El falso “Séptimo Centenario”
de la Universidad Complutense (I)



En relación con el artículo que, firmado por Gustavo Villapalos, fue publicado en su diario el pasado día 11 de este mes, desearía puntualizar algunas afirmaciones vertidas en el mismo ya que éstas no se corresponden con la realidad histórica y pudieran, por lo tanto, inducir a error a algunos de sus lectores.

Así, es primer lugar, es completamente falso que la autotitulada universidad Complutense fuera fundada hace setecientos años por el rey Sancho IV, ya que lo que se creó entonces no fue la universidad alcalaína -que lo sería por el cardenal Cisneros en 1499- sino unos Estudios Generales que pueden ser considerados como los precursores de la universidad, por supuesto, pero no la universidad misma, ya que se trató de dos entidades completamente distintas. Por ello, si bien la ciudad de Alcalá de Henares sí puede conmemorar con todo derecho el séptimo centenario de su carácter universitario, no existe en estos momentos universidad alguna -ni la madrileña ni la alcalaína- que pueda considerarse, con el menor rigor histórico, fundada en esa fecha.

Pero es que, por el mismo motivo, tampoco la universidad madrileña tiene el menor derecho histórico a considerarse la continuadora de la antigua universidad cisneriana, ya que no es tampoco cierta la afirmación del señor Villapalos de que la universidad de Alcalá fuera trasladada a Madrid en el siglo pasado; amén de la anécdota de que poco pudo influir en esta decisión la reina Isabel II, que entonces contaba apenas con seis años de edad, lo cierto es que basta con leer los trabajos de numerosos historiadores para comprobar que la universidad alcalaína no fue trasladada a Madrid sino suprimida, al tiempo que en la capital se creaba una universidad completamente nueva y diferente que se vino a llamar Central durante bastante más de un siglo, concretamente entre 1836 y 1970. Siguiendo también a estos mismos historiadores, es fácil descubrir que la supresión de la universidad alcalaína y la paralela fundación de la madrileña respondieron al deseo de los gobiernos liberales, en el poder durante la regencia de la reina María Cristina, de reformar la enseñanza superior española, suprimiendo para ello varias universidades de talante conservador -entre ellas la de Alcalá, pero también otras como las de Sigüenza o Cervera- al tiempo que creaban varias universidades de nuevo cuño de las cuales la Central madrileña sería la principal de todas ellas. Es por eso por lo que, extinguida la vieja universidad complutense en 1836, ninguna otra, ni la antigua Central madrileña ni la actual de Alcalá de Henares, pueden considerarse históricamente continuadoras suyas aunque sí, y principalmente la de Alcalá, sus herederas.

Y en cuanto al gentilicio de Complutense que desde hace poco más de veinte años detenta la universidad madrileña, la cuestión es tan obvia que no merecería la pena ser discutida: ¿Consentirían los madrileños que una universidad fundada en otra ciudad, o en otra provincia, ajena además por completo a su villa, se autootorgara sin el menor derecho el nombre de Matritense? Yo le pediría, pues, al señor Villapalos, como rector que es de una de las universidades más prestigiosas de España y de Europa, que se limitara a celebrar los numerosos acontecimientos que jalonan la historia de su universidad en sus ciento cincuenta y siete años de fecunda existencia, dejando para los demás aquello que en justicia no le corresponde. Ni la universidad madrileña precisa revestirse de oropeles ajenos para resaltar su indiscutible importancia, ni a los demás nos agrada que nos arrebaten lo nuestro.


Enviada el 16-5-1993 a ABC