La reliquia



Tqol el arqueólogo descendió con cuidado por la empinada escalera metálica. Sus pies tocaron por fin suelo firme, si es que como tal podía considerarse el informe montón de ruinas sobre las que se hallaba posada la gran astronave. A pesar del tiempo transcurrido desde que aterrizaran en el torturado planeta, no había no había conseguido aún familiarizarse con el engorroso traje antirradiación que llevaba puesto; traje absolutamente necesario a juzgar por los datos reflejados en el detector portátil de radiactividad que llevaba incorporado, el cual indicaba que el nivel de rayos gamma al que estaba expuesto rebasaba con creces la dosis letal. Caminando con cautela en previsión de posibles caídas, Tqol se encaminó hacia el borde de la excavación recién descubierta por sus ayudantes.

Ya no era joven, y el camino a recorrer era muy accidentado. Fatigado por el ejercicio, tuvo que pararse a descansar al lado del hundido cráter. Curiosamente, éste se hallaba en el centro de una amplia explanada libre casi por completo de las ruinas que se extendían por todo el perímetro de la antigua ciudad. En contraste con ello toda esa zona, de una geometría vagamente rectangular, estaba ocupada por dispersos restos metálicos de difícil identificación. En algunos de ellos, mezclados con las retorcidas planchas, podía observarse aquellos restos que los biólogos habían identificado como los esqueletos óseos de los extinguidos habitantes del planeta. Tqol no les prestó demasiada atención; estaban mucho más deteriorados que los ejemplares recogidos fuera del campo de ruinas.

Un ruido a su espalda le hizo salir de su abstracción. Era Vindal, su joven ayudante, que salía del pozo trepando por una escala.

-¡Doctor! -exclamó emocionado- Hemos encontrado un magnífico yacimiento.

-¿Dónde? -preguntó escéptico Tqol- ¿En ese cráter?

-No es un cráter, doctor. Se ha producido por el hundimiento de una bóveda subterránea. Parece ser que toda la ciudad está perforada por gran cantidad de túneles que están en su mayoría prácticamente intactos.

-¿Que fin podría tener construir una ciudad subterránea? Es absurdo.

-No es una ciudad subterránea. Puede que tuviera que ver con un sistema de transporte. O quizá fuera un simple refugio anterior a la catástrofe. Hemos encontrado gran cantidad de restos óseos, como si parte de los habitantes se hubieran refugiado allí intentando escapar de la destrucción.

-Vamos a verlo. -gruñó Tqol- Tendrá que ayudarme. Esta escala no está hecha pensando en mi edad.

El descenso fue breve, si bien Tqol se vio obligado a hacerlo con lentitud. Una vez abajo pudo comprobar que no se trataba de un simple cráter, sino de una amplia bóveda que había cedido parcialmente formando lo que habían tomado por un cráter. El túnel se prolongaba por ambos lados, uno de los cuales se hallaba débilmente iluminado por los puntos de luz colocados por los ayudantes de Tqol. El interior aparecía libre de escombros; era bastante amplio y Tqol calculó que una nave individual pasaría holgadamente por él. De trecho en trecho aparecían colocados los focos luminosos que contribuían a disipar las sombras de la recta perforación.

-¿Qué es esto? -preguntó, inclinándose para observar el objeto con el que había tropezado; parecía un trozo oblongo de metal corroído por la herrumbre.

-Lo ignoramos. -respondió Vindal tras realizar una rápida mirada- Aparecen a todo lo largo del túnel, pero están tan deteriorados que no nos ha sido posible su identificación. Pensamos que se trata de una serie de guías paralelas que debían de correr por el suelo del túnel, pero desconocemos su función.

Poco después doblaban un suave recodo tras el cual apareció un amplio ensanchamiento. Tqol observó extrañado que tan sólo la parte central del suelo del túnel permanecía al mismo nivel, formando una especie de acanaladura bordeada a ambos lados por sendas mesetas que se alzaban bruscamente disminuyendo la altura efectiva de la bóveda.

-El túnel continúa más adelante, pero lo más interesante está aquí. -comentó Vindal- De las paredes parten varios túneles bastante menores, algunos incluso con escaleras. En esa zona es donde aparecieron los esqueletos.

-Es un buen descubrimiento. -alabó Tqol- Confiemos en que la Academia Central nos conceda permisos para más excavaciones.

Habían subido a una de las plataformas laterales penetrando en uno de los túneles. Vindal no había exagerado: el suelo se hallaba materialmente cubierto de restos óseos. "Habrá que recoger algunos ejemplares y retirar el resto". Pensó Tqol mientras sorteaba con religioso respeto los despojos.

El trayecto fue corto y les condujo a una pequeña estancia en la que se bifurcaban varios pasillos. Allí se hallaba el resto del equipo, los eficientes Santer y Klom, ocupados en la instalación de varios puntos de luz a lo largo del perímetro de la encrucijada.

Tqol fijó su mirada en uno de los extremos situado justo en la dirección opuesta a la que les había conducido hasta allí. Existía un túnel, algo más amplio que el resto, que parecía estar parcialmente cegado. Algo más adelantadas, se distinguían unas oxidadas estructuras metálicas. Algunas tenían una extraña semejanza con jaulas, cosa que le intrigó. Incluso una de ellas, menos deteriorada que el resto, mostraba en su interior un esqueleto.

Incapaz de comprender su significado, Tqol reparó en la existencia de algo interesante justo a su izquierda. Allí no se abría ningún túnel, pero la pared aparecía excavada formando una amplia y profunda hornacina. Dado que ninguna luz había sido colocada aún en ese lugar, el fondo quedaba oculto por la oscuridad.

Tqol tomó uno de los focos sobrantes penetrando con él en el interior del nicho. Éste mostraba señales patentes de haber estado ocupado por gran cantidad de objetos, que a la sazón se hallaban convertidos en cenizas.

Tqol recordó la controversia surgida entre sus colegas respecto a la extraña ausencia de testimonios escritos que revelaran la historia de aquel extraño pueblo extinguido. Frente a los que postulaban que estos seres nunca habían poseído una cultura escrita, se hallaban aquéllos que defendían la tesis de que ninguna civilización que alcanzara determinado nivel de desarrollo podría prescindir de ella. Justificaban su postura argumentando que la extraña carencia había de deberse a la utilización de materiales orgánicos deleznables como base para registrar sus conocimientos. Por lo tanto, no sería de extrañar su desaparición al quedar destruidos por la acción del tiempo.

Tqol era partidario de esta segunda postura, y por un momento dejó vagar su imaginación pensando que esas cenizas eran los últimos restos de los testimonios escritos por esta enigmática raza. Temblando de emoción se inclinó frente a ellas en un vano intento de hallar entre los grises residuos algo que permitiera explicar los misteriosos motivos que habían conducido a la desaparición de aquella especie.

El milagro ocurrió. Sus manos tropezaron con un objeto duro semienterrado en el polvo, pero aparentemente intacto. Allí estaba. En su poder. El primer testimonio escrito hallado por los arqueólogos. Quizá el único. Se trataba de un objeto rectangular y bastante voluminoso formado por un gran número de láminas de un extraño material unidas por uno de los lados. Láminas sumamente frágiles, pero aparentemente en perfecto estado de conservación. Y repletas de los extraños signos que debían de constituir la escritura de aquellos seres.

Tqol se incorporó, incapaz de controlar sus sentimientos por primera vez en su vida. Deseó hallarse en el interior de la astronave, en la cátedra de su lejana universidad. Era el único poseedor de la clave que permitiría estudiar la nebulosa cultura que prosperara en el ahora agonizante planeta. No sería muy difícil descifrar el documento, acabando definitivamente con todas las conjeturas que a lo largo del tiempo se habían tejido en torno suyo.

Legítimamente orgulloso, Tqol contempló con satisfacción su trofeo. En una de las gastadas tapas protectoras aún podían divisarse, medio borrados, unos signos que no pudo comprender, pero que sin duda harían alusión a su contenido:


UN MUNDO FELIZ

Por Aldous Huxley


Publicado el 13-12-2007 en Alfa Erídani