Intriga galáctica




Esta novela, que completa con la anterior el segundo volumen de la edición de Robel, apareció publicada inicialmente con el número 520 de la colección La Conquista del Espacio. En ella se continúan relatando los avatares del moribundo Imperio Galáctico, en esta ocasión dentro de un marco de la más pura space ópera que recuerda un tanto a la trama de Un mundo llamado Badoom, la primera novela escrita por Ángel Torres y única de este autor publicada en la colección Luchadores del espacio: los neujitas, una raza reptiloide que habita más allá de las estrellas Cástor y Pólux, en la región estelar de los Gemelos, han entablado guerras en varias ocasiones contra los humanos, habiendo estado a punto incluso, en una de ellas, de llegar hasta la misma Tierra. Tras un ímprobo esfuerzo militar finalmente el Imperio había logrado derrotarlos, confinándolos en sus planetas natales y estableciendo una marca fronteriza con objeto de mantenerlos a raya en previsión de futuras aventuras expansionistas de sus enemigos.

Para sorpresa de los imperiales, al ocupar éstos el territorio abandonado por los neujitas en su repliegue descubrirían a Lorgan, un planeta habitado por humanos pero aislado completamente del resto del orbe y, por ello, desconocido hasta entonces. Este planeta había estado englobado hasta entonces por el territorio de Neuj sin que los reptiloides, aparentemente, hubieran mostrado contra ellos la hostilidad desatada contra los imperiales. Aunque la política expansionista del Imperio era la norma habitual de éste, al crear la Marca de los Gemelos había respetado sorprendentemente la independencia de Lorgan sometiéndolo, eso sí, a un estrecho control por parte del legado imperial bajo cuya autoridad se encuentra la zona.

La razón para este insólito proceder es simple: Lorgan es el único lugar del universo conocido donde se obtiene la hirita, un extraño mineral -trasunto del talén de Un mundo llamado Badoom, aunque en este caso se trataba de una planta- vital para las necesidades del Imperio, el cual adquiere ávidamente la totalidad de la producción sin que nadie sepa -es secreto de estado- el destino que se le da.

Tras introducirnos hábilmente en este ambiente, Ángel Torres pasa acto seguido a narrar la trama de la novela, que describe el desarrollo de una crisis que podría resultar grave. Mientras los servicios de espionaje imperiales temen un nuevo ataque de los peligrosos neujitas, una nave patrullera de la guarnición fronteriza de la marca descubre los restos de una vieja astronave en cuyo interior se encuentra, moribundo, un destacado miembro de la oligarquía local de Lorgan. El herido fallece antes de poder ser interrogado, y las autoridades imperiales temen devolver el cadáver a sus compatriotas ante el temor de ser acusados de su asesinato.

Justo entonces, avisado por los servicios de espionaje, llega a la Marca un legado imperial que propone al Jerarca responsable de la misma un arriesgado plan: puesto que a los espías imperiales les había resultado imposible hasta entonces infiltrarse en la hermética sociedad de Lorgan, aprovechará para infiltrar a uno de sus mejores hombres, haciéndolo pasar por el fallecido tras las pertinentes operaciones de cirugía plástica y la implantación en su mente de todos cuantos falsos recuerdos se pudiera disponer, fingiendo una amnesia parcial para camuflar su desconocimiento del resto.

Kent Lachman, que así se llama el agente, suplanta pues al fallecido Lurjol y, al menos en un primer momento, consigue salvar con éxito la difícil prueba logrando engañar a los lorganitas que acuden a recogerlo, un pariente cercano y la propia novia del difunto. Durante el corto viaje hasta Lorgan logra saber algo más de sus enigmáticos huéspedes, aunque no el motivo de la misión de aquél por quien se hace pasar. Aunque poblado inicialmente por colonos procedentes con toda probabilidad de la Tierra durante las primeras etapas de la expansión de la humanidad por el cosmos, Lorgan ha desarrollado en el discurrir de los siglos una sociedad propia aislada por completo del resto de los mundos colonizados por el hombre. Su sistema político es una especie de oligarquía conformada por diferentes clanes familiares, algunos de ellos rivales, lo que configura un delicado sistema de alianzas y enfrentamientos entre unos y otros.

Poco a poco el espía terrestre va recabando información, y con él el lector. El fallecido Lurjol se había responsabilizado de un plan de negociación con un planeta desconocido -más adelante se sabrá que se trata de Neuj- con objeto de liberarse del yugo imperial que, si bien respeta la autonomía interna de Lorgan, mantiene en la práctica un férreo protectorado cuyo fin es asegurarse la producción de la ansiada hirita. Lurjol tenía un hermano gemelo, Luryan, verdadero gestor del plan, el cual había huido en una astronave y dado por desaparecido varios años atrás, al parecer a causa de un tardío cambio de opinión, lo que le había convertido, a los ojos de su pueblo, en un traidor.

Paralelamente el lector conoce un dato, en principio independiente de la trama general pero que en su momento se revelará importante: Kent Lachman, el agente imperial, desconoce todo lo referente a su vida con anterioridad a su ingreso en los servicios de inteligencia terrestres, y asimismo descubre con turbación retazos de presuntos recuerdos de un planeta, Lorgan, al que en teoría jamás había pisado por anterioridad a esta misión.

Mientras tanto, los gobernantes de Lorgan deciden organizar una segunda reunión con sus futuros aliados, en sustitución de la anteriormente fallida. Los negociadores de su planeta serán el falso Lurjol y la novia de éste, y aparentemente todo parece marchar bien para los planes del espía... pero la muchacha empieza a sospechar de su extraño comportamiento, y sus dudas se confirman cuando descubre a éste comunicándose con su superior. Decidida a salvar la misión lo desenmascara y reduce, manteniéndole con vida para entregarlo, a su vuelta, a sus superiores. Poco después entran en contacto con sus interlocutores, que embarcan en la nave de los protagonistas con objeto de desembarcar en el planeta. Pero...

Cuando la nave está penetrando ya en la atmósfera, el agente consigue liberarse y hacerse con el control de la nave, a la que pone rumbo a la base imperial. La inmediata intervención de los pasajeros neujitas complica aún más la situación ya que, si bien son desalojados de la cabina, éstos consiguen destruir los mandos de la nave antes de refugiarse en un camarote de la misma. El protagonista se ve obligado a efectuar un aterrizaje de emergencia en mitad de la selva y, a continuación, a vagar por ésta acompañado forzosamente por la muchacha, viéndose obligados a sufrir, en otra clara similitud con Un mundo llamado Badoom, tanto el acoso de las fieras salvajes como el de los propios neujitas, que han conseguido sobrevivir asimismo del percance. Finalmente, y tras matar a uno de sus enemigos, el agente imperial es capturado por los nativos.

A partir de aquí los hechos se precipitan en una trama realmente compleja para los parámetros de las colecciones de ciencia ficción popular. El protagonista es encerrado en un calabozo en compañía del legado imperial, que ha viajado hasta el refugio de sus enemigos con objeto de hablar ante Consejo de Gobierno de Lorgan. Éste, abrumado por su aparente caída en desgracia ante el emperador, hace a su subordinado una serie de confidencias conocidas por muy pocas personas en todo el imperio: la hirita es utilizada para bombardear anualmente las atmósferas de los mundos habitados por los neujitas, con objeto de proceder a un lento envenenamiento cuyo final no sería otro que la extinción de esta raza. De esta manera pretenden los responsables imperiales acabar con su amenaza, de forma discreta y sin tener que recurrir a una azarosa guerra. Sabedores los alienígenas de esta circunstancia, habrían buscado pactar con los nativos la destrucción de la producción anual del mineral, lo cual impediría el bombardeo atmosférico interrumpiendo de forma irreversible el genocidio.

Poco después ambos prisioneros son sacados de su encierro y llevados a presencia del Consejo, donde el legado imperial intenta infructuosamente impedir la destrucción de la hirita al tiempo que el neujita superviviente exige su inmediata destrucción. En cuanto al agente terrestre, es juzgado sumariamente y condenado a muerte. Éste, no obstante, no se arredra y exige ser oído, tras lo cual desvela la verdadera trama de la intriga galáctica a la que hace alusión el título; se supone que ha llegado a esas conclusiones mediante deducciones propias, ya que el autor no da mayor explicación al respecto.

En realidad la trama es mucho más compleja. El bombardeo atmosférico con la hirita ha acabado perdiendo efectividad, con lo cual resulta ser totalmente inocuo a diferencia de lo que piensan los propios afectados. Por si fuera poco, el verdadero promotor del pacto entre Neuj y Lorgan es el propio gobierno imperial que, fracasado su plan inicial, está interesado en lograr una buena excusa para poder arrasar con sus flotas al estado enemigo... y de paso a los propios habitantes de Lorgan, convertidos en testigos molestos. Para ello cuenta con un inesperado aliado, el heredero de uno de los principales clanes y rival de los dos hermanos gemelos, al cual le han convencido ingenuamente de que le permitirían ejercer un gobierno dictatorial en su planeta natal. Dicho brevemente, es el propio Imperio el que está fomentando la destrucción del cargamento de hirita, haciendo creer a los propios interesados -Neuj y Lorgan- justo lo contrario.

Desenmascarados los planes del legado imperial y del traidor local, el protagonista revela un descubrimiento todavía más sorprendente: tras una estancia prolongada en el planeta ha conseguido recobrar su memoria original, aquélla que le fuera borrada por quienes le convirtieran en uno de los mejores agentes de espionaje imperial, y ha resultado ser Luryan, el desaparecido hermano de Lurjol considerado por su pueblo como un traidor, cuando en realidad lo único que pretendió, antes de ser secuestrado por los agentes del Imperio y sometido a un proceso amnésico, fue desmontar toda esa trama, lo mismo que años después intentara hacer su hermano pagando con la vida por ello.

La novela termina con la vuelta del legado a la Tierra, donde a buen seguro no le aguarda un futuro demasiado halagüeño, y la confianza de que, desaparecida la amenaza de los bombardeos atmosféricos con hirita, los neujitas podrán vivir finalmente en paz, en realidad lo único que desean, al privar al Imperio de la buscada excusa para desatar una nueva guerra. Y por supuesto, el protagonista acabará emparejándose con la antigua novia de su hermano gemelo...



Publicado el 16-9-2003 en el Sitio de Ciencia Ficción