Como se gestó la serie del Orden Estelar





Como es sabido, las dos series de ciencia ficción españolas más importantes son la Saga de los Aznar, de Pascual Enguídanos, y el Orden Estelar, de Ángel Torres Quesada. Aunque ambas cuentan con una longitud equivalente -rebasan la cincuentena de títulos-, sus diferencias son no obstante notables, empezando por la época en la que fueron escritas: mientras la parte original de la Saga es de los años cincuenta, con una continuación a mediados de los setenta, el Orden Estelar es bastante más tardío, puesto que sus novelas fueron escritas entre los primeros años de la década de los setenta -coincidieron, pues, parcialmente, en los quioscos con la reedición de la Saga- y el colapso de las colecciones de bolsilibros a mediados de los años ochenta.

Asimismo la política editorial de Valenciana y Bruguera, responsables respectivas de las colecciones Luchadores del espacio y La conquista del espacio en las que fueron publicadas ambas series, era muy distinta, lo que condicionó sobremanera la forma de desarrollarlas que llevaron a cabo sus autores. Así, mientras Enguídanos no tuvo el menor problema para escribir su serie de forma cronológicamente lineal, repartiendo incluso cada uno de los sucesivos episodios en varias entregas muy al estilo de los tradicionales folletines, Ángel Torres fue víctima una y otra vez de la alergia que sentía Bruguera hacia las series, incluso hacia las más cortas, tal como ha contado él mismo en más de una ocasión, lo que le supuso una notable cortapisa a la hora de desarrollar su particular universo literario.

Es por ello por lo que en toda la serie del Orden Estelar nos encontramos con que las novelas que la forman contienen siempre una aventura completa, con independencia de que algunos personajes o algunas situaciones se puedan repetir en entregas posteriores; el consabido CONTINUARÁ estaba radicalmente prohibido en las colecciones de Bruguera, e incluso el autor gaditano recibió algún que otro tirón de orejas por su empeño en recurrir en ocasiones sucesivas a unos mismos personajes, por más que al final de cada novela la historia quedara definitivamente zanjada.

Por fortuna para los lectores Ángel Torres resultó ser bastante tozudo, gracias a lo cual la serie del Orden Estelar existe como tal. Eso sí, se vio obligado a recurrir a determinadas argucias para conseguir burlar el celo censor de los responsables de las colecciones de Bruguera en las que colaboró, La conquista del espacio y Héroes del Espacio, siendo la principal de ellas el uso de continuos saltos hacia adelante y hacia atrás en la cronología interna de su universo, con lo cual quedaba camuflada su condición de serie. Asimismo solía intercalar las novelas del Orden Estelar con las independientes, gracias a lo cual, y siempre que no abusara demasiado, solía colar de vez en cuando alguna de ellas.

El inconveniente de todo ello es que, si leemos las novelas en el orden en el que fueron publicadas, nos encontraremos con un auténtico -y deliberado- galimatías cronológico, por lo que fue necesario esperar a la reedición de Robel, entre 2003 y 2005 -la anterior de Ediciones B fue muy incompleta-, para poderlas encontrar por vez primera ordenadas según un criterio lógico.

En total fueron 54 las novelas publicadas por Robel, de las cuales la mayoría -40- procedían de la colección La conquista del espacio, 6 de Héroes del espacio, otras 6 de Galaxia 2000 y, por último, las 2 restantes fueron escritas ex-profeso para esta edición. En realidad debería haber habido una más, La amenaza múrida, publicada originalmente en La conquista del espacio y perteneciente a la subtrama del ciclo múrido, formado por un total de tres novelas de las cuales las dos restantes -Invasor del más allá y Surgieron de las profundidades- sí fueron incluidas en la colección de Robel... aunque tampoco tiene demasiada importancia.

Puesto que el número total de bolsilibros escritos por Ángel Torres, incluyendo a estas dos novelas inéditas, asciende a 116, un simple cálculo nos indica que el Orden Estelar abarca algo menos de la mitad de su producción literaria dentro de este ámbito.

En cualquier caso, resulta interesante estudiar estos forzados vaivenes que nuestro autor gaditano se vio obligado a dar muy en contra de su voluntad; y como soy de ciencias y ya se sabe que la cabra tira siempre al monte, he preparado unas gráficas donde se aprecia perfectamente esto que he comentado. Espero que resulten fáciles de entender.




Gráfica número 1


Así, en la gráfica número 1 están representados, en horizontal el orden cronológico interno de las novelas (según la edición de Robel) y, en vertical, el orden en el que fueron publicadas inicialmente como bolsilibros. Si ambos hubieran coincidido, es decir, si Ángel Torres las hubiera ido escribiendo en su orden cronológico natural, todos los puntos deberían coincidir con la línea diagonal que va del vértice inferior izquierdo al vértice superior derecho, algo que evidentemente no ocurre.

Es más, las desviaciones son enormes tanto hacia arriba (lo que indica un adelanto respecto al citado orden cronológico interno) como hacia abajo, lo que supone un retraso. Cuanto más alto o más bajo es el pico mayor es el desvío correspondiente a este desfase cronológico, y si observan con detenimiento se verá que no sólo estas desviaciones respecto a la línea diagonal que representa la “normalidad” son frecuentes, sino que además los saltos son desmesurados de una novela a la siguiente con muy pocas excepciones, una de las cuales son los cuatro puntos alineados en torno al valor 20 del eje horizontal y en la zona baja de la gráfica, correspondientes a las primeras aventuras de Alice Cooper y Adán Villagrán, unas de las pocas que pudo publicar Ángel Torres de manera correlativa al principio de su colaboración en Bruguera (por eso precisamente están en la zona baja, pese a corresponder a la parte central de la cronología de la serie) antes de que los responsables de la colección se lo prohibieran.

Los colores, por su parte, diferencian entre las tres colecciones en las que aparecieron publicadas las novelas: rojo para La conquista del espacio, azul para Héroes del espacio y verde para Galaxia 2000.

En cuanto a las cuatro regiones separadas por sendas líneas verticales, corresponden a los diferentes períodos en los que ha sido subdividida la cronología del Orden Estelar: el Imperio Galáctico (I), el Orden Estelar (II), la decadencia del Orden (III) y la Liga Estelar (IV). Como puede comprobarse, la mayoría de las novelas corresponden al período del Orden Estelar.

Curioso, ¿verdad? Pues he de confesarles que el primer sorprendido, cuando le enseñé esta gráfica, fue el propio Ángel Torres, lo cual no es de extrañar puesto que, si bien daba deliberadamente estos saltos para evitar la censura de Bruguera, no lo hacía de una manera calculada, sino tal como salía... algo que ciertamente tiene su mérito, puesto que en esas condiciones tan poco propicias mantener la estructura interna de la serie no era lo que se dice precisamente fácil.




Gráfica número 2


Todavía podemos hacernos una idea más precisa de como actuó Ángel Torres si, en vez de esta gráfica, nos fijamos en la segunda, que no es sino la anterior dada la vuelta... aquí ya no se representan las novelas en función de su cronología interna, sino según el orden en el que las escribió su autor (eje horizontal), siendo ahora el eje vertical el que representa el lugar que les corresponde en la edición de Robel. Aunque la gráfica presenta un aspecto similar al de la anterior, con múltiples y bruscos saltos, la información que se puede obtener de ella es diferente si la examinamos con cuidado.

Así, los cuatro puntos alineados (los únicos que cumplen esa secuencia) a los que hacía alusión en la referencia a la gráfica anterior, ahora aparecen al principio de la gráfica conforme a la escala del eje horizontal. Estos puntos corresponden respectivamente a las novelas Enemigos de la Tierra (número 74 de La conquista del espacio), Mundo olvidado (nº 80), Los conquistadores de Ruder (nº 83) y Un mundo llamado Khrisdal (nº 92), las únicas que pudo escribir Ángel Torres siguiendo su orden natural sin interferencias de los responsables de la colección. Antes de ellas tan sólo aparece una, Mercenarios de las estrellas (nº 47), la primera del Orden Estelar escrita por el autor gaditano y cronológicamente anterior a las cuatro de las aventuras de Alice Cooper y Adán Villagrán, lo cual tenía su lógica... hasta que llegó Bruguera con la cizalla.

Estas cuatro novelas, o las cinco, si consideramos también a Mercenarios de las estrellas, están por encima de la línea diagonal a la que he aludido con anterioridad debido a que Ángel Torres empezó su narración no por los orígenes en la época del Imperio Galáctico, sino en la parte central del arco cronológico, la fase de expansión del Orden Estelar; no sería sino hasta más adelante cuando retrocedería en varias ocasiones hasta el pasado de los tripulantes del Silente.

A partir del tirón de orejas que recibió tras la publicación de Un mundo llamado Khrisdal Ángel Torres se vio obligado a burlar la censura de Bruguera dando continuos saltos hacia adelante y hacia atrás, tal como se ve en la parte central de la gráfica, sin seguir ningún orden cronológico concreto... y lo curioso es que la triquiñuela le funcionó. Como puede verse las cuarenta primeras novelas, más o menos, las publicó en La conquista del espacio, pasando a alternarlas entre esta colección y su hermana Héroes del espacio, también de Bruguera. En esto no tuvo él nada que ver; los autores mandaban los originales a la editorial y ésta decidía a cual de las dos colecciones las destinaba. Y como oficialmente las novelas del Orden Estelar no constituían ninguna serie... En cualquier caso no fueron muchas las novelas publicadas en Héroes del Espacio, tan sólo seis, la mayoría correspondientes a la fase tardía de la serie excepto una, Traición en Urlanka, ambientada en las postrimerías del Imperio Galáctico.

Rotos ya sus vínculos con Bruguera, a mediados de los años ochenta Ángel Torres inició una nueva etapa en la colección Galaxia 2000, de Ediciones Fórum, una filial de Planeta. Aunque nuestro autor gozó de una libertad de la que había carecido en Bruguera, y pese a que prácticamente la mitad de los títulos de la colección fueron escritos por él, ésta se cerró tras publicar tan sólo 32 números, lo que truncó la posibilidad de una continuidad del Orden Estelar más allá de las seis novelas que aparecieron publicadas en el nuevo sello, sobre un total de quince salidas con su firma bajo su seudónimo habitual de A. Thorkent y el antiguo de Alex Towers, que rescató de Luchadores del espacio pasados veinte años largos.

Estas seis novelas, que aparecen representadas con puntos de color verde, fueron las postreras no sólo en la producción de bolsilibros de Ángel Torres, sino también según la cronología interna de la serie. Pese a que ahora nuestro autor gozaba, tal como he comentado, de total libertad para escribir lo que mejor le pareciera, éste eligió abarcar la etapa final tras la caída del Orden Estelar, es decir, la Liga Estelar, que apenas había tocado en su etapa de Bruguera.

Ésta es toda la información que podemos sacar de las dos gráficas estudiadas hasta ahora, pero todavía nos falta considerar otro factor asimismo importante, la forma en la que intercaló el autor las novelas del Orden Estelar con las ajenas al ciclo que, como ya ha sido comentado, suponen algo más de la mitad del total. Para ello deberemos consultar la gráfica número 3, referida a las novelas que Ángel Torres publicó en La conquista del espacio, la colección más representativa: 78 títulos sobre un total de 746, lo que equivale a algo más de un 10% del total. De estas 78 novelas 40 pertenecen a la serie del Orden Estelar y las 38 restantes son independientes, por lo que prácticamente se repartieron mitad y mitad.




Gráfica número 3


En la gráfica las primeras están representadas con puntos rojos y las segundas con puntos azules, mientras la línea diagonal indica en esta ocasión el promedio del propio autor sobre el total de la colección. Que los puntos estén en un momento determinado por encima de ella indica que en ese momento Ángel Torres estaba publicando novelas con mayor frecuencia de la media, mientras que cuando están por debajo ocurre justo lo contrario.

Como puede apreciarse nuestro autor inició su colaboración en La conquista del espacio en el número 40 de la misma, es decir, menos de un año después de su inicio -su frecuencia era semanal- y la mantuvo de una manera muy constante hasta el número 707, también casi otros 40 números -39 exactamente- antes de que ésta fuera cerrada. En conjunto, se mantuvo activo durante aproximadamente las nueve décimas partes de los casi catorce años en los que ésta estuvo presente en los quioscos.

Si nos fijamos en la gráfica, podremos obtener una información interesante. Como se puede apreciar, los puntos de ambos colores están muy entremezclados, lo que indica lo ya apuntado de que Ángel Torres intercalaba las novelas del Orden Estelar con las independientes, sin duda en un intento de que las primeras pasaran más desapercibidas. No obstante, se ven ciertas etapas en las que predominan las unas o las otras.

Asimismo resulta curioso constatar la existencia de dos grandes brechas durante las cuales no publicó ningún título; la primera de ellas abarca entre los números 170 y 264, casi dos años, y la segunda entre el 393 y el 470, aproximadamente año y medio. A éstas se une una tercera, más estrecha, ya casi al final de su colaboración, de casi un año, entre los números 629 y 672, la cual es explicable dados los problemas que ya por entonces atravesaba Bruguera, que dejó de pagar a sus colaboradores.

En cuanto a la forma sinuosa de cada uno de los tres tramos principales, y en especial de los dos últimos, ésta se explica en términos sencillos: después de cada uno de estos intervalos de descanso, Ángel Torres pisaba el acelerador e incrementaba notablemente sus colaboraciones.

Esto es todo lo que, por el momento, da de sí este análisis; podría haber incluido también sus contribuciones a las otras dos colecciones, pero los resultados serían similares y además no resulta fácil ajustar con precisión la simultaneidad existente entre las dos colecciones de Bruguera, lo que sin duda distorsionaría los resultados. En cualquier caso, resulta curioso comprobar la forma en la que publicó sus obras uno de los principales autores españoles de bolsilibros de ciencia ficción.


Publicado el 17-7-2011 en el Sitio de Ciencia Ficción