Vuelta a casa



Sábado de madrugada. Vuelvo a casa en un búho. Va semivacío, y me adormezco en mi asiento. Un frenazo me despierta. Miro por la ventanilla y veo que hemos parado en mitad de la calle, no en un semáforo. Veo también que un círculo de personas está rodeando al autobús. Hay algo raro en su manera de moverse: caminan con torpeza y se tambalean. Vislumbro el rostro de uno de ellos y un escalofrío me recorre el cuerpo: es un zombi. Todos son zombis, y nos han acorralado sin posibilidad de escapar.

Angustiado busco con la vista a mis compañeros de viaje; pero todos han desaparecido. Sólo quedamos el conductor y yo. Voy hacia él y, cuando estoy a punto de llegar a la parte delantera del vehículo, éste se vuelve: es otro zombi, en cuyo descarnado rostro se dibuja una mueca que pretende pasar por sonrisa.

Aterrado retrocedo de espaldas, tropiezo y caigo entre los asientos. Estoy perdido. Cierro los ojos. Los abro y me encuentro de nuevo en mi asiento; me he pasado de parada. Todo ha sido un sueño, pero mi pánico ha sido real. La próxima vez procuraré volver antes a casa.


Publicado el 19-10-2014