Cambio de planes



Me encontraba en mi despacho, leyendo los resultados del último campeonato de construcción rápida de sistemas solares, cuando mi siempre inoportuno compañero Belz entró sin llamar, tal como tenía por costumbre, espetándome:

-¿Sabes que nos han matado a un mensajero?

-¿Dónde? -pregunté con indiferencia. Al fin y al cabo un mensajero no solía ser algo demasiado importante.

-¿Dónde iba a ser? -rezongó iracundo-. En el planeta alfa diecisiete, beta ciento dos, rho cuarenta y dos coma siete e cincuenta y dos. El auténtico culo del universo.

Hice un rápido cálculo mental para ubicar las coordenadas en un sistema concreto; era el supervisor de un par de docenas de ellos, razón por la que tardé unos instantes en localizarlo.

-¡Ah, sí, se trata de ese! -exclamé al fin-. La verdad es que no me extraña nada, sus habitantes son increíblemente primitivos. Recordarás que en su momento cuestioné la conveniencia de incluirlo en el programa de civilización inducida, alegando que ni estaban preparados todavía ni, probablemente, llegarían a estarlo nunca. Pero como era de esperar, no me hicieron el menor caso...

-Sí, pero lo cierto es que el programa se puso en marcha, y ahora nos encontramos con que nos lo han chafado -objetó Belz.

-Bueno -respondí cachazudo, al fin y al cabo los mensajeros no suelen ser reciclables, y una vez que han concluido con su labor les dejamos que sigan una vida tranquila en su mundo hasta que su ciclo biológico se agote de forma natural; simplemente, éste tuvo la mala suerte de verlo acortado.

-No seas cínico -insistió Belz, cada vez más irritado-. El problema consiste en que este mensajero apenas si había empezado a ejercer su misión después de haber alcanzado la madurez, por lo que el programa de adoctrinamiento de sus congéneres acababa de empezar y distaba mucho de haberse consolidado. Dicho con otras palabras, la civilización inducida de este planeta se nos ha ido literalmente al garete.

-¿Qué solución propones?

-Yo no, los de arriba. Me han pedido que preparemos un clon para reemplazar al mensajero perdido.

-¡Ya estamos fastidiando! -exploté dejando de lado mi fingida indiferencia-. ¿Por qué no lo preparan ellos? ¿Se piensan que consiste sólo en tomar un poco del material genético sobrante? Saben perfectamente, o deberían saber, que implantar el nuevo embrión en una hembra nativa y esperar a que éste crezca y madure llevará el equivalente a una generación local. Para nosotros ese lapso temporal no es importante, pero para ellos sí, por lo que difícilmente podríamos hacer pasar al nuevo mensajero por el sucesor del anterior. Eso sin contar con la dificultad añadida de proporcionarle una educación y unas vivencias similares, habría tantos factores ambientales influyendo en su crecimiento que sería virtualmente imposible conseguir una réplica suya no ya exacta, sino tan siquiera aproximada, por más que sus códigos genéticos fuera idénticos.

-Te equivocas, Yah -me corrigió Belz-. No es eso lo que pretenden, de sobra saben que no es factible. Lo que quieren es que prepares directamente un clon adulto acelerando al máximo su crecimiento in vitro. El plan consiste, según me han dicho, en hacer desaparecer el cadáver del mensajero sustituyéndole por su réplica y haciendo creer a los nativos que había resucitado.

-¡Eso es absurdo! -gruñí-. Nacería, ya adulto, con la mente en blanco y, aunque le implantáramos recuerdos artificiales, nunca podría actuar con naturalidad en su propio ambiente, no con esos cerebros tan primitivos que poseen. Jamás lograríamos hacerle pasar por su predecesor, salvo de forma muy superficial. Pese a su tosquedad, tarde o temprano los nativos acabarían descubriendo el fraude.

-Es que no se trata de que el clon continúe con el programa original, estoy de acuerdo contigo en que esto sería un fiasco, sobre todo teniendo en cuenta las peculiares ideas que tienen estos seres sobre la muerte y la vida de ultratumba. No, lo que han pensado es algo mucho más sencillo: haríamos pasar al clon por el mensajero resucitado y éste, aprovechando el carácter sobrenatural de su retorno, aparecería ante sus discípulos sólo de forma puntual y siempre acentuando el misterio, convirtiéndole así en una leyenda que permitiría perpetuar su memoria. Por supuesto, estas breves apariciones servirían tan sólo para perfilar las líneas maestras de sus enseñanzas, tal como lo habría hecho el mensajero original de no haber muerto. Para evitar que alguien pudiera descubrir sus imperfecciones, y para remachar su carisma, acabaríamos haciéndolo desaparecer de una manera convenientemente teatral delante de sus seguidores.

-¿Y tú crees que esa chapuza tiene visos de poder salir adelante? -me burlé-. Eso dejaría el programa en manos de sus discípulos sin posibilidad alguna de control por nuestra parte. Y, puesto que no nos está permitida una intervención directa, supondría dejarlo todo en manos del azar... si no de algo peor. Aunque, la verdad, no creo que se perdiera mucho.

-Puede que la cosa no funcione -contemporizó Belz-, pero mucho me temo que es lo único que podemos hacer. Dadas las circunstancias, peor todavía sería dar por terminado el proceso.

-Bueno, si con eso se quedan contentos... aunque no estoy dispuesto a asumir responsabilidades en caso de fracaso. Al fin y al cabo preparar el clon no es ningún problema, ni tampoco implantarle una memoria artificial. Al menos servirá para dar el pego, siempre y cuando no se meta en demasiadas profundidades.

-Está bien -suspiró Belz aliviado-. ¿Cuándo tardarás en tenerlo listo?

-Pues aproximadamente... -hice un rápido cálculo- alrededor de unos tres días locales.

-Hubiera preferido algo menos, pero entra dentro del margen. Deja todo lo que estés haciendo y ponte a ello de forma inmediata y exclusiva. ¡Ah!, y avísame cuando esté todo listo -fue su despedida.

Una vez solo, y tras soltar unas cuantas maldiciones, me puse a la tarea. Por suerte en los demás planetas sujetos a mi control las cosas iban aceptablemente bien, por lo que podría dedicarme de lleno a la preparación del clon. Eso sí, dudaba mucho de que alguna vez estos seres tan cerriles pudieran llegar a civilizarse del todo, con mensajero o sin él. Pero eso no era ya responsabilidad mía.


Publicado el 18-9-2015