Proyecto SETI



SETI son las siglas del término inglés Search for ExtraTerrestrial Intelligence, Búsqueda de inteligencia extraterrestre en español, y como su nombre indica engloba a todos los intentos que se han realizado hasta el momento de buscar signos de vida en las estrellas mediante un rastreo con radiotelescopios, en busca de señales que no hayan podido ser causadas de forma natural.

Sin embargo, a la hora de llevarlo a la práctica se plantean una serie de preguntas que hacen cuestionarse las posibilidades de éxito del mismo. Así, cabe presumir que estos seres no se comuniquen por ondas de radio sino por vete a saber que otro sistema desconocido para nosotros, y aun suponiendo que sí lo hicieran, ¿cómo acertar con las frecuencias adecuadas? ¿cómo lograr decodificar el mensaje? No se trata de temas baladíes.

Así pues, los primeros intentos realizados en las décadas de los sesenta y setenta desde el radiotelescopio de Green Bank, el Proyecto Ozma, el Proyecto Ozpa y el Proyecto Ozma II, pecaron de ingenuos al presuponer de forma totalmente gratuita que los hipotéticos extraterrestres utilizarían para sus comunicaciones la banda de emisión del hidrógeno interestelar correspondiente a los 21 centímetros o 1.420 Hz. Como cabe suponer, todos estos intentos acabaron en fracasos. No fueron éstos los únicos experimentos de este tipo, ya que se contabilizan no menos de un centenar realizados a distintos niveles de profundidad y dedicación.

Posteriormente se replantearían los criterios de búsqueda, interesándose la propia NASA que, tras unos tanteos previos, inició en 1992 el Proyecto SETI propiamente dicho; en realidad el término SETI es una denominación genérica que engloba a cualquier tipo de búsqueda de emisiones extraterrestres de radio, y el nombre oficial del programa de la NASA es, desde 1995, el de Proyecto Phoenix. Sin embargo, normalmente a éste se le suele conocer como SETI.

El Proyecto Phoenix, o SETI, es heredero de los anteriores, si bien bajo unas pautas mucho más sistemáticas. En esencia, pretende realizar una búsqueda global de señales extendida no sólo a la totalidad de la bóveda celeste, sino también a un rango suficientemente amplio de frecuencias, nada menos que 168 millones de canales comprendidos entre los 1.200 y los 1.640 MHz. Esta región del espectro electromagnético fue seleccionada en función de determinados criterios, tales como el de ser una zona "limpia" de emisiones parásitas de origen natural y el de caer dentro de sus límites las bandas de emisión de sustancias tan comunes en el cosmos y vinculadas a la vida como el hidrógeno y el agua. El radiotelescopio elegido fue el de Arecibo, en la isla de Puerto Rico, el de mayor tamaño del mundo con sus más de 300 metros de diámetro, aunque también se han utilizado otros como el de Green Bank, en Estados Unidos, el de Jodrell Bank, en Gran Bretaña, o el de Parkes en Australia.

Lamentablemente tan sólo un año más tarde le fueron retirados los fondos a la NASA, razón por la que hubo de replantearse el Proyecto SETI. A partir de entonces el Instituto SETI, creado en 1984 por la NASA, pasó a estar financiado con fondos privados. Entre sus patrocinadores se cuentan tanto organismos públicos como universidades, fundaciones y varias empresas privadas. Su director es Frank Drake, pionero del Proyecto Ozma.

Hasta el día de hoy, el proyecto ha seguido adelante, pero la incapacidad material para procesar la ingente cantidad de información recopilada hizo que se creara el Proyecto SETI@Home, mediante el cual cualquier ordenador conectado a internet puede colaborar en el proyecto de forma voluntaria, aprovechando sus ratos muertos para procesar paquetes de datos remitidos por la Universidad de Berkeley, en California, de modo que la capacidad de cálculo aumenta de forma considerable. Hasta el momento, han sido más de cinco millones los voluntarios que, desde más de 200 países, han colaborado en el programa.


Publicado el 8-11-2008