La miel para quien la trabaja





Abejas en una pastelería marroquí. Fotografía tomada de lallamarocaine.wordpress.com/



Cuando el año pasado estuve unos días en Tánger, una de las cosas que más me llamaron la atención fue que en las pastelerías, y estoy hablando de las homologables con las europeas, aunque la situación se repetía en los puestos callejeros, las abejas campaban por sus respetos entre las múltiples muestras de la apetecible repostería marroquí, algo que a mí me provocó no sólo sorpresa sino también, para qué voy a negarlo, un tanto de repulsión.

Puesto que no cabía abrigar dudas acerca de la higiene y la salubridad de estos establecimientos, al menos no más que de la de los españoles, me puse a especular sobre los motivos de tan chocante situación, por supuesto permitida por los propietarios de las pastelerías, llegando a la conclusión de que debía de tratarse de algo tan simple como una propaganda gratuita de la calidad de estos productos: si las abejas -no había allí ningún otro tipo de insectos consuetudinariamente considerados molestos o repugnantes, como moscas o avispas- acudían en tropel a los pasteles, era muestra evidente de que éstos eran tan buenos -y tan dulces- que hasta para las propias abejas resultaba irresistible su calidad. Teoría, por cierto, que pude confirmar consultando internet.

Claro está que también hay otra interpretación posible, quizá no tan pragmática pero sin duda mucho más poética: teniendo en cuenta que la miel es un ingrediente fundamental de los dulces marroquíes, nada más justo que aplicar, convenientemente adaptado a las circunstancias, el viejo grito revolucionario atribuido a Emiliano Zapata y posteriormente utilizado por la propaganda izquierdista: La miel para quien la trabaja... al menos, allende el Estrecho de Gibraltar.


Publicado el 10-11-2014