No estamos solos



El día que un radiotelescopio adscrito al programa SETI recibió una señal de radio procedente de Alfa Centauro, la comunidad científica, y aun la no científica, se electrizaron. Porque a diferencia de las falsas alarmas anteriores, en esta ocasión no cabía la menor duda de que se trataba de una señal de origen artificial emitida, casi con total seguridad, por una civilización inteligente... que habitaba además, en términos astronómicos, a la misma vuelta de la esquina.

Lamentablemente, pese a los esfuerzos conjuntos de los mejores lingüistas del planeta no resultó posible descifrarla, ya que no presentaba el menor paralelismo con ninguna lengua conocida, ni actual ni extinta. Éstos tuvieron que explicar a los impacientes -e incultos- políticos que, sin una referencia común, resultaría prácticamente imposible entenderla, y que sólo gracias a textos bilingües o multilingües como la famosa Piedra de Rosetta se habían podido leer los antiguos jeroglíficos egipcios o la escritura cuneiforme de las culturas mesopotámicas.

Una vez llegados a este punto muerto, a un joven científico europeo, cuyo nombre no ha pasado a la historia aunque sí el de su jefe de departamento que arrogó el mérito de la idea, propuso enviar un mensaje a Alfa Centauro, a la misma frecuencia que la señal recibida, esperando que nuestros vecinos cósmicos, presumiblemente poseedores de una tecnología más avanzada que la nuestra, fueran capaces de entenderlo, iniciándose así una fructífera relación entre ambas humanidades. Aunque el viaje espacial hasta Alfa Centauro quedaba descartado incluso para una sonda automática, ya que su duración con la tecnología actual rondaría los 30.000 años, las señales de radio llegarían allí en poco más de cuatro años, un tiempo más que razonable. Luego dependería de lo que tardaran los centaurianos en descifrarlas, a lo que habría que sumar otros cuatro años y pico para recibir su respuesta...

Así pues los científicos de todo el mundo se apresuraron a preparar el mensaje en media docena de idiomas distintos, los más importantes del planeta, no sin protestas de aquéllos -no necesariamente los directamente afectados- que consideraban una discriminación marginar a las lenguas minoritarias, e incluso a las muy minoritarias, por lo que fue preciso explicar que tal pretensión resultaría inviable tanto por el ingente volumen de información que sería necesario transmitir, como por el fundado temor de que se pudiera volver locos a los centaurianos con tamaño galimatías. Finalmente el mensaje se redactó en inglés, español, francés, japonés, ruso y chino, acompañándolo con grabaciones musicales -hubo bastantes discusiones acerca de si la música clásica debería ir acompañada por el heavy metal o el rap- y multitud de documentos gráficos, tanto fotografías como vídeos. Vamos, como los famosos discos de las sondas Voyager, pero a lo grande.

Llegado el gran momento los mayores radiotelescopios del planeta, incluyendo el gigantesco ALMA del desierto chileno de Atacama, comenzaron la emisión conjunta del mensaje a Alfa Centauro, repitiéndolo una y otra vez durante semanas con unos niveles de redundancia que a un profano pudieran parecerle excesivos pero que, según explicó un portavoz del proyecto, eran necesarios para asegurarse que el mensaje llegaba íntegro a su destino.

Y luego... a esperar ya que, debido a los condicionantes impuestos por la velocidad de la luz, antes de al menos nueve años no se podría recibir la respuesta, si es que ésta se daba.

Conjurando los temores de los más agoreros, que manifestaban el temor de que sus destinatarios nos ignoraran, la respuesta llegó aunque algo más tarde de lo esperado: casi once años después, probablemente debido al tiempo que los centaurianos tardaron en descifrar el mensaje terrestre. Y no había duda de que lo habían entendido, puesto que ésta estaba correctamente redactada, o casi, en los seis idiomas en los que nuestro mensaje había sido emitido, por lo que no hubo necesidad alguna de traducirla.

Por desgracia, y para frustración de los científicos, el mensaje de los centaurianos no aportaba la menor información acerca de su cultura, su constitución biológica o su tecnología. De hecho, era una simple frase que decía lo siguiente:


¿QUERÉIS DEJAR DE METER TANTO RUIDO?
ESTAMOS INTENTANDO DORMIR LA SIESTA


Publicado el 5-9-2016