Larry Winters (José Caballer)





José Caballer Caballer nació en Valencia en 1925 y falleció en esta misma ciudad el 31 de diciembre de 2017. Comenzó a escribir muy joven en la colección Comandos, a la que llegó de la mano de su amigo Ramón Brotóns, que le prestó su seudónimo de Walter Carrigan al encontrarse con una respuesta negativa por parte de la editorial, que alegó no necesitar más escritores. Tras publicar de esta manera cuatro novelas en la citada colección, Caballer y Brotóns desvelaron su secreto a los responsables de Valenciana, los cuales le admitieron como colaborador pidiéndole que firmara bajo un seudónimo propio. Había nacido Larry Winters.

Pronto se afianzó como escritor de novelas ambientadas en la II Guerra Mundial, firmando veintiún títulos como Larry Winters -más los otros cuatro aparecidos con el seudónimo prestado- del total de doscientos cuarenta y cuatro números que alcanzó la colección Comandos. Más tarde la propia editorial le solicitó que escribiera también novelas de ciencia ficción, a lo cual accedió. En realidad José Caballer, lejos de ser un genuino escritor de ciencia ficción, se consideraba un autor de género bélico, al que no le apetecía demasiado escribir de extraterrestres en lugar de norteamericanos, alemanes o japoneses sin más que cambiar el decorado respectivo. Lo que a él le ilusionaba era aprovechar el marco de Luchadores del Espacio para hacer divulgación científica, pero no para contar batallitas espaciales que sólo se diferenciaban de las que se publicaban en la colección Comandos en el escenario utilizado, cambiando el océano Pacífico por las vastedades del Sistema Solar.

Pero los deseos de la editorial no coincidían con los suyos, lo que explica que se entregara a la ciencia ficción con desgana, pese a lo cual escribió unas estupendas novelas perfectamente dignas y además razonablemente bien documentadas, unas obras que recuerdan tanto en su ambientación como en su tratamiento a la ciencia ficción norteamericana de la época pulp. Si a esto añadimos que tanto la calidad literaria como la narrativa son asimismo notables, nos encontramos con unos resultados bastante más que satisfactorios. Lamentablemente acabó abandonando el género para dedicarse exclusivamente a la colección Comandos, junto con una única colaboración en Policía Montada, también de Valenciana. Su carrera literaria tampoco fue demasiado larga, ya que finalmente acabó dedicándose a otras actividades profesionales.

Por esta razón la obra de Larry Winters en Luchadores del Espacio fue breve, tan sólo diez títulos, agrupados además de una forma muy curiosa tal como era habitual en esta colección: una serie de tres novelas y otra de cuatro reunidas ambas en una especie de minisaga, otra serie de dos novelas y, por último, una única novela independiente. La primera de ellas, Amenaza latente, apareció allá por 1955 -tenía el autor treinta años- con el número 37 de la colección, en un momento en el que la Saga de los Aznar estaba en su pleno apogeo. Entre los números 37, 38 y 39 repartió Caballer su primera aventura, la de los Hombres de Noidim, su equivalente a los thorbods de Enguídanos.

Volvió a repetir poco después Caballer con una nueva serie de cuatro títulos, los correspondientes a los números 47 a 50, la cual intentó finalmente unir a la anterior, ciertamente con bastante mejor voluntad que fortuna. A partir de este momento tardó bastante en publicar nuevas obras, ya que hay que esperar hasta los números 86 y 87 para encontrarnos con una corta serie de dos novelas -la de Despertar en la Tierra- que, en realidad, son dos aventuras diferentes unidas por el único nexo común de los protagonistas. Una última aparición, muy tardía, tuvo Larry Winters con Misterio en la Antártida, número 141 y única novela independiente de toda su obra; un aceptable relato que, no obstante, supuso su canto de cisne en una colección que ya por entonces era bastante diferente a la que él conociera.



Escrita en plena guerra fría, esta novela no puede tener un arranque más clásico: Estamos en el año 2023, doce después de haber estallado una fatídica guerra nuclear que ha arrasado por completo nuestro planeta. Dos grupos de supervivientes intentan salir adelante en dos lugares: Ontario, en el Canadá, y Oasis, un antiguo centro experimental situado en lo que antes fuera Suecia. Sin embargo, sus planes para el futuro difieren abiertamente: Mientras los canadienses tan sólo buscan recobrar el modo de vida anterior a la guerra, los europeos actúan de forma mucho más precavida.

Y es que, aun cuando el mundo anterior a la guerra estaba al borde mismo del abismo -clara extrapolación de la guerra fría típica de la época en que la novela fue escrita-, los habitantes de Oasis sospechan que el conflicto fue provocado por extraterrestres deseosos de apoderarse de la Tierra sin tener necesidad de conquistarla... Habiéndoles bastado con provocar la mutua aniquilación de Oriente y Occidente para esperar después tranquilamente a la desaparición de la radiactividad y ocupar tranquilamente el planeta.

Los indicios de que así ha ocurrido son varios, desde el extraño modo en el que estalló la guerra, sin un agresor claro y con ambas partes acusándose mutuamente de haberla iniciado, hasta la aparición durante el conflicto de una mortífera arma no terrestre, un gas capaz de reducir a polvo absolutamente todo a excepción del agua y el vidrio, así como unas extrañas interferencias procedentes de la Luna que impiden las comunicaciones por radio.

Por ello los europeos abordan dos proyectos anteriores a la guerra: Una ciudad submarina protegida por una cúpula de vidrio -el agua y el vidrio son las dos únicas sustancias resistentes al arma del enemigo- y un cohete con el que poder viajar a la Luna para destruir el centro generador de las interferencias de radio. Por el contrario, los habitantes de Ontario no adoptan la menor precaución, ignorando las advertencias de sus aliados.

El cohete es lanzado a la Luna, descubriendo sus tripulantes una instalación automática que destruyen, tras lo cual la radio vuelve a funcionar; pero la amenaza latente a la que hace alusión el título continúa existiendo.



Tras disiparse la radiactividad en la Tierra, los hombres de Noidim aparecen en nuestro planeta apoyados por una poderosa flota invasora, frente a la cual nada pueden hacer las fuerzas combinadas de Ontario y los europeos. Por si fuera poco, una rebelión de la población rusa -¡siempre la guerra fría!- provoca la destrucción de la ciudad subterránea, el último baluarte de una humanidad libre. La Tierra queda así en poder de los invasores y sus escasos habitantes, cuando no muertos, han pasado a ser esclavos de los sanguinarios hombres de Noidim.

Mientras tanto, los tripulantes del cohete lunar han entrado en combate con los noidios -así llama el autor a los invasores-, viéndose imposibilitados para volver a la Tierra. Dañado en la batalla y por una posterior lluvia de meteoritos, el cohete se convierte en un cuerpo muerto que vaga a la deriva por el espacio. La situación no puede ser más dramática cuando aparece frente a ellos un planeta errante que, a pesar de describir una órbita elíptica muy excéntrica que le hace aparecer en el interior del Sistema Solar tan sólo una vez cada varios siglos, resulta ser perfectamente habitable.

Los viajeros consiguen realizar un aterrizaje de emergencia que destroza definitivamente el cohete, encontrándose náufragos en un planeta aparentemente deshabitado en el que inician una nueva vida de robinsones. Lamentablemente, en uno de sus vuelos de exploración en helicóptero descubren la presencia de una astronave noidia... El peligro acecha de nuevo.



La amenazante astronave enemiga está vacía e inutilizada, y es usada por los náufragos como alojamiento. En sus viajes de exploración descubren una civilización primitiva, lo que les aclara todas las incógnitas. Tiempo atrás un reducido número de náufragos noidios aterrizaron en este planeta, convirtiéndose en los reyes de la atrasada población indígena e imponiéndoles sus tiránicas pautas culturales. En la actualidad ya no existen noidios, pero los aborígenes han conservando su lengua.

La situación se complica cuando un noidio, prisionero de los terrestres desde sus lances lunares, consigue escapar aliándose con algunos reyezuelos indígenascon el propósito de convertirse en el amo del planeta. Finalmente los terrestres consiguen aniquilar al noidio y a sus aliados, imponiéndose la labor de colonizar el planeta, mientras sus descendientes se encargarán de reconquistar la Tierra cuando el planeta retorne de nuevo a sus proximidades.



Ésta es la primera novela de una nueva serie de cuatro. Ambientada cronológicamente en una época contemporánea a la de su redacción -principios de los años cincuenta-, nada tiene que ver argumentalmente con la historia anterior, con la que enlaza únicamente al final de la serie. Comienza la narración en plena selva amazónica, con unos pilotos veteranos de la II Guerra Mundial, hoy enrolados en una compañía de aviación civil, empeñados en buscar a unos compañeros suyos desaparecidos misteriosamente cuando atravesaban lo más intrincado del infierno verde. Al sobrevolar el lugar en el que desaparecieron sus compañeros son atrapados por unos extraños rayos paralizantes que derriban el avión, siendo hechos prisioneros por unos extraterrestres -luego sabrán que su origen es marciano- que extraen minerales en pleno corazón de la selva.

Tras permanecer cierto tiempo retenidos en el interior de la astronave marciana, son finalmente llevados, junto con varios indígenas también prisioneros, a un remoto planeta en el que los marcianos explotan unos yacimientos mineros. Allí, junto con prisioneros procedentes de numerosos planetas, son obligados a trabajar como esclavos, en unas condiciones sumamente penosas, por los crueles marcianos.

Finalmente los terrestres acaban provocando una sublevación de los esclavos que, tras aniquilar a la guarnición marciana y apoderarse de la flota enviada para cargar el mineral extraído, retornan a sus respectivos planetas.



Pese a ser la continuación numérica de la anterior, esta novela arranca con una trama paralela. Ambientada temporalmente en la misma época que su compañera, verano de 1952 y por lo tanto situada algunos años antes de su fecha de publicación real, describe la construcción de un cohete capaz de llegar a Marte gracias al afortunado descubrimiento de un enorme meteorito compuesto por un desconocido metal infinitamente más resistente y tenaz que todos los conocidos, lo que permite dotarlo con un casco prácticamente indestructible.

El cohete despega rumbo al planeta rojo, llegando sin incidentes a su destino... Justo en el peor de todos los momentos posibles. Marte está siendo víctima de un ataque demoledor por parte de un enemigo desconocido, que está atacando con bombas atómicas la superficie del planeta. Evitando aterrizar en el planeta los expedicionarios se dirigen hacia Deimos, donde descubren una ciudad marciana que ha quedado destruida por completo. Poco después son atacados por unas naves desconocidas y, a pesar de que consiguen destruir varias de ellas, su cohete sufre graves averías que lo dejan a la deriva.

Cuando la situación no podía ser más crítica, encuentran en su camino un planeta errante -diferente del que aparecía en la aventura anterior- en el que aterrizan para reparar las averías, con tan mala suerte que el resentido cohete se destroza por completo, salvándose ellos mismos casi por milagro. Y allí, en ese remoto planeta sin nombre, se encuentran con los protagonistas de la novela anterior que, recordémoslo, habíamos dejado camino de la Tierra en una nave marciana capturada en el planeta en el que habían permanecido como esclavos. Éstos están acompañados por varios individuos extraterrestres aliados suyos, y poseen una astronave que están reparando. Lógicamente, ambos grupos se unen en busca de su meta común de retornar a la Tierra.



De acuerdo con la original estructura que Caballer dio a la serie, esta novela es la continuación no de Expedición al éter sino de La ruta de Marte, y nos relata las peripecias sufridas por sus protagonistas desde el momento en que huyeron de la esclavitud impuesta por los marcianos. Ya se encontraban próximos a la Tierra, cuando la imprudencia de uno de los indígenas amazónicos que les acompañaban provoca la destrucción de la nave, viéndose obligados a evacuarla en una de las navecillas de salvamento. Poco después topan los náufragos con una feroz batalla sideral, siendo atrapados por una de las astronaves que participan en la misma; sus tripulantes, unas amazonas con las cuales no pueden comunicarse, deciden encerrarlos hasta que la batalla haya finalizado.

Pero el azar decide de otra manera. La astronave de las amazonas es destruida por sus enemigos, dándoles apenas tiempo a los terrestres para huir en una nave de salvamento acompañados en esta ocasión por varias de sus captoras. Obviamente se alían ante el objetivo común de salvarse y, mientras buscan un lugar en el que poder aterrizar, comienzan el aprendizaje mutuo de los idiomas, gracias a lo cual los terrestres pueden conocer el avispero en el que se hayan metidos.

Sus compañeras de infortunio son naturales del planeta Kaoni, expoliado y conquistado por sus eternos enemigos, los hombres de Noidim. Éstos, que pretenden hacerse con el dominio de todo el universo, primero les han expulsado del planeta y luego les han perseguido, aniquilando prácticamente a la totalidad de su raza de la que ellas son los últimos representantes. También los noidios se han enzarzado en una guerra con los marcianos, los antiguos enemigos de los protagonistas, los cuales llevan por cierto la peor parte; esto explica, dicho sea de paso, el conflicto bélico descrito en Expedición al Éter. Esta aparición de los hombres de Noidim en esta nueva aventura, supone el inicio del enlace entre las dos series, que se completará más adelante.

Está claro que el enemigo común son los noidios, pero los náufragos tienen mayor urgencia en buscar un lugar donde posarse ya que la autonomía de la nave de salvamento es muy limitada. Las amazonas buscan el planeta errante ya conocido por la novela anterior, que saben cercano, y allí toman tierra dedicándose a explorarlo. Aunque el planeta cuenta con una fauna peligrosa, la amenaza mayor, no obstante, viene dado por una nave noidia que se estrella en su superficie, y cuyos supervivientes constituyen un peligro mortal. La cuestión se complica todavía más cuando una astronave de Kaoni averiada aterriza también en el concurrido guijarro; finalmente se traba una lucha en la que los terrestres y sus acompañantes, auxiliados por los tripulantes de la recién llegada astronave, consiguen aniquilar a sus enemigos.

Tan sólo queda, pues, reparar la astronave y partir hacia la Tierra, ya que los aliados de los terrestres han perdido su hogar; y estando en esta labor es cuando se produce el aterrizaje de emergencia del cohete de los otros terrestres, los protagonistas de Expedición al éter. Al llegar a este punto retoma en el autor el hilo argumental que abandonara momentáneamente al final de la novela anterior, reuniendo así a todos los diferentes protagonistas en un único grupo cuyo objetivo es retornar a una Tierra que saben además en peligro, no por culpa de los pobres marcianos, que bastante tienen ya encima, sino de los mucho más peligrosos noidios.



Con esta novela concluye no sólo la serie, sino también la saga completa formada por las dos series. Arranca la narración justo donde quedara en el número anterior, es decir, con todos los expedicionarios viajando rumbo a la Tierra en la astronave kaoni, una vez dejado atrás el planeta errante donde tuvieran lugar sus últimas aventuras. A su satisfacción por retornar al hogar se suman dos hondas preocupaciones. Primero, el temor de que los hombres de Noidim hayan podido invadir nuestro planeta. Segundo, la afirmación de los científicos presentes en el grupo de que la dilatación del tiempo a causa de los efectos relativistas les haga llegar mucho después de la época en la que partieron.

Como es natural los protagonistas aciertan en sus dos predicciones, hecho que pueden comprobar al ser atacados por naves noidias nada más acercarse a la Tierra. Adoptando las debidas precauciones se internan en el Amazonas y allí desembarcan, teniendo ocasión de liberar a un grupo de esclavos terrestres que trabajan en unas minas bajo la vigilancia celosa de sus crueles amos. Lamentablemente el golpe de mano es advertido por los noidios, que envían un gran número de tropas con las que ponen en jaque a los audaces terrestres. La situación no puede ser más desesperada, cuando aparece una misteriosa escuadra que barre a los noidios salvando la situación. Se trata de los descendientes de los huidos de la Tierra con motivo de la invasión de los hombres de Noidim -recordemos la aventura de Amenaza latente- que, tras haber levantado un emporio en su planeta de exilio, vuelven ahora al frente de una poderosa flota cuyo único objetivo es reconquistar nuestro planeta.

Los protagonistas están salvados y en manos de los futuros libertadores de la Tierra, ingente tarea que el autor despacha con un breve epílogo en el que afirma que las cosas van muy bien y los noidios están siendo aplastados en todas partes. Y así termina la saga de las siete novelas.



Sin duda es ésta una de las mejores novelas de este autor, probablemente debido a que en ésta Caballer huye de las batallitas que tan poco le agradaran para centrarse en un argumento bastante más original y menos condicionado que, a la vez, presenta algunas concomitancias con Un guijarro en el cielo, la conocida novela de Isaac Asimov en la que un terrestre contemporáneo se ve catapultado a un futuro completamente diferente de su presente.

Aquí el protagonista es un húngaro que, huyendo del comunismo implantado en su país al término de la II Guerra Mundial, ha acabado recalando en la Alemania ocupada de la posguerra. Privado de todo recurso económico a pesar de su condición de ingeniero, se ve forzado a aceptar la propuesta de un extraño científico alemán: Vivir en estado de hibernación, o algo similar a ello, durante varios siglos, para despertar en una Tierra del futuro que podrá ser un paraíso... O un infierno.

La realidad se muestra cruel cuando, aproximadamente tres mil años después, el protagonista vuelve a la vida encontrándose con una humanidad que, caída en la barbarie, fue fácilmente vencida casi mil años antes por unos invasores que han implantado una cruel dictadura en la que a los terrestres tan sólo les cabe la condición de esclavos. Convertido efímeramente en una atracción científica, poco después el protagonista es enviado a trabajar, como un esclavo más, a las instalaciones fabriles de los hombres de Roni, los crueles e inhumanos señores de la Tierra.

Obviamente no se resigna a su triste destino y, a pesar de la sumisión de sus compañeros, consigue urdir un plan de fuga de acuerdo con varios terrestres. El gran problema es que en toda la Tierra no hay lugar para unos esclavos fugitivos, por lo que la decisión ha de ser forzosamente heroica: Intentarán robar una astronave para poder huir rumbo a un nuevo planeta en el que puedan vivir en libertad. Increíblemente su plan de fuga tiene éxito y el grupo de terrestres, teniendo como rehenes al gobernador enemigo y a su hija, logran huir en una astronave de la sojuzgada Tierra. Todo el universo se abre ahora ante sus ojos ansiosos de libertad.



Aunque esta novela es una continuación de la anterior, ambas son independientes entre sí manteniendo cada una de ellas su propia trama. Arranca esta última veinte años después de los sucesos narrados en la primera, y ciertamente no de una manera halagüeña: En su huida de la Tierra la astronave de los protagonistas fue atacada por el enemigo, sufriendo graves daños que inutilizaron totalmente su sistema de propulsión convirtiéndola en un cuerpo muerto que vaga por el espacio sin la menor posibilidad de alterar mínimamente su rumbo. Se da así la cruel ironía de que su audaz fuga ha servido únicamente para condenarlos a una muerte lenta. Mientras tanto, los protagonistas han tenido varios hijos que han venido a representar el nacimiento de una nueva generación en el interior de la astronave maldita que no conoce más horizonte que el limitado por el casco de su prisión pero que representa una esperanza de futuro para los atribulados náufragos.

Un rayo de esperanza se abre ante sus ojos cuando descubren que el azar les ha puesto frente a un planeta que forzosamente les ha de retener con su atracción gravitatoria. Los náufragos espaciales consiguen aterrizar de forma accidentada -varios de ellos mueren a causa del impacto- en el desconocido planeta, encontrándose con una tierra salvaje dominada por las furias desatadas de la naturaleza, junto con unos hombres primitivos que también les traen quebraderos de cabeza, lo que hace que la vida de los protagonistas en su nueva patria resulte ser sumamente dura y peligrosa.

Paralelamente a la odisea de los forzados pioneros tiene lugar otra historia perfectamente diferenciada. El monarca de un importante reino estelar, en cuyas fronteras está incluido el planeta salvaje, es derrocado en una revuelta palaciega y abandonado a su suerte en este astro olvidado, haciendo creer los sublevados a sus súbditos que ha perdido la vida en el mismo merced a un desgraciado accidente. La casualidad hace que el destronado rey entre en contacto con los terrestres, con los que se alía rápidamente haciendo causa común con ellos en la dura lucha por la supervivencia. Tiempo después una nueva casualidad hace que sea localizado por una astronave leal -es decir, rebelde a los usurpadores- cuyos tripulantes, rechazando la versión oficial de su muerte, han estado buscándolo en un tenaz empeño por encontrarlo con vida.

El resto de la novela es fácil de imaginar. Trasladado rápidamente al planeta capital, el derrocado rey se pone al mando de sus leales que, tras una breve lucha, logran recuperar el control del reino derrotando a los usurpadores. El monarca vuelve a reinar en sus dominios, aunque no está ya solo sino acompañado de su futura consorte, la joven hija de los fugitivos terrestres, de la cual se ha enamorado perdidamente. Y en cuanto a sus compañeros de infortunio, éstos podrán vivir tranquilamente y en paz.



Ésta fue la última colaboración de Larry Winters en Luchadores del Espacio, y es la única de todas ellas que desarrolla por sí sola una narración completa, la cual resulta ser bastante interesante.

Vayamos con el argumento, ambientado en una época contemporánea de la novela, es decir, finales de los años cincuenta. En un lugar tan remoto y desconocido como es la Antártida, comienzan a suceder repentinamente extraños accidentes. Varios barcos balleneros desaparecen sin dejar el menor rastro, un avión se estrella misteriosamente en pleno continente, terremotos súbitos, indescifrables señales de radio, visiones fugaces de extrañas astronaves que se alzan sobre el cielo dejando tras de sí rastros de fuego...

Barruntando la existencia de algo fuera de lo normal, el gobierno norteamericano envía una expedición hacia una cordillera del interior de la Antártida, lugar del que se sospecha pueda ser el origen de todos estos inexplicables fenómenos. La expedición parte y, al llegar a su lugar de destino, es víctima de un terremoto -posteriormente sabrán que todo se ha debido al despegue de una astronave- que los sepulta bajo un alud de nieve. Los supervivientes descubren atónitos que el terremoto ha despejado la boca de una caverna, y se internan en la misma buscando descifrar el misterio.

Por desgracia para ellos, poco después son atrapados por los ocupantes de la vasta caverna, unos seres extraterrestres como cabía suponer. Procedentes de algún rincón del universo, los extraterrestres han establecido en la Antártida una importante explotación minera de la que extraen materiales radiactivos que posteriormente envían al espacio en unas lanzaderas. Éstas son recogidas en órbita por una gran astronave que las traslada hasta el planeta de origen de los extraterrestres... Y vuelta a empezar. Todos los extraños fenómenos que dieran inicio a la novela son consecuencia de esta actividad que, por razones obvias, los extraterrestres procuran mantener en secreto.

Es por esta razón por la que los protagonistas son retenidos y obligados a trabajar en la estiba de las naves, junto a otros terrestres -padre e hija- capturados anteriormente en Alaska... Y es que, como comenta irónicamente Caballer, la editorial les pedía que pusieran siempre una protagonista femenina, aunque fuera metida con calzador. La situación se mantiene estacionaria durante algún tiempo hasta que, finalmente, los terrestres urden un plan de fuga: En el momento en el que una lanzadera queda completamente cargada, en vez de retirarse de ella penetran en su interior zafándose de sus guardianes. Puesto que el funcionamiento de la nave es completamente automático, sus captores no logran impedir el despegue ni realmente ponen demasiado interés en ello; el destino de la lanzadera no es otro que la astronave de carga, y allí podrán ser capturados con toda facilidad por sus tripulantes. Pero los fugitivos consiguen alterar el rumbo, de manera que la lanzadera se aleja de su nave nodriza, zambulléndose en pleno océano Atlántico.

La nave se hunde finalmente en las profundidades marinas y, aunque los protagonistas se salvan y son recogidos por un barco, éstos carecen de la menor prueba de su odisea, teniendo bastante con evitar ser tomados por locos puesto que nadie cree su extraordinaria historia.


Novelas de Larry Winters publicadas en Luchadores del Espacio


Título
37 Amenaza latente
38 Los hombres de Noidim
39 La nueva patria
47 La ruta de Marte
48 Expedición al éter
49 Fugitivos en el cosmos
50 Avanzadilla a la Tierra
86 Despertar en la Tierra
87 El mundo perdido
141 Misterio en la Antártida

Publicado el 8-10-2001 en el Sitio de Ciencia Ficción
Actualizado el 9-7-2019