Rebelión en la galaxia




Esta novela, que completa el tomo 22 de la edición de Robel, apareció inicialmente con el número 345 de La Conquista del Espacio, tan sólo diez números después de la anterior y sin que Ángel Torres intercalara entre ambas ninguna otra ajena al ciclo del Orden Estelar, al menos en esta colección. La razón es sencilla, y el mismo autor nos la da en su conocido artículo de Nueva Dimensión donde explicaba la gestación y los avatares de su fecunda serie:


“Como al final de Enigma en Sural, casi sin darme cuenta, dejé preparado el embrión de un siguiente tema, después de otras novelas que nada tenían que ver con la historia del Orden, y con la nostalgia llenando mi mente pensé dedicarle a Alice Cooper otra aventura en su dulce ancianidad llena de gratos recuerdos”.


Así pues, dado que el tema de la decadencia del Orden Estelar era demasiado atractivo como para dejarlo pasar, a pesar incluso de los continuos obstáculos interpuestos por los responsables de Bruguera, Ángel Torres decidió retomar a los conspiradores que deseaban resucitar las glorias -y con ellas las miserias- del extinto Imperio Galáctico, iniciando la narración con la entrevista de dos de ellos, Jail Stund y Holt Turh, mariscal de la Armada del Orden Estelar el primero y almirante el segundo, la cual tiene lugar en un recinto tan simbólico como el antiguo palacio imperial, ubicado en una isla del océano Pacífico y conservado por los actuales gobernantes de la Tierra como recuerdo de un pasado atroz.

Aunque la primera intentona -la narrada en Enigma en Sural- ha sido neutralizada con éxito, el peligro continúa latente dado que la conspiración alcanza incluso a varios miembros del Alto Mando, viéndoselas y deseándoselas la veterana almirante Alice Cooper, cabeza visible de la facción democrática, para controlarlos de manera que no puedan llevar a cabo sus planes, aunque es ella misma quien tiene que luchar para no ser expulsada por sus rivales del órgano ejecutivo del Orden Estelar.

El mariscal Stund, miembro del Alto Mando y cabecilla de los traidores, aspira no sólo a reinstaurar el Imperio, sino incluso a proclamarse él mismo emperador. Sus rivales son conscientes del peligro, pero hasta el momento no han conseguido las pruebas necesarias para incriminarlo... aunque lo intentan, a costa de la vida del oficial que Alice Cooper y sus aliados habían enviado a la antigua sede imperial para detenerlo.

Paralelamente, la almirante juega también con otras barajas. La situación comienza a ser crítica en el sector Murgal, en la frontera del Orden, donde varios mundos independientes, entre ellos Sural, han formado una confederación denominada los Mundos Enyun, dispuesta a hacer frente, incluso por las armas, a todo posible intento del Orden por anexionárselos. La almirante es partidaria de dejarlos es paz, pero el sector duro encabezado por Stund está empeñado en desatar una guerra de anexión de resultados inciertos, aprovechando que al frente de la guarnición fronteriza está su aliado Turh. Esta guerra, además de darle prestigio entre los militares, le serviría de excusa para hacerse con el poder dando un golpe de estado.

Para reforzar su posición, cada vez más crítica, Alice ha hecho venir a la Tierra a Muriel Hester, nativo de Kasteler, un mundo vecino del sector Murgal y los Mundos Enyun formalmente independiente de ambos, pero cuyos gobernantes se encuentran sumamente preocupados por la posibilidad de un conflicto bélico entre ambas potencias dado que podrían verse muy afectados por el mismo al encontrarse enclavados entre ellas.

Hester trae a la almirante información de primera mano, proporcionada por el antiguo oficial del Orden Bert Burton, acerca de los planes de los traidores, la cual no puede ser más preocupante para su planeta: el principal obstáculo para las naves del Orden, a la hora de vencer en el conflicto armado, sería la lejanía de sus bases de aprovisionamiento, en especial a la hora de repostar de energía, un problema que no afectaría a los Mundos Enyun proporcionándoles una gran ventaja frente a sus enemigos. Pero algunos científicos a sueldo del mariscal Stund han descubierto la manera de torcer la balanza a su favor: el sol de Kasteler, una enana blanca de composición química peculiar, es susceptible de ser convertida en nova, pero no una nova normal, sino una muy particular en la que la emisión de energía podría ser regulada... y aprovechada por la flota atacante, a costa claro está, de la extinción del inocente planeta junto con todos sus habitantes.

Alice Cooper pretende que Hester declare ante el Alto Mando como testigo, aportando así las pruebas que le permitan apartar a Stund del poder; pero como cabe suponer, éste no está dispuesto a permitirlo. Así, sus sicarios atacan el apartamento donde se refugian Alice, su huésped y la joven capitana Talia, que oficia de guardaespaldas suyo, poniéndoles en un grave aprieto del que los salva la oportuna intervención del general Martins, aliado de la almirante y jefe de los servicios de seguridad del Orden Estelar. Este primer atentado se ha conseguido conjurar, pero resulta evidente que la vida de todos ellos, y en especial la de Hester -la almirante está protegida siempre y cuando no abandone su residencia habitual- corre peligro. Por esta razón, deciden que el visitante se aloje con Talia, ya que así logrará pasar desapercibido.

Durante algún tiempo, Hester y Talia consiguen llevar una vida más o menos normal, e incluso llegan a trabar una relación que va bastante más allá de la simple amistad. Pero el viajero duda si se trata de verdadero amor por parte de la muchacha o si, por el contrario, ésta se limita a cumplir, eso sí, con inusitado celo, el encargo de su superiora de protegerle y satisfacerle en todos sus deseos... por esta razón ambos acaban discutiendo y Hester abandona enfadado el apartamento, saliendo por vez primera en solitario desde su llegada a la Tierra. Nunca lo hubiera hecho. Los espías de sus enemigos lo persiguen, y a punto están de asesinarlo; sólo la oportuna llegada de Talia y los hombres de Martins, que le han seguido preocupados por su integridad, consiguen evitarlo. Además le requieren con urgencia: aprovechando la ausencia momentánea de consejeros afines a la almirante, Stund fuerza la convocatoria de una reunión urgente del Alto Mando con el evidente intento de destituirla colocando en su lugar a su aliado Turh para, acto seguido, declarar la guerra a los Mundos Enyun, primer paso para su soñada entronización como emperador.

La situación es sumamente preocupante, puesto que Alice se encuentra en minoría en la cámara, y por si fuera poco la precipitación de la convocatoria le impide disponer de su testigo de cargo. Por fortuna para ella Hester logra llegar justo a tiempo, justo cuando la almirante está acusando al ambicioso mariscal de pretender acabar con la democracia. El testimonio de Herster logra atraer a los indecisos al campo de los leales, pero descubierta su trama Stund se quita la careta poniendo en marcha, ya sin tapujos, su durante largo tiempo proyectado golpe de estado. Soldados leales al traidor penetran en la cámara y comienzan a masacrar a los consejeros, y sólo gracias a una salida secreta conocida por Alice Cooper ella, sus compañeros y un puñado de consejeros leales consiguen huir de la encerrona.

El golpe de estado aparentemente ha triunfado, al menos en la Tierra, férreamente controlada por el traidor. También cuenta con el apoyo de la importante guarnición del sector Murgal bajo el mando de Turh, pero nada se sabe de la actitud de los otros planetas ni de la importante guarnición de Vega-Lira. En cuanto a Alice Cooper y sus compañeros, éstos se ven obligados a refugiarse en una base siberiana, la única leal a la almirante y al derrocado gobierno legítimo; de momento, y gracias a las potentes defensas de la misma, están a salvo de los ataques de los rebeldes, pero se encuentran aislados y sin poder entrar en contacto con Vega-Lira.

Pasan los días sin que la situación cambie apreciablemente, mientras los sitiados desconocen el desarrollo del golpe de estado en la galaxia. Quien les sorprende ahora es Hester, al afirmar que Bert Burton, lejos de quedarse en Sural tal como suponían, ha viajado de incógnito hasta la base de Plutón, casi como quien dice al lado mismo... pero les resulta de todo punto imposible contactar con él, por lo que la incertidumbre continúa. Por su parte, el usurpador se ha limitado a sitiar la base sin atacarla, algo que extraña sobremanera a su aliado Turh que no entiende las razones de tan extraño comportamiento, el cual sólo consigue sonsacarle que cuenta con un comando infiltrado en la base que actuará en el momento que estime oportuno... momento que parece no llegar nunca. Asimismo, tampoco se lleva adelante la proyectada conversión del sol de Kasteler en nova.

El elemento desbloqueador de esta interminable guerra de nervios será el propio Burton que, tras burlar el bloqueo de las tropas rebeldes, consigue escabullirse en el interior de la base. Él es quien ha conseguido deducir la razón de la extraña inacción de los golpistas: el artefacto destinado a provocar la destrucción del sol de Kasteler, junto con los científicos encargados de su funcionamiento, se encuentran escondidos precisamente en esa base; de ahí la inhibición del aspirante a emperador, temeroso de que un asalto a sangre y fuego pudiera acabar con ellos.

Rápidamente Alice Cooper decide detener a los traidores como paso previo a la inutilización de la peligrosa arma, pero éstos se adelantan y, tras desembarazarse de los soldados enviados para capturarlos, se esconden en algún lugar del vasto recinto. ¿Dónde? De nuevo es Burton quien da con la clave. El refugio de los protagonistas es una base de UNEX, y cabe pensar que lo lógico sea que el arma secreta esté instalada en una de ellas. Pero, ¿en cuál? Carecen de tiempo para registrarlas todas, y los fugitivos pueden huir con toda facilidad burlando las defensas externas de la base ya que, como cabe esperar, no están diseñadas para abatir naves propias que despeguen desde allí. Por fortuna Muriel, en esta ocasión, deduce que la UNEX buscada debería estar fuera de servicio desde tiempo atrás, única manera de trasladar a bordo el artefacto sin ser descubiertos. Una rápida consulta a la base de datos les aclara todas sus dudas y, una vez identificada la nave sospechosa, parten hacia allá con objeto de poder impedir su inmediato despegue.

Tras una breve y cruenta lucha consiguen su objetivo, haciendo prisioneros a los científicos renegados. En principio la amenaza de destrucción de Kasteler ha sido conjurada, pero Alice Cooper y sus compañeros continúan atrapados en la base, siendo también conscientes de que el tiempo juega a favor de Stund. Es de nuevo Burton quien trama un plan arriesgado, pero al parecer el único capaz de sacarlos de la ratonera y, al mismo tiempo, de acabar con los delirios del usurpador salvando al Orden Estelar del exterminio: haciéndose pasar por el científico jefe de los rebeldes, para lo cual ha recubierto su cara con una máscara que reproduce los rasgos de éste, finge escapar con la UNEX y, tras invitar al incauto Stund a participar como testigo directo de la conversión de Kasteler en nova, pone rumbo hacia los confines de la galaxia sin que ni éste ni nadie de su séquito perciba la superchería. Por supuesto, manipula los controles de la nave hasta asegurarse de que se tratará de un viaje sin fin y sin retorno posible.

Neutralizados Stund y sus acólitos, el nuevo Imperio Galáctico cae antes incluso de haber nacido, y poco a poco la galaxia va recobrando la normalidad de nuevo bajo la soberanía legítima del Orden Estelar. Por fortuna todo ha quedado en susto, pero ¿qué ha sido del heroico Burton? En teoría había previsto abandonar la UNEX en una nave auxiliar y reunirse con su amigo Hester en un lugar determinado de antemano... pero tal evento no ocurre, y finalmente ha de ser dado por desaparecido.



Publicado el 24-5-2005 en el Sitio de Ciencia Ficción