La fallida edición francesa de la Saga de los Aznar





Si he de ser sincero, tengo que reconocer que hace ya bastante tiempo llegué a la conclusión de que todo lo que se podía decir de la Saga de los Aznar estaba ya dicho, por lo que seguir insistiendo en este tema no sería sino marear la perdiz.

Me equivocaba. Y de pleno, puesto que lo que me hicieron llegar Joaquín Vidal y Stéphane Venanzi no sólo era interesante, sino muy interesante... y desconocido por completo, al menos para mí.

Todo empezó cuando Joaquín me envió, en plenas vacaciones veraniegas, una novela de la Saga de los Aznar, concretamente La abominable Bestia Gris, ¡traducida al francés! Sí, yo sabía que una de las versiones en cómic de la Saga, concretamente la dibujada por Antonio Guerrero, había sido publicada originalmente en francés, y más tarde en portugués, a principios de los años setenta, antes de que lo fuera en español... pero que yo supiera, no había más reediciones de las novelas que la de Valenciana, también en la década de los setenta, y la posterior de Silente... ambas en español.




“Portada” de la versión en francés de La abominable Bestia Gris


Como cabe imaginar mi sorpresa fue mayúscula, pero cuando le pregunté a Joaquín cómo la había conseguido éste no supo darme explicaciones; simplemente había encontrado el fichero en lo más recóndito de su disco duro y no recordaba su procedencia, algo que no le puedo reprochar porque a mí me suele ocurrir exactamente lo mismo. Recurrí entonces a Stéphan, y fue él quien logró desentrañar el misterio. Pero para ello deberemos hacer un poco de historia.

La novela, que está disponible en la página web Ides et autres, era una traducción de La abominable Bestia Gris, número 6 de la edición de la Saga de los años setenta, y se veía a las claras que no era una edición definitiva sino una especie de maqueta escrita a máquina, aunque imitaba el formato de estos bolsilibros. La “portada” es un fotomontaje de dos portadas originales, ninguna de las cuales correspondía al texto, junto con la leyenda La Saga des Aznars, lo que dejaba claro su carácter provisional. La portadilla reproduce también el familiar dibujo original de la orla decorada en cuyo centro aparecían el título y el autor, en este caso en francés y con dos datos significativos que son las que permitieron tirar del hilo: en la parte superior aparecía escrito “IDES... ET AUTRES” Nº 25 y en la inferior “(pour la traduction française: Bernard GOORDEN)”.

¿Quién era Bernard Goorden? Para ello debemos retrotraernos hasta noviembre de 1978, fecha en la que se celebró en Bruselas la cuarta Eurocon. Si ustedes son suficientemente talluditos y tienen buena memoria, es posible que recuerden que en esta convención europea se otorgó el premio a la Mejor serie europea de ciencia ficción a la Saga de los Aznar justo cuando ésta dejó de publicarse. Es necesario añadir que el organizador de esta Eurocon fue precisamente Bernard Goorden, un reconocido admirador de la Saga y de Pascual Enguídanos, así que todo empezaba a cuadrar.




Portadilla de la versión en francés de La abominable Bestia Gris


Evidentemente es mucho lo que hay que agradecer a Goorden, sobre todo teniendo en cuenta que, haciendo bueno el dicho de que nadie es profeta en su tierra, tuvo que ser un belga quien luchara porque se reconociera en Europa la obra de Enguídanos mientras los propios españoles no movíamos un dedo... pero no es algo que pille por sorpresa.

Por desgracia este reconocimiento no dejó de ser simbólico, ya que ni a Enguídanos, ni a la ciencia ficción española en general, les supuso el menor beneficio práctico, máxime teniendo en cuenta que la Eurocon coincidió con el final de la Saga y que ésta no volvería a ser reeditada hasta varias décadas después por Silente. Así pues, como dice el rotundo refrán español, al burro muerto la cebada al rabo.

Sin embargo, eso no quiere decir que no hubiera intentos de promocionarla... al menos en el ámbito francófono, aunque por desgracia, tal como veremos, sin resultado.

Goorden, que entonces era un veinteañero (nació en 1953), puso especial empeño en traducir la Saga al francés, siendo la versión en este idioma de La abominable Bestia Gris la muestra que utilizó para intentar convencer a distintos editores de la conveniencia de hacerlo. Lamentablemente no pudo ser, ya que los contactos con las editoriales francesas Fleuve Noir y Éditions du Masque y con la belga Marabout, por distintas razones, no llegaron a buen término.




Pie de imprenta de la versión en francés de La abominable Bestia Gris


He tenido acceso a las cartas que Enguídanos escribió a Goorden, no así las respuestas de éste a Enguídanos, en las que, entre otras cosas, ambos comentaban los avatares de la fallida iniciativa. Son en total dieciséis cartas y abarcan desde noviembre de 1977 hasta noviembre de 1982, es decir, cinco años.

Llama la atención que, a lo largo de la correspondencia, Enguídanos insistiera una y otra vez en la necesidad de negociar las condiciones económicas del contrato fijando unos mínimos irrenunciables, advirtiéndole a su interlocutor que en sus relaciones con las diferentes editoriales españolas, que fueron fundamentalmente Valenciana y Bruguera, siempre había salido perdiendo. Esto no es de extrañar ya que, como es sabido, las editoriales españolas de la época solían ser auténticos depredadores frente a los escritores, y si Enguídanos, que era uno de los más importantes y reconocidos, tuvo problemas, cabe imaginarse lo que les ocurriría a los menos afortunados.

A título de curiosidad, cabe reseñar que el propio Enguídanos explicaba que en noviembre de 1977, cuando la Saga estaba dando ya los últimos coletazos, Valenciana le pagaba 18.000 pesetas cuando las novelas costaban 60 pesetas y la tirada oficial -también afirmaba que las editoriales solían camuflar la tirada real dando cantidades inferiores para escamotear dinero a los autores- estaba en los 6.500 ejemplares. Un simple cálculo da por resultado que Enguídanos cobraba por derechos de autor apenas un 5 % -un 4,6 % en concreto- sobre el precio total de la tirada oficial de sus novelas, y eso que era el escritor estrella de la editorial.




Primera página de texto de la versión en francés de La abominable Bestia Gris


Curiosamente, además de barajar la posibilidad de cambiar los nombres españoles de los protagonistas por otros franceses, e incluso anglosajones de cara a una hipotética edición en inglés que, huelga decir, tampoco llegó a materializarse, Enguídanos mostró su sorpresa por la decisión de Goorden de iniciar la edición francesa en La abominable Bestia Gris -por esta razón fue ésta la novela que tradujo- descartando las cinco primeras, algo que el autor aceptó lamentándose de que no le hubiera advertido antes para haber procedido -es conocido su extremado detallismo- a una revisión de la misma, aunque las discrepancias con las editoriales no se limitaron tan sólo al aspecto económico sino también a sus exigencias de una reescritura mucho más allá de lo que estaba dispuesto a aceptar el autor.

Por cierto, en una de sus cartas fechada en enero de 1979 explicaba a Goorden que su editor -es decir, Valenciana- le comentó la posibilidad de abrir una filial en México, lo que permitiría reeditar allí la Saga. Enguídanos se mostraba escéptico y no le faltó razón: Valenciana no sólo no llegó a abrir esta filial sino que quebró tan sólo cinco años más tarde, viéndose obligados los autores a reclamar judicialmente sus derechos a los antiguos propietarios.

Así pues todo se quedó en nada, lo cual fue una lástima por varias razones. La primera, porque habría supuesto un espaldarazo internacional a la ciencia ficción española, prácticamente desconocida fuera de nuestro país y del ámbito hispanoparlante. La segunda, porque habría contribuido, si no a romper sí a rebajar, el férreo y artificial muro que, a diferencia de otros países empezando por los Estados Unidos, siempre ha dividido en nuestro país a la ciencia ficción popular de la presuntamente considerada seria, lo que impidió que, salvo excepciones muy puntuales, ninguno de los escritores de la primera -no sólo Pascual Enguídanos-, pese a su innegable cualificación, pudieran dar el salto fuera de ésta tal como ocurrió con los más afamados escritores norteamericanos fajados en el pulp, empezando por el mismísimo Asimov.

Y la tercera, no menos importante, que había servido para animar al autor de la Saga de los Aznar a continuar escribiendo ciencia ficción, algo que no ocurrió ya que, tal como explicaba a Goorden en sus últimas cartas, estaba completamente desencantado después de sus negativas experiencias con las editoriales españolas, así como frustrado por no haber salido adelante la aventura francesa. Pero esto último da para otro artículo.


Publicado el 29-8-2020