:


Título Autor
1 Señores del Sol Walt. G. Dovan
2 El tricéfalo Peter Kapra
3 Puente cósmico Eric Börgens
4 Muralla estelar Walt. G. Dovan
5 El satélite negro Eric Börgens

La quinta novela, anunciada como El satélite negro y firmada por Eric Börgens, según todos los indicios y tal como he comentado no llegó a ser publicada.

Los argumentos de estas cuatro novelas resultan ser los habituales de Pedro Guirao, sin diferenciarse demasiado de los que podemos encontrar en otras colaboraciones suyas en diferentes colecciones de bolsilibros. Llama la atención, eso sí, que estén ambientadas en unos escenarios profundamente sombríos en los que el inevitable -y obligado- final feliz no logra camuflar la amargura de la narración, tal como ocurre en el moribundo planeta de Puente cósmico, donde una humanidad dividida por sexos se ve abocada a la barbarie -los hombres- o sometida a una férrea y cruel dictadura -las mujeres-. O, como se describe en Muralla estelar, cuando a consecuencia de las imprudentes investigaciones de un científico, un extraño ser procedente de las profundidades del universo arrasa el mundo artificial en el que éste habita, contándose las víctimas por millones antes de que su afán destructor pueda ser neutralizado. En cualquier caso, nos encontramos con una visión del futuro muy alejada de la tradicional simplicidad optimista típica de la literatura popular, lo cual, lejos de restarles valor a estas novelas, las convierte en algo llamativo y curioso.



Otro dato reseñable es que Guirao recicló estas cuatro novelas publicándolas de nuevo entre 1968 y 1970 en la colección Espacio y en la segunda etapa de la colección Ciencia Ficción, ambas de Toray, convenientemente camufladas como inéditas ya que les cambió los títulos y, excepto en una ocasión, también los seudónimos, apareciendo firmadas todas ellas por Peter Kapra. Cabe la posibilidad de que lo hiciera también con la que quedó inédita, pero no he tenido manera de comprobarlo.

Las reediciones, con mínimos cambios -cuando los hay- en el texto, y alguna que otra chapucilla como la de no corregir el seudónimo en la firma del prefacio de una de ellas, fueron las siguientes:


1 Señores del Sol CF 31 Dimensión infinita
2 El tricéfalo E 479 Monstruo mítico
3 Puente cósmico E 477 Un lugar en el cosmos
4 Muralla estelar E 481 Al otro lado de las estrellas

Recuerdo todavía mi indignación cuando, teniendo entonces unos 13 o 14 años, me consideré “engañado” tras descubrir que Monstruo mítico era la misma novela que anteriormente había leído con un título diferente. Como cabe suponer entonces desconocía que estas triquiñuelas no estaban pensadas para gato por liebre a los lectores, sino que se trataba de una argucia de los autores, disculpable dadas las circunstancias, mediante la cual intentaban defenderse de la rapacidad de los editores.

Lo que desconocía entonces era que las tres novelas restantes fueron también reeditadas en idénticas condiciones, y no ha sido hasta fecha muy reciente cuando lo he llegado a saber gracias una vez más a Stéphane Venanzi. Sí ha resultado fácil averiguar, dado que los responsables de la editorial Andina no mostraban demasiados escrúpulos a la hora de arramblar con títulos antiguos de otras colecciones, que todas ellas fueron reeditadas por segunda vez en Galaxia 2001, tres conservando los títulos de Toray (Monstruo mítico con el número 7, Al otro lado de las estrellas con el 111 y Un lugar en el cosmos con el 226) y la restante recuperando el original de Naviatom (Señores del Sol, con el número 149), aunque conservó el seudónimo Peter Kapra con el que fue publicada en Toray.

Cabe reseñar, por último, que en 1962, el mismo año de su aparición en España, la colección Naviatom contó con una edición portuguesa en la que fue publicado un único número, Senhores do Sol, traducción de su homónima Señores del Sol1. Años más tarde, en la edición lusa de Galaxia 2001, lo fue a su vez Monstruo mítico, lo que hace de estos dos bolsilibros un caso ciertamente singular al contar nada menos que con cuatro ediciones, tres en español -las de Naviatom, Espacio y Galaxia 2001- y una cuarta en portugués.

Y eso es todo lo que puedo decir sobre esta interesante colección, que por desgracia no es mucho dada su brevedad.


La revista Naviatom



En 1958, cuatro años antes de la aparición de la colección Naviatom, existió una revista argentina con el mismo nombre... lo cual hubiera podido atribuirse a la casualidad de no darse la circunstancia de que el logotipo de ambas era idéntico. Así pues alguna relación debió de haber entre ellas, aunque lamentablemente no he conseguido encontrarla.

A causa de ello me he de limitar a reseñar lo que sé de la citada revista: el ejemplar que conozco es el número 1 -ignoro si llegó a haber más y, en su caso, cuantos-, tiene fecha de 13 de octubre de 1958 y figura con el subtítulo de Revista juvenil del porvenir. Fue publicado por la editorial Trébol, de la que no tengo ninguna otra referencia. Su periodicidad se anunciaba como quincenal, con un precio de 2,50 pesos argentinos aunque también figuraba un precio para España -lo que indica que también se intentó vender aquí- de 4 pesetas, curiosamente menos de lo que costaba un bolsilibro de la época -5 pesetas- pese a los costes del traslado.

La revista publicaba historias gráficas de ciencia ficción y tenía también algunas secciones fijas de divulgación científica, reportajes, chistes, etc., pero no relatos de texto, por lo que la coincidencia con la colección de bolsilibros se limita al título y al logotipo, no al contenido ni tampoco, aparentemente, a los colaboradores de ambas.




1 Ver Las reediciones portuguesas de bolsilibros españoles.


Publicado el 21-10-2005 en el Sitio de Ciencia Ficción
Actualizado el 30-6-2020