El falso “Séptimo Centenario”
de la Universidad Complutense (II)



En relación con la reciente celebración, por parte de la autodenominada “Universidad Complutense”, del presunto séptimo centenario de su fundación, desearía apuntar los siguientes datos históricos en busca de que los lectores de este diario puedan contrastar la realidad histórica con la particular interpretación de la misma que hace Gustavo Villapalos, rector de esta universidad madrileña:

Primero: Los Estudios Generales fundados en Alcalá de Henares en 1293 por el arzobispo toledano Gonzalo García Gudiel y el rey de Castilla y León Sancho IV el Bravo, no tuvieron nada que ver con la universidad complutense -con minúscula- fundada en la entonces villa de Alcalá, en 1499, por el cardenal Cisneros, siendo únicamente su precedente histórico pero nunca su primera etapa.

Segundo: La antigua universidad alcalaína, o complutense -de Compluto, gentilicio latino de Alcalá-, fue suprimida tras diversos avatares en el año 1836 al tiempo que se creaba en Madrid la universidad Central, por lo que en modo alguno se puede hablar de traslado a la capital de la vieja universidad alcalaína, máxime si tenemos en cuenta que algunos colegios menores de la misma continuaron existiendo hasta 1843, coexistiendo pues durante varios años con la recién creada universidad madrileña.

Tercero: La universidad madrileña que ahora, y sólo ahora, pretende ser continuadora de la alcalaína -o complutense- ostentó el nombre de universidad Central desde 1836, año de su fundación, hasta 1970 de forma oficiosa y hasta fecha tan cercana como 1983 de forma oficial, resultando pues que el nombre de Complutense lo ha usado tan sólo durante los poco más de veinte últimos de sus ciento cincuenta y siete años de existencia.

Es por ello por lo que, aparte del uso impropio de un gentilicio que en modo alguno le corresponde, es evidente desde el punto de vista histórico que la universidad Central de Madrid existe desde 1836 y no desde 1499 y, mucho menos, desde 1293. Porque, si discutible es su presunta condición de continuadora de la fundación cisneriana, lo que resulta totalmente absurdo es pretender remontar su fundación nada menos que hasta hace siete siglos, por mucho que se empeñe el señor Villapalos en apropiarse de glorias ajenas que en modo alguno le pertenecen.


Enviada el 29-5-1993 a EL PAIS