Accidente involuntario



En algún lugar del universo dos amigos dialogaban, si es que se puede denominar así a un intercambio de ideas entre dos entes incorpóreos cuyos cuerpos, constituidos por energía pura y otras radiaciones desconocidas e imposibles de describir, abarcaban varios centenares de miles de kilómetros en las tres -y quizá más- dimensiones del espacio.

-¿Qué tal resultó tu última perfomance? -preguntó #1 a su compañero.

-Mal -respondió malhumorado #2 al tiempo que un flujo de neutrinos, el equivalente al rubor humano, recorría su intangible cuerpo-. Por culpa de un insignificante error en el cálculo tensorial de un isótopo de berilio que cometió el imbécil del proveedor al equivocarse con el grado de pureza, se descontroló la propagación hipercuántica provocando unos efectos diferentes a los deseados.

-Bueno, a mí no me parece tan grave -le quitó importancia #1, a quien en realidad le interesaba más bien poco el arte vanguardista que practicaba su amigo-; supongo que todo se reduciría a una alteración de la resonancia bimodal en algún rango del espectro... -era una manera elegante de decir que lo mismo le daba un chafarrinón boca arriba que boca abajo.

-Dices eso porque te niegas a aceptar la sutileza del arte moderno, en el que lo importante no es dártelo todo hecho para que lo disfrutes pasivamente, sino reflexionar sobre el mensaje lanzado por el autor más allá de la banalidad contemplativa -le reprochó #2, escocido por la pulla-. Por esta razón cualquier alteración ajena al creador, por nimia que sea, afecta al espíritu de la obra perturbando su correcta interpretación. De ahí mi disgusto.

-Pero si no fue culpa tuya, poco pudiste hacer para evitarlo -condescendió-. Y eso lo deberían entender tus seguidores.

-Sí, entenderlo lo entienden... al menos la mayoría. Sobre todo, después que les prometiera repetirlo una vez que quedara corregido el inoportuno fallo del isótopo. Pero el problema no es ése.

-¿De qué se trata entonces? -inquirió #1 intrigado.

-Los dichosos ecologistas -rezongó #2 resonando en los 200 nanometros a causa de su irritación-. Me han denunciado al Servicio Galáctico de Medio Ambiente por, según ellos, haber contaminado un espacio de veinte filders cúbicos de una reserva natural protegida.

-¿Y es eso cierto?

-Según como se mire. La perfomance se desarrolló en un área pública cercana a la reserva, contaba con todos los permisos y tenía perfectamente acotada el área. Pero al descontrolarse¡maldito proveedor! se expandió más allá de lo calculado, rozando ligeramente el borde de la reserva. Como comprenderás la responsabilidad es suya, pero a quien le han venido a tocar los glimps ha sido a mí. Y ahora tengo detrás a un maldito inspector del SGMD agobiándome con sus requerimientos.

-¿Hubo daños?

-Personales no, por supuesto, y de propiedades tampoco. El área de protección era suficientemente amplia en todo el contorno excepto por la parte que lindaba con la reserva, que era algo más estrecha, ya que el técnico responsable del control no lo consideró necesario al tratarse de una zona deshabitada y cerrada a las visitas. Lo malo fue que quedó esterilizada una minúscula zona de no más allá de cinco o seis sistemas estelares situada justo en el límite de la reserva, y dio la maldita casualidad de que en uno de ellos estaba catalogada una vida autóctona de nivel -3. Ya ves tú, ¡nivel -3! ¡En una simple desinfección periódica de nuestros hábitats se erradica hasta el nivel -1, y a veces incluso el 0!

-La verdad es que no era mucho... ¿a qué viene entonces tanto jaleo?

-Pues porque debido a la ley de protección ambiental que promulgaron hace tres daesp para acallar a esos malditos ecologistas, las reservas naturales se convirtieron en unos santuarios virtualmente intocables, y basta con que exista en ellos el más mínimo aliento vital, incluso tratándose de algo tan repugnante como el de sustrato material, para que automáticamente consideren delito ecológico el más mínimo daño que le puedas infligir. Imagínate, ¡protegiendo a esas cosas!

-Lo siento, chico -murmuró #1, sorprendido por la mala suerte de su amigo-. Espero que al final todo se solucione.

-Eso espero. Según me ha dicho mi abogado, la responsabilidad recae sobre el proveedor isotópico, y no sobre mí; pero el mal ya está hecho, y lo que más me preocupa es mi reputación como artista. ¡Tantos daesp trabajando para labrarme un nombre y ahora, por culpa de unos insignificantes bichos que nadie va a echar de menos, se viene todo abajo!

#1 no supo qué responder, aunque en el fondo él también pensaba que el celo administrativo resultaba excesivo cuando tan sólo se había chamuscado de forma accidental una mínima área de espacio baldío.




Algunos cientos de años antes, según la escala temporal terrestre, llegó el Armagedón. Ocurrió de forma repentina, sin que nadie se percatara de ello, en forma de una inmensa oleada de radiación desconocida procedente de las profundidades del cosmos, la cual se abatió sobre el Sistema Solar a una velocidad miles de veces superior a la de la luz; algo que sin duda habría fascinado a los astrofísicos de haber sobrevivido a su efecto. Pero no fue así, puesto que esta radiación inconmensurablemente energética arrasó en apenas unos segundos a la Tierra y al resto de sus compañeros cósmicos, incluido el propio Sol, desintegrándolos más allá de la propia materia, ya que lo único que quedó de ellos fueron unas desdibujadas nubes de exóticas radiaciones que se fueron disipando poco a poco.

Aquel fatídico día las profecías sobre el fin del mundo quedaron plenamente cumplidas, aunque para decepción de quienes creían en ellas no vino acompañado de nada remotamente parecido a una resurrección de los muertos. De hecho a nadie, salvo a unos cuantos ecologistas galácticos, le llegó a importar lo más mínimo tan insignificante pérdida.


Publicado el 16-5-2021