Los norteamericanos reclaman los edificios de la Universidad*



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Anda, que si llega a ser verdad...


Según noticias de agencias llegadas estos últimos días a nuestra redacción, ha surgido una importante cuestión que va a afectar gravísimamente a la conservación de nuestro patrimonio histórico y, más concretamente, a la parte más valiosa del mismo, los antiguos edificios que formaran parte de la universidad cisneriana hasta su supresión en el siglo pasado.

¿Qué ha ocurrido para llegar a tan alarmante situación después de haber transcurrido tantos años desde que tuvo lugar la citada supresión y más de quince desde que Alcalá recuperara su condición universitaria? Pues algo tan sencillo, aparentemente, como la aparición de un importante documento al procederse a la catalogación del archivo de la conocida Fundación Carnegie, en Illinois, Estados Unidos. Este documento, perdido durante ciento cincuenta años y descubierto ahora, no es otra cosa que las escrituras de compraventa de los antiguos edificios universitarios de Alcalá que sufrieron desamortización en el siglo pasado. Está fechado en Madrid y en él figura como vendedor el Conde de Quinto que, como es sabido, fue el propietario del edificio del colegio mayor de San Ildefonso y de los del resto de la manzana antes de que la Sociedad de Condueños se hiciera cargo de los mismos. Al parecer este documento fue propiedad de varios ciudadanos norteamericanos hasta que finalmente, a principios de este siglo, el conocido investigador y filántropo norteamericano Peter B. Towers lo donó junto con el resto de sus propiedades y archivos a la citada Fundación Carnegie, dueña legal pues de las escrituras y por lo tanto de los edificios.

Lógicamente, esta circunstancia pone en cuestión la validez de la propiedad legal de la Sociedad de Condueños sobre estos edificios así como la utilización de los mismos por parte de la universidad; esto ha motivado que estas dos entidades, apoyadas en todo momento por el Gobierno español, procedieran en su momento a encargar una investigación acerca de la validez del documento en cuestión, cuya copia se ha conseguido encontrar finalmente en el Archivo de Protocolos de Madrid suscrita ante un notario de la capital. Está claro, pues, que no se trata ni de una falsificación ni de una broma de mal gusto sino que, por el contrario, es un documento perfectamente legal.

Y, puesto que se trata de un contrato fechado con anterioridad al que obra en poder de los Condueños, hay que llegar a la conclusión de que en realidad estos últimos no han sido nunca los propietarios legales de estos edificios por mucho que así se haya creído hasta ahora.

¿Cómo ha podido llegarse a tan insólita y sorprendente situación? La rocambolesca historia de estos documentos, que por fin ha podido ser conocida con exactitud, lo explica claramente a la vez que arroja luz sobre ciertos puntos oscuros que los historiadores nunca llegaron a desentrañar. Según ha informado Joseph C. Channelfield, responsable del equipo encargado de la catalogación, el conde de Quinto ya había vendido los edificios a un magnate norteamericano (cuyo nombre se negó a revelar a la prensa a petición de sus herederos) cuando la recién constituida Sociedad de Condueños le forzó a realizar una segunda venta a los mismos que es la que tradicionalmente ha sido citada por los historiadores. Ciertamente se trataba de una transacción completamente ilegal al vender el conde una propiedad que ya no le pertenecía, pero indignado ante las exigencias de los alcalaínos procedió así, al parecer, para vengarse de ellos amparado como estaba por sus grandes influencias en los gobiernos de la época en el convencimiento de que, como mucho, se vería obligado a devolver el dinero recibido habiendo conseguido mientras tanto que le dejaran en paz.

Pero los hechos transcurrieron de otra manera completamente distinta. Apenas recibidos los importantes documentos y antes de que pudiera adoptar la menor decisión al respecto, fallecía repentinamente el magnate dejando a sus herederos enzarzados en una embrollada disputa legal que no sería resuelta sino hasta pasadas varias décadas. Puesto que mientras tanto había fallecido el sobrino al que finalmente correspondió el documento, éste pasó a ser propiedad de su hijo, un vividor que no se preocupó lo más mínimo de gestionar un patrimonio heredado que dilapidó alegremente antes de fallecer en extrañas circunstancias al parecer asesinado en un ajuste de cuentas. Poco antes había vendido las escrituras, incluidas en una voluminosa colección de documentos diversos, a Peter B. Towers que por su parte no vio en ellos más que un interés bibliográfico e histórico no planteándose en ningún momento la reclamación de la propiedad de los edificios que mientras tanto, y a falta de cualquier otro tipo de documentación, habían pasado de hecho a ser propiedad de los Condueños.

Y esa es la situación actual, con los responsables de la Fundación Carnegie sumamente interesados en recuperar una propiedad que legalmente les pertenece. Según han comunicado a sus interlocutores españoles, en próximas fechas se desplazarán a Madrid los representantes de un prestigioso bufete de abogados de la ciudad de Chicago con objeto de plantear formalmente la reclamación de los edificios aunque, según fuentes de la universidad de Alcalá contactadas por Puerta de Madrid, se ha alcanzado finalmente un acuerdo amistoso entre ambas partes: Dado que la universidad no podía abandonar estos edificios, ha ofrecido ceder a la Fundación Carnegie la propiedad de ciertos elementos arquitectónicos tales como la fachada, el sepulcro de Cisneros y los artesonados de San Ildefonso y el paraninfo, todos los cuales comenzarán a ser desmontados y trasladados a Estados Unidos en el plazo de unos meses. En compensación, la universidad recuperará la propiedad de los edificios aunque se verá obligada a reemplazar los elementos perdidos, y en especial la fachada, por otros de diseño más actual, labor para la que ya ha encargado un proyecto a un conocido arquitecto madrileño.

Desgraciadamente la historia se repite y Alcalá vuelve a sufrir un nuevo en importante zarpazo en su cada vez más deteriorado patrimonio histórico; pero, dentro de la desolación que nos embarga, piénsese que hubiera sido peor que la universidad hubiera tenido que abandonar los edificios dedicándose éstos a cualquier actividad ajena a aquélla para la que fueron construidos. Del mal, pues, el menos.




Aclaración en el número siguiente

ACLARACIÓN A UNA SUPUESTA RECLAMACIÓN NORTEAMERICANA

Según nos informan los redivivos Peter B. Towers y Joseph C. Channelfield o, lo que es lo mismo, Pedro Ballesteros Torres y José Carlos Canalda respectivamente, dada la enorme avalancha de preguntas, llamadas de teléfono, sorpresas, indignaciones, berrinches y algún que otro cólico de riñón que han surgido entre los vecinos de Alcalá tras el presunto hallazgo del presunto documento de la presunta compraventa de los antiguos edificios universitarios tal como aparecía publicado en el último número de Puerta de Madrid con fecha de 28 de diciembre (día de los Inocentes, para más señas), ambos han decidido de común acuerdo enterrar el expediente en el más profundo y oscuro de sus archivos.

Ambos declaran solemnemente, asimismo, que ninguna de las personas e instituciones nombradas en el citado artículo han tenido el menor conocimiento previo, ni lo tendrán tampoco en el futuro, de esta hipotética reclamación norteamericana fruto exclusivo de las ocurrentes mentes de los dos autores de la inocentada, los cuales han sido declarados convictos y confesos e identificados plenamente como tales por el consejo de redacción de este semanario reunido en comité de urgencia.

Esperando que a todos haya divertido y a ninguno disgustado tan inocente invención fruto exclusivo de la imaginación de los autores, éstos se despiden de los lectores... Hasta un próximo 28 de diciembre.




* Escrito en colaboración con Pedro Ballesteros Torres


Publicado el 29-12-1990, en el nº 1.222 de Puerta de Madrid
Actualizado el 7-12-2012