Mundo de leyendas





Ángel Torres Quesada podrá gustar o podrá no gustar como escritor de ciencia ficción, esto es algo muy personal, pero de lo que no cabe duda es de que nunca nos defraudará, independientemente de lo uno o lo otro, dándonos gato por liebre. Dicho de otra manera, su estilo narrativo está siempre garantizado a diferencia de otros muchos autores, algunos muy afamados, que acostumbran a dar bandazos, cuando no saltos en el vacío, capaces de desorientar al lector más avisado.

Por el contrario, una novela -o un relato- del escritor gaditano siempre llevará su marchamo. Y si encima, como es mi caso, te gustan, pues mejor que mejor. Porque no tengo ningún inconveniente en reconocer que, a excepción de algunos inencontrables bolsilibros suyos -que tampoco eran malos-, puedo presumir de haber leído la totalidad, o al menos así lo creo, de sus obras publicadas. Y, aunque como es natural tengo mis favoritas, todas ellas han pasado, como mínimo del aprobado.

No es de extrañar, pues, que acogiera con interés la publicación de Mundo de leyendas, ya que con excepción de Las sendas púrpuras, publicada hace tan sólo medio año, nos había tenido ayunos de novedades, y éstas tan sólo relativas, desde que concluyera la reedición del Orden Estelar por la desaparecida editorial Robel, a la que habría que sumar, también por esa misma época, algunos relatos publicados en la también extinta revista Asimov. Si a ello le sumamos la dificultad de encontrar la mayoría de sus libros anteriores -no pude conseguir La Dama de Plata, publicada en 1991, hasta 2007-, se comprenderá que para los aficionados a sus historias encontrarse con una novela nueva es literalmente un festín.

Además, Mundo de leyendas no es una novela cualquiera -de las suyas, se entiende- sino uno de sus trabajos más ambiciosos desde, probablemente, la trilogía de las Islas y su secuela posterior, asimismo una trilogía truncada, Wyharga. Y no sólo -aunque también- por su extensión, 370 páginas en un generoso formato de 23x15 centímetros, sino también porque su argumento, trabajado y complejo, nos introduce de lleno en su particular universo.

Aunque no pretendo en modo alguno destriparla, creo que será de interés recordar que Mundo de leyendas se sitúa en la línea narrativa de la Cofradía de asesinos, iniciada con los modestos bolsilibros Cofradía de asesinos y Enemigo de la Cofradía, ambos publicados en la colección Héroes del Espacio, y El hacedor de mundos, de Galaxia 2000, y continuada a lo grande en la excelente La Dama de Plata, de la que es directa continuadora retomando a sus personajes principales, el cofrade renegado Alone Starsilver, su archienemigo Joron Yukai y el joven Jericó, discípulo del primero. Asimismo el fanzine Framauro publicó en su número 2, allá por el año 2000, el relato El trovador, que finalmente acabaría convirtiéndose en un capítulo de Mundo de leyendas.

La acción de la novela se desarrolla en Zadoga, un mundo olvidado situado en la frontera entre los mundos civilizados -la Sede Terrestre- y las regiones anárquicas del universo, un mundo aislado por una misteriosa barrera energética que lo envuelve por completo, excepto una única y estrecha abertura, en el cual la soberanía terrestre es poco más que nominal mientras las ciudades estado de la Pentápolis se sumen en interminables conflictos feudales y las olvidadas tribus no humanas del sur empiezan a verse agitadas por deseos de venganza contra sus seculares enemigos.

Aparentemente Zadoga es el lugar al que cualquiera mínimamente sensato jamás se le ocurriría ir. Sin embargo, y tal como indica el título, Zadoga oculta muchos misterios y también muchas leyendas, al tiempo que diferentes signos tales como las perturbaciones de la otrora infranqueable Barrera parecen presagiar la llegada de unos nuevos tiempos predichos por antiguas profecías y no necesariamente halagüeños.

Dentro de este atrayente marco, que tiene el regusto de la inolvidable ciencia ficción clásica, los protagonistas se moverán dentro de una compleja trama con varios hilos narrativos paralelos que, como cabe esperar, acabarán confluyendo en una apoteosis final que me he comprometido a no contar... aunque sí puedo añadir que, por si fuera poco, ésta contiene además varios guiños a algunas de sus anteriores novelas, como sin duda descubrirán todos los que conozcan su obra, que no impedirán comprenderla, no obstante, a quienes no las hayan leído.

En resumen, se trata de una novela interesante que sirve de eslabón, más que de broche, a una parte importante de su producción literaria; y digo lo de eslabón porque Mundo de leyendas, pese a tener un final claro y suficientemente cerrado, deja abierta no obstante la posibilidad de una hipotética continuación, a falta de que Ángel se anime a ponerse con ella. Creo, sinceramente, que merecería la pena.

No puedo terminar de escribir esta reseña, que no crítica, sin hacer una mención al editor, José Joaquín Ramos de Francisco, responsable de la ya veterana página web Alfa Eridiani -de la que soy colaborador- y que, a partir de 2008, convirtió su suplemento Erídano, hasta entonces también en formato electrónico, en una colección de libros en papel en un principio modestos, y me estoy refiriendo exclusivamente a su extensión.

Sin embargo, con el tiempo iría abordando ediciones más ambiciosas que ahora han cristalizado en la novela de Ángel Torres, todo un reto para un editor primerizo como él que no obstante ha conseguido salvar con toda dignidad. Mundo de leyendas cuenta además con una excelente portada dibujada por Guillermo Romano y, aunque parezca una trivialidad, presenta un punto importante, las hojas están cosidas y no fresadas y pegadas como suele ser habitual hoy en día, para desesperación de los lectores que se quedan con ellas en las manos. Eso sí, sin ánimo de criticar ni mucho menos de descalificar, sino solamente como sugerencia de cara a una mejora en la edición de libros posteriores, me gustaría indicarle la conveniencia de una mejora en la maquetación que les diera un aspecto más profesional, el único detalle que he echado en falta.

Por lo demás vaya mi enhorabuena tanto a Ángel como a José Joaquín, a los que emplazo para que no sea ésta la única alegría que nos den a los aficionados, bien de nuevo juntos, bien cada uno de ellos por separado.


Publicado el 16-12-2010 en el Sitio de Ciencia Ficción