Corrección política post mortem





¿Prohibido el paso a los analfabetos?



La plaga de la mal llamada corrección política está llegando ya a unos extremos francamente fastidiosos, sobre todo teniendo en cuenta que, a poco que se les deje, sus apóstoles más exaltados pueden acabar esgrimiendo tarde o temprano unos modales inquisitoriales que tienen poco que envidiar a los de Torquemada, aunque por fortuna en su mayor parte estas iniciativas suelen acabar quedándose en simplemente chuscas.

Veamos un ejemplo con el que me encontré en la puerta de la capilla de un tanatorio. Estaba claro que se trataba de una capilla, definida por el Diccionario de la Real Academia Española como “oratorio privado”, sin ninguna mención explícita a la religión católica. De hecho en lugares de mucho tránsito, como hospitales o aeropuertos, existen ya capillas multiconfesionales para que nadie pueda sentir heridos sus sentimientos por muy fina que sea su piel religiosa, y la de este tanatorio es precisamente una de ellas. Pero por lo que se ve los responsables del centro todavía no lo debieron considerar suficiente ya que, amén de no existir en la puerta ningún símbolo religioso, ni cristiano ni de ninguna otra religión, el rótulo de “capilla” ha sido sustituido por un aséptico “sala de cultos”.

Volviendo al Diccionario de la RAE, vemos que la primera acepción de “culto” es “Dotado de las calidades que provienen de la cultura o instrucción”, nada que ver con temas religiosos, debiendo remontarnos hasta la quinta para encontrarnos con “Homenaje externo de respeto y amor que el cristiano tributa a Dios, a la Virgen, a los ángeles, a los santos y a los beatos.”; definición que, si nos ponemos rigurosos, es sólo aplicable al cristianismo, pero no al resto de las religiones mundiales. La sexta -“Conjunto de ritos y ceremonias litúrgicas con que se tributa homenaje.”- tampoco nos aclara demasiado, por lo que hemos de recurrir a la séptima -“Honor que se tributa religiosamente a lo que se considera divino o sagrado”-, de un total de diez, para encontrar una definición lo suficientemente amplia como para estar razonablemente seguros de no herir sensibilidades religiosas no cristianas amén de especialmente suspicaces. Por si fuera poco, tal como figura en el panel situado bajo el rótulo, resulta que las únicas ceremonias religiosas programadas de forma habitual son precisamente las católicas, por lo que no acabo de entender tamaño empeño en, nunca mejor dicho, querer ser más papistas que el papa... o su equivalente en otras religiones.

En cualquier caso, y volviendo a la primera acepción del término, la pregunta que surge es inmediata: dado lo anteriormente comentado, ¿podrán acceder a esta sala los analfabetos, o quienes carezcan de la suficiente cultura?


Publicado el 21-9-2016