Alcalá de Henares, una ciudad para vivir



Soy alcalaíno por nacimiento, por residencia y por vocación, y soy al mismo tiempo un enamorado de la provincia de Guadalajara, con la que me siento totalmente identificado merced al vínculo común de la historia, la geografía y la comunidad de motivaciones e intereses. Asimismo me encuentro sumamente a gusto en la propia ciudad de Guadalajara, a la que visito con frecuencia. Por tal motivo, encuentro completamente justa la queja efectuada ante un diario madrileño -en todos los sentidos- por su alcalde, Javier de Irízar, y apoyada por el colaborador de NUEVA ALCARRIA Luis Monje Ciruelo ante la absurda y a todas luces falsa catalogación de la ciudad de Guadalajara como una de las capitales de provincia peores (¿qué entienden estos señores por tales?) de nuestro país. También coincido plenamente con su colaborador al considerar que si hay alguna ciudad inhabitable y hostil en nuestro país es precisamente Madrid, y créanme que hablo con conocimiento de causa puesto que mis responsabilidades laborales me obligan a desplazarme hasta ella todos los días.

Pero lo que me duele, como alcalaíno, es que se meta a mi ciudad en el mismo saco que a la capital de España como hace el señor Monje Ciruelo al contraponerlas a Guadalajara; porque si bien Alcalá sufre una serie de problemas que los alcalaínos nos esforzamos en subsanar, y aunque en estos momentos es justo reconocer que en algunos aspectos Guadalajara marcha por delante de Alcalá, no es menos cierto que, afortunadamente, -y recalco lo de afortunadamente- Alcalá es muy diferente (y, por supuesto, bajo mi punto de vista infinitamente más habitable) que la insufrible colmena madrileña. Por ello, me gustaría invitar al señor Monje Ciruelo a visitar Alcalá para que pudiera comprobar por sí mismo cómo ésta tiene mucho más en común con Guadalajara que con la capital de España no obstante estar incluida en la provincia de esta última.


Publicada el 24-5-1991 en Nueva Alcarria