Hermana rata





Fotografía tomada de Euronews.com



Hay ocasiones, a estas alturas de mi vida, en las que realmente no sé si reír o llorar al constatar la blandenguería que invade Europa, merced a la cual iniciativas que en su justo término son loables y dignas de encomio se convierten, gracias a la exageración y a la falta de sentido común, en poco menos que bufonadas.

Y es que, como dice la conocida frase, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones... y el buenismo, por desgracia, es algo de lo que últimamente estamos más que sobrados. Véase, a modo de ejemplo, la noticia que circuló por los medios de comunicación hace apenas unas semanas: en una ciudad del sur de Alemania una rata de alcantarilla -detalle este último importante- intentó salir por el agujero de la tapa de un registro y, debido a que estaba bien alimentada, se quedó atrapada sin poder moverse ni para delante ni para atrás. Como es natural el bicho se puso a chillar y, apercibidos los viandantes de la circunstancia, avisaron a los bomberos y a una organización de rescate de animales, los cuales se apresuraron a acudir para liberarla de su prisión tras lo cual la volvieron a reintroducir sana y salva -aunque supongo que razonablemente asustada- en su hábitat natural, es decir, las alcantarillas.

No quedó ahí todo, puesto que las asociaciones animalistas se apresuraron a felicitar a los rescatadores por su heroica misión en beneficio de la pobre rata, habiéndoles faltado tan sólo someterla, previamente a su liberación, a un régimen de adelgazamiento en beneficio de su salud, que ya se sabe que la obesidad es mala para todos incluyendo a las bestezuelas del Señor.

Lamentablemente este final feliz se ve ensombrecido si tenemos en cuenta que estos roedores son considerados justificadamente como una plaga -pueden transmitir un buen puñado de enfermedades- y en consecuencia son tratadas como tales mediante campañas periódicas de exterminio. Y aunque ya estábamos bastante acostumbrados a ver como los bomberos entre incendios, intervenciones en accidentes y catástrofes, rescates de personas heridas y otras minucias por el estilo dedicaban su tiempo a la loable tarea de rescatar gatitos de los árboles, la verdad es que lo de la rata es de traca... porque no estamos hablando de animales domésticos ni de fauna salvaje más o menos en peligro de extinción, y ni tan siquiera de otros bichos como las palomas que, pese a ser tan plaga como ellas -unos nacen con estrella y otros estrellados-, caen en gracia a mucha gente a diferencia de las susodichas ratas de alcantarilla que, por lo general, suelen ser vistas con una justificada aversión, sobre todo por parte de la población femenina.

¿Qué será lo próximo? ¿Salvar de la extinción al mosquito anófeles, a la mosca tse-tse, a los piojos, a las garrapatas o a la solitaria, que también son criaturas de Dios? Si esto no es la decadencia de occidente, que venga Spengler -alemán, por cierto- y lo vea.


Publicado el 5-3-2019