Amor sin fronteras



-No llores; era lo mejor para él.

-Sí, tienes razón. -suspiró la muchacha enjugando las lágrimas- Pero no puedo hacerme a la idea de que ya no lo volveré a ver más. Fueron tantos años juntos...

-Te entiendo, pero la vida es así de dura. Y míralo por este lado, el pobre ha dejado ya de sufrir. Ojalá pudiéramos hacer lo mismo con nosotros mismos.

-Lo voy a echar mucho de menos. -repitió Ann Darrow con voz monocorde mientras se alejaban del desgarrado corpachón de King Kong- Mucho...

Mientras tanto, los perplejos bomberos de Nueva York se preguntaban unos a otros:

-Y ahora, ¿dónde demonios echamos todo esto?


Publicado el 24-11-2006 en el número 168 de Axxón