De las raíces cuadradas de los tomates



Parte primera y afortunadamente única


Tal como todos los licenciados en tomatología y vulcanología conocen el tomate, al igual que ocurre con la práctica totalidad de los animales verdes, posee unas auténticas y bien definidas raíces cuadradas las cuales cumplen con la importante misión, amén obviamente de la de sostén, de asegurar una buena sincronización entre la precesión equinoccial de las hojas de la susodicha solanácea y las oscilaciones magnéticas de la cima del Mauna-Loa hacia la cual están normalmente orientadas a excepción, claro está, de los períodos de actividad volcánica de la citada montaña durante los cuales el vulcanotropismo negativo característico de estas especies provoca una reorientación peciolar en dirección a la mucho más tranquila ciudad de La Meca1.

Aun cuando se ha conseguido obtener algunas variedades híbridas de Thomatus cubicus caracterizadas por poseer unas hermosas raíces cúbicas, Smith y colaboradores2 han demostrado que tales especies no resultan viables al cabo de la millonésima generación debido sin duda a que el proceso de creación de estos híbridos, que tiene lugar mediante el bombardeo radiactivo con dosis masivas de deuterio-270 e, incluso, de americio-17 en los casos más recalcitrantes, conduce indefectiblemente a la obtención de raíces imaginarias ya que la única raíz real que cabía esperar crece siempre atrofiada resultando pues completamente inútil para sostener por sí sola a la planta. Cierto es que estos tomates suplen la carencia de verdaderas raíces reales merced a un ingenioso y sofisticado sistema de nudos marineros, pero esta iniciativa no resulta en modo alguno suficiente para conseguir un aumento significativo de su estabilidad química debido, principalmente, a su gran tendencia a la deslocalización originada por su naturaleza de híbridos de resonancia, lo que hace que en la práctica resulte virtualmente imposible localizarlos sobre el terreno3.

Ciñéndonos pues al estudio exclusivo de los tomates cuadráticos, denominados científicamente Thomatus garciensis en honor a su ilustre descubridor4, estamos en condiciones de afirmar que tales tomates presentan en la práctica totalidad de los casos unas raíces cuadradas perfectamente reales tal como expusiera F. Voltaire en su ya clásica tesis doctoral5) en la cual, como es sabido, utilizó técnicas escatológicas para demostrar brillantemente la imposibilidad metafísica de la existencia de tomates cuadráticos imaginarios. En lo que respecta a nuestras propias investigaciones, apoyadas en técnicas de espectrofotometría gamma lejana, interferometría de luz verde botella y difracción de rayos X a ángulos más bien tirando a grandes, así como la tradicional cala y cata melonera adaptada a nuestro sistema físico, tras cinco años de intensos trabajos hemos podido confirmar plenamente las teorías de Voltaire con la única excepción, quizá, de la subespecie Thomatus garciensis var. stultus la cual, aunque cumple la norma general de posesión de raíces cuadradas reales, cuenta con un discriminante de valor cero que hace que en la práctica posea una única raíz, lo que trae como consecuencia un debilitamiento congénito de esta variedad de tomate.

No conviene, por otro lado, confundir las raíces cuadradas con los bienes raíces tal como viene siendo habitual en la Escuela de Atenas6. De acuerdo con las más modernas teorías7 es errónea tal suposición por cuanto se ha demostrado fehacientemente que las pautas sociales del tomate vulgar se inscriben dentro del marco de una comunidad fuertemente socializada que impide el establecimiento de una propiedad privada por parte de cualquier individuo de esta especie, lo que invalida de raíz cualquier hipotético derecho hereditario al ser la totalidad de los bienes patrimonio común de toda la colectividad.

Probablemente el origen de este error haya que buscarlo en la incorrecta extrapolación que hacen estos autores del comportamiento social del Thomatus solitarius, un caso realmente único dentro del mundo de los tomates. Esta especie, originaria de las islas Columbretes, se caracteriza por un fuerte sentido de la independencia, hecho que le hace completamente refractaria a todo intento de socialización tal como puso de manifiesto la fallida experiencia de Uefa8. Este comportamiento singular, originado sin duda por la naturaleza del particular entorno social en el que estos atípicos tomates crecen, hace que entre ellos sí pueda ser posible una transmisión hereditaria de bienes raíces conforme a un original y sofisticado sistema paterno-filial de gran interés para todos aquellos estudiosos de la tomatología en sus diferentes ramas.

Dejando sentada, pues, como hipótesis de partida la existencia real de las raíces cuadradas del tomate, a continuación se nos plantea una incógnita a los investigadores experimentales: ¿cómo es posible que un tomate fuertemente enraizado en el suelo en virtud de una ley cuadrática directa pueda desplazarse como de hecho se desplaza? Porque, como es sobradamente sabido, los tomates presentan la peculiaridad única entre las plantas de realizar migraciones estacionales a veces a través de varios miles de kilómetros de distancia. Ya en fecha tan lejana como es el período helenístico el propio Aristóteles reflejó en sus escritos este llamativo comportamiento de diversas especies de tomatáceas9 aunque sin poder explicar la causa; en realidad, el gran filósofo divagó erróneamente atribuyendo estas migraciones a rivalidades interétnicas entre los distintos clanes vegetales, algunos de los cuales serían expulsados de su territorio por sus enemigos triunfantes.

Tras esta discutible interpretación surge un largo silencio en el seno de las ciencias naturales, silencio que no sería roto hasta la época renacentista por el gran naturalista e investigador francés Pierre de la Pommedeterre10 el cual, aplicando las teorías ocultistas tan en auge entonces, postularía una explicación esotérica para el fenómeno de las migraciones, explicación que hacía intervenir a las oscuras fuerzas telúricas en pugna con las almas de los fallecidos en pecado; fruto de estas titánicas luchas sería la huida despavorida de unos tomates que, según Pommedeterre, resultaban ser extremadamente sensibles a las vibraciones metafísicas de los contendientes en la liza. Dicho con otras palabras, los tomates migrarían buscando lugares en los que no tuvieran que sufrir distorsiones de este tipo.

¿Qué queda hoy de las teorías de Pommedeterre? Evidentemente no pueden ser admitidas por razones obvias, pero en lo que sí estuvo acertado el humanista francés fue en afirmar la gran sensibilidad de los tomates hacia el entorno digamos invisible que les rodeaba... Aunque esta sensibilidad no fuera dirigida hacia los poderes ocultos sino hacia algo tan prosaico como son los campos magnéticos. Es por ello por lo que recientemente el profesor Baltimore11 postuló que los tomates podrían migrar siguiendo las fluctuaciones periódicas del campo magnético terrestre, hipótesis ciertamente original pero que no tardó en ser cuestionada por Stallone12, el cual demostró estadísticamente que nada tenía que ver este fenómeno físico con los al parecer completamente aleatorios viajes de los tomates a lo largo de los cinco continentes.

Descartada así la teoría de Baltimore, que a raíz de su fracaso profesó como monje cartujo jurando no volver a decir una sola palabra, quedaron únicamente dos escuelas principales dedicadas a estudiar este controvertido y todavía oscuro tema: la Neo-inmovilista, que opina que los movimientos observados en las matas de tomate son tan sólo unas ilusiones ópticas producidas por el reverbero del sol, y la Pseudoespiritista que, retomando en cierto modo las tesis de Pommedeterre, afirma que nuestra mente es incapaz de analizar cualquier fenómeno que escape a su percepción13 por lo que estos fenómenos simplemente no existen.

En nuestra opinión ninguna de las dos teorías es capaz de explicar en profundidad la realidad ya que ambas obvian aspectos importantes de la realidad. Así la primera de ellas, aun cuando tiene a su favor el hecho de que las migraciones tomatiles tienen lugar en verano, que es la época del año en la que ocurren preferentemente los espejismos ópticos debido a la mayor luz diurna, fracasa completamente al intentar explicar el aspecto cuantitativo de las mismas, al tiempo que resulta sumamente difícil explicar con esta teoría unas migraciones que a veces alcanzan un gran número de kilómetros y cuyo carácter real ha podido ser constatado anillando parte de las matas que intervienen en el traslado. Y en lo que respecta a la segunda, se trata en nuestra opinión de una mera extrapolación de las doctrinas ocultistas de Pommedeterre y sus discípulos, lo que la inhabilita totalmente al no utilizar la metodología científica.

¿Cuáles son, entonces, nuestras hipótesis con respecto a este apasionante tema? Aquí podemos distinguir entre dos vertientes distintas de la investigación: Primero, el hecho físico de que los tomates realmente emigran; y segundo, la razón que induce a los mismos a hacerlo.

En lo que respecta a la primera de estas cuestiones, creemos estar en condiciones de afirmar que hemos descubierto la manera en la que estos largos movimientos de matas tienen lugar: los tomates utilizan el cálculo infinitesimal. Como todos nosotros sabemos, la derivada de una raíz cuadrada es el inverso del doble de la misma raíz. Puesto que estas raíces adoptan no sólo valores reales, sino también positivos -de no ser así el tomate moriría por falta de alimento como cualquier otra planta arrancada del suelo-, la derivada de las mismas será, en cualquier punto del intervalo, positiva y siempre menor que uno. Esto explica la movilidad de los tomates: derivando su raíz consiguen que ésta disminuya de tamaño consiguiendo así desarraigarse con facilidad del lugar en el que anteriormente estaban. Más adelante, una vez que han alcanzado su nuevo lugar de residencia, a las matas les basta con invertir el proceso integrando sus raíces de manera que éstas quedan fijas de nuevo.

En lo referente a la segunda pregunta, el por qué los tomates huyen de su lugar de nacimiento convirtiéndose en unas matas nómadas, prácticamente todos los indicios parecen indicar que este comportamiento se debe fundamentalmente a la fuerte depredación ejercida por los industriales conserveros, aunque algunos autores14 insisten en considerar despreciable este factor considerando como causa principal del fenómeno a la actividad de las agencias turísticas. De esta manera, según Nikito, bastaría con prohibir las ventas de viajes a plazos para que este fenómeno desapareciera por completo ya que, según él, de todos es conocida la insolvencia económica de los tomates los cuales serían así incapaces de poder pagar al contado sus vacaciones.

Por nuestra parte, consideramos errónea por lo simplista la hipótesis del investigador japonés, integrándonos en la corriente mayoritaria que estima a los tomates nómadas como fugitivos de las regiones fuertemente explotadas por la patronal conservera, lo que les convertiría de hecho en verdaderos refugiados políticos. Medidas tomatométricas especialmente minuciosas15 han establecido sin lugar a dudas que este fenómeno ocurre precisamente en aquellas regiones en las que no se ha implantado aún la veda del tomate o cuando, en las que sí existe, ésta no es respetada convenientemente por los conserveros furtivos. Los tomates, pues, huyen del peligro de ser envasados en botes o convertidos en salsa, y así lo ha entendido la Asociación Mundial pro Defensa del Tomate (T.D.W.A.), organismo ecologista que en el último número de su boletín16 apunta la necesidad imperiosa de una moratoria mundial de la recolección del tomate como única manera de evitar la extinción de esta especie.

Contra esta opinión, firmemente extendida entre las organizaciones ecologistas de todo el planeta, se alzan los intereses de la todopoderosa O.P.E.T. (Organización de Países Exportadores de Tomates), la cual se opone tajantemente a la implantación de una medida que en su opinión acarrearía consecuencias muy negativas para la economía mundial al no existir en estos momentos ningún sustituto válido para los usos industriales que actualmente se dan al tomate. Pero polémicas aparte lo cierto es que, según las más recientes estadísticas elaboradas por expertos de las Naciones Unidas17, la población tomatil habría descendido espectacularmente en los últimos años situándose su número en apenas en un veinticinco por ciento de la cantidad existente hace tan sólo cien años, ritmo que extrapolado conduciría a una extinción total de la especie en tan sólo unas pocas décadas. Esta situación es tan grave en algunas regiones del planeta que ya algunos países que hasta hace poco eran grandes exportadores de tomates, como era el caso de la Antártida18, se ven obligados hoy en día a importar esta necesaria materia prima mientras que otros como el Sáhara Occidental o la República del Gobi están al límite mismo de la subsistencia19.

La situación, pues, es extremadamente grave: a una patente escasez de tomates en gran parte de los países en vías de desarrollo se unen ahora las migraciones indiscriminadas de los mismos, lo que trae como principal consecuencia el hacinamiento de grandes bolsas de población tomatil en unos insalubres campos de refugiados situados en el interior de las fronteras de los escasos países respetuosos con la veda. Esto produce importantes consecuencias en la radicación de las matas ya que sus raíces cuadradas, que siempre están perfectamente definidas en los tomates de vida libre, se ven aquí atrofiadas a causa del impedimento estérico, lo que se traduce en una degeneración paulatina del intervalo de valores que pueden adoptar las mismas así como en un importante aumento de la morbilidad y la mortalidad de los indefensos refugiados, todo ello sin contar la depredación producida por sus enemigos naturales -domingueros y niños fundamentalmente- que contribuye también a diezmarlos gravemente sin esperar siquiera a que los pobres maduren20.

En estas circunstancias no nos queda, pues, otra solución que la de reclamar imperiosamente la implantación de una reglamentación internacional que vigile y controle las conservas de tomate, legislación sin la cual tal planta desaparecerá irremisiblemente de su hábitat privándonos definitivamente de la única especie vegetal cuyos integrantes resultan ser unos grandes amantes de las matemáticas.




NOTAS


1TONGHINISHI, A. Nuevo tratado sobre el tropismo filovolcánico de las hojas de tomate. Hirosima, 1945. Trad. ed. Océano. Tomelloso, 1973.
Véase también ALMANZOR, Alí ¿Son los tomates buenos creyentes?. Ed. Boabdil. Granada, 1ª ed, 1492.

2SMITH, J.J. et al. Tomato Bulletin, 182, 51, 237 (1940).

3VOLOGESIO, A. y FARNABACES, B. Trans. Tomato Soc., 89, 2087 (1967).

4GARCÍA GARCÍA, J. Summa Thomatológica, vol. LXVII. Hipona, 405 anno domini.

5VOLTAIRE, F. Sur les propiétés physiciénnes et chimiques des racines du tomate. París, 1743.

6COLECTIVO DE LA ESCUELA DE ATENAS. Estudio sobre los bienes raíces del tomate. Atenas, 272 A.C. Trad. ed. Contemporánea. Emérita Augusta, 17 D.C.

7DÍAZ DE VIVAR, Rodrigo. Contribución al conocimiento de las estructuras sociales del Thomatus spp. Burgos, 1087 del Señor.

8UEFA, A.B.C. Los componentes sociales de las comunidades de Thomatus solitarius. Ed. Nolosé. Lepe, 1817.

9ARISTÓTELES. De los tomates. Edición comentada y anotada por Charles Chaplin. Ed. Clásicos de Siempre. Isla Mauricio, 1898.

10POMMEDETERRE, Pierre de la. Corpus Thomatorum. París, 1548.

11BALTIMORE, P.P. Confesiones de un cartujo. Cartuja de Miraflores. Burgos, 1992.

12STALLONE, Silvester. Tomato Letters. 23, 315-345, (1992).

13Para estudiar en profundidad esta controversia, consultar CERVANTES, M. Neo-inmovilismo y Pseudoespiritismo: Dos teorías para un fenómeno. Col. Los saberes ocultos, vol. 37. Ed. Suigéneris. Jerusalén, 2001.

14NIKITO NIPONGO, K. Influencias socioeconómicas y culturales en las migraciones tomatiles. Osaka, 2032. Trad. ed. la Cucaracha. Villagarcía de Arosa, 2033.

15RASPUTIN, Boris. Estudios demográficos de la densidad tomática en la Eurasia de los últimos trescientos años. Consejo Superior de Investigaciones Vegetales. San Petesburgo, 1915.

16T.D.W.A. Bulletin. Hellín, abril de 1647.

17Boletín de la Fundación de las Naciones Unidas para el fomento y defensa de la crianza del tomate (TOMATEF). Ouagadougou, septiembre de 1776.

18AMUNDSEN, R. La población tomatil en la Antártida. Erebus, 1911. Trad. ed. Tropical. Malabo, 1952.

19BOTÁNICOS SIN FRONTERAS. ¡S.O.S. por el Gobi! ¡Salvemos los tomates!. Kuala Lumpur, 2035.

20CÉSAR, Cayo Julio. De degeneracionibus radix thomatorum. Ed. Mare Nostrum. Roma, 708 ab urbe condita.



Publicado el 14-8-2007 en NGC 3660