Publicidad sexista



Desde hace varios días vengo contemplando un nuevo anuncio en las vallas publicitarias: Se trata del cuerpo de un hombre, desnudo y tendido boca abajo, con un pie femenino calzado con zapato de tacón alto pisándole las nalgas, a lo que hay que añadir un mensaje en inglés que, aparte de estar completamente de más puesto que nuestro idioma es el español, es susceptible de una traducción grosera. A mí personalmente este anuncio me parece de muy mal gusto al igual que me lo pareció en su día el famoso de los membrillos, y al igual que me lo parecen muchos de los que veo todos los días independientemente de que tengan o no contenido erótico, e independientemente también de que las personas que en ellos aparecen sean hombres o mujeres.

Sin embargo, no por ello me siento escandalizado ni considero a este anuncio como una vejación para la totalidad del género masculino al que pertenezco. Tampoco pienso tacharlo de feminista ni, por supuesto, voy a exigir su prohibición por más que en casos anteriores, pero justo a la inversa, ciertos sectores feministas pretendieran (y en ocasiones consiguieran) imponer una censura más propia de los tiempos de la Inquisición que del umbral del siglo XXI.

No me gusta nada este anuncio, vuelvo a insistir en ello, pero tampoco me gustan algunos de detergentes, pongo por ejemplo, y no por ello pido que sean retirados por suponer un atentado contra la inteligencia de los ciudadanos. Por desgracia, está todavía demasiado cercana la época en la que unos pocos imponían a la fuerza sus criterios a la totalidad de nuestro país como para que podamos tolerar la existencia de cualquier tipo de censura, sea ésta la que sea; en estos casos, la única censura admisible es la negativa a comprar los objetos anunciados de tan reprobable manera.


Enviada el 5-3-1998 a EL PAIS