El cartel amable





No cuesta trabajo ser educado



El cartel que ilustra este comentario me lo encontré en un barrio cualquiera de una ciudad española, no importa donde porque podría haber estado en cualquier lugar, e ilustra el hartazgo del dueño del establecimiento en cuya fachada estaba pegado. Vaya por delante que me solidarizo con este sufrido comerciante ante la cada vez más preocupante epidemia de mala educación que nos invade, por lo que nada hay de crítica, y sí de apoyo, a su iniciativa.

No obstante, lo que me ha llamado la atención es que, supongo que harto de que le ensuciaran la puerta de su tienda, haya optado por escribir un cartel que en cierto modo me recuerda a los añosos -y supongo que en su momento necesarios- rótulos que en los autobuses nos advertían que estaba prohibido escupir... como si no fuera, o debiera ser, algo completamente obvio, como obvia es también la queja del cartel que nos ocupa.

Asimismo, me ha llamado también la atención el esmero con que está redactado el cartel, nada de un escueto “PROHIBIDO QUE LOS PERROS HAGAN SUS COSAS AQUÍ” o algo por el estilo, que también habría valido; no, el cartel intenta apelar -ignoro si con resultados positivos- a la conciencia cívica de los propietarios de perros, dándoles amablemente las gracias. Eso sí, se nota su puntito de sarcasmo, algo que tampoco me parece mal, tanto en la explicación de que él no va a ensuciar las puertas de nadie como, sobre todo, en la posdata final.

Espero, eso sí, que el cartel haya resultado efectivo.


Publicado el 21-4-2014