Un vino “divino”





Es sabido que muchas veces la publicidad de determinado producto busca mimetizarlo con algo que tendamos a identificar, de modo inconsciente, con el paradigma de la calidad. Así, no es raro encontrarnos con un whisky de nombre anglosajón elaborado en Cuenca, un vermut aragonés de resonancias italianas, una ginebra inglesa de Málaga, un vodka ruso de Cataluña... no sólo, claro está, dentro del ramo de las bebidas alcohólicas, ya que también tenemos salchichas alemanas, hamburguesas norteamericanas, paté francés, etc.

Aunque, claro está, no siempre se recurre, o se recurría, a ejemplos extranjeros, ya que en ocasiones las no siempre sutiles insinuaciones de excelencia procedían de otras fuentes. Éste fue el caso de los que pudiéramos denominar vinos -y licores- tónicos considerados reconstituyentes y medicinales, recomendándose incluso, quién lo diría ahora, para los niños.

Aunque estas bebidas fueron muchas y muy variadas, sin duda las más populares y las únicas que, a trancas y barrancas, han llegado hasta nuestros días fueron los vinos quinados, una especie de vermuts macerados no sólo con plantas aromáticas, sino también con sustancias presuntamente medicinales como las sales de hierro -utilizadas para combatir la anemia- y quina a modo de ingrediente principal. El extracto de quina, o quinina, es una sustancia extraída de esta planta que fue utilizada durante siglos para combatir los procesos febriles, en especial los provocados por la malaria. Puesto que en la actualidad ha sido sustituida por principios activos más efectivos, su uso se ha limitado en su mayor parte como aromatizante de determinadas bebidas, no sólo el vino quinado sino también la popular tónica, a la que presta su característico sabor amargo.

Y aunque en la actualidad el vino quinado, o vino quina, ha quedado reducido a la misma categoría que la tónica, siendo contadas las marcas que todavía hoy se comercializan, en su momento no sólo fue extremadamente popular sino que además se vendió como tonificante y reconstituyente. Por esta razón, y conforme a lo que he explicado en el primer párrafo, no es de extrañar que sus etiquetas intentaran hacer alusión a ello. Y, aunque la gran mayoría de estas marcas desaparecieron , basta con rastrear por internet para encontrarse con un nutrido número de antiguas botellas y etiquetas para disfrute de los coleccionistas.

Así, nos encontramos con personajes, reales o no, de conocida fortaleza como Sansón, Aníbal, Salomón (!), Atlas, Titán, El Poderoso, El Coloso o Atleta. Otros, muy en su época, optaban por la rotundidad de Epopeya, Califa, Supremo, La Verdad, El Milagroso, Caridad, o, haciendo hicapié en sus presuntas bondades medicinales, La Enfermera, y no faltaron tampoco quienes recurrían a la religión como prueba de su bondad, tal fue el caso de Franciscano, Mano de Santo, Monja Quina o Santo Grial, aunque también tendría su hueco el papa León XIII (1878-1903) pese a no estar ni tan siquiera beatificado, lo que se compensaba calificando a este vino de milagroso.

Sin embargo fueron muchas las marcas que, yendo más allá, se colocaron bajo la advocación de diferentes santos; al fin y al cabo, ¿qué mejor patronazgo?: San Antón, San Antonio de Padua, San Blas, San Bernabé de Chipre, Santa Catalina, San Clemente, San Carlos, San Cayetano, San Eutropio, San Expedito, San Felipe, San Francisco, San Francisco Javier, San Ignacio, Santa Isabel, San Javier, San Jorge, Santa Lucía, San Luis, San Lázaro, Santa María Soledad, Santos Niños, San Pantaleón, San Rafael, San Roque, Santa Rosa, Santa Teresa, San Timoteo, Santiago...

Subiendo un escalón más en la hagiografía, nos encontramos con diversas advocaciones marianas: Nuestra Señora de Altagracia, La Bien Aparecida, Nuestra Señora de Covadonga, Virgen de Criptana, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de los Milagros, Virgen de la Montaña o Virgen de Pastoriza. Y, ya puestos, incluyendo a La Sagrada Familia, La Sagrada Cena o el sevillano Jesús del Gran Poder.

Sin embargo, la etiqueta que más me ha llamado la atención con diferencia es la que reproduzco en la cabecera del artículo, ya que en este caso la bodega que lo elaboraba, M. Gil Galán, radicada como muchas otras en Jerez, no se cortó un pelo bautizándolo como Vino de Jesucristo, ahí es nada. Registrada la marca en 1933 según se indica en la etiqueta, fecha probable del inicio de su comercialización, la bodega perduraría hasta la década de 1960, llegando a exportar este vino a numerosos países. Cierto es que el recurso a la figura máxima del cristianismo no fue exclusivo de esta marca, pero solía aplicarse bien a los vinos de misa, bien a los elaborados por bodegas con nombres relativos a Cristo, en muchas ocasiones tomados del patrono titular de la localidad respectiva.

Aquí, por el contrario, existió una decidida voluntad de avalar sobrenaturalmente las presuntas bondades medicinales de este vino quinado, del cual no me resisto a reproducir el texto completo de la contraetiqueta:


MAGIGAL
GRAN VINO FERRUGINOSO QUINADO


Este vino se ha elaborado a base de un buen Jerez Viejo y un excelente Pedro Ximénez, combinado con plantas aromáticas, quina calisaya, raíz de genciana y sulfato de hierro.

Por los amargos que contiene, constituye un aperitivo excelente; por la gran cantidad de vitaminas que encierra el vino de Jerez, es tónico y reconstituyente de primer orden; por su acción directa al sistema nervioso central, es un excitante de la vitalidad.

Regulariza el ritmo de la circulación sanguínea, fortifica el organismo en general, y de ahí que al par de ser aperitivo y tónico, es un poderoso digestivo.

Su uso está indicado en todos los casos de debilidad, anemia, convalecencia, vejez prematura, dispepsias hipoclorhídricas, y sobre todo en los casos de neurastenia con abatimiento, en los cuales, por el optimismo que infunde, contribuye extraordinariamente a que el enfermo disfrute la alegría de vivir.

Dosis conveniente, de una a dos copas de las usuales de vino, antes de cada comida.


Lo dicho, un vino divino; sobre todo después de pimplarse un par de copas antes de cada comida, se supone que con desayuno y cena incluidos.


Publicado el 15-12-2015