Nacionalismos y realidad histórica



El pasado día 7 de noviembre este diario publicaba un anuncio a página completa firmado por Omnium Cultural, una autodenominada asociación promotora de la cultura catalana de inspiración, a juzgar por el contenido del mismo, netamente independentista.

El independentismo, siempre y cuando no sea violento, resulta una opción política tan respetable como cualquier otra, razón por lo cual no voy a entrar en polémicas sobre este tema concreto. Lo que sí me sorprendió, y no de forma positiva, es la discutible objetividad de los datos aportados en el citado anuncio. Así, el argumento principal del mismo era que en Europa, desde 1871 hasta ahora, cada vez había sido mayor el número de estados soberanos, dato en sí mismo objetivo que esta asociación utilizaba como coartada para sus planteamientos.

La selección sesgada e interesada de estos argumentos históricos hace que los árboles no dejen ver el bosque. Efectivamente, las dos guerras mundiales primero (en especial la primera, que provocó la desmembración de los grandes imperios centroeuropeos) y el colapso del comunismo después provocaron la aparición de nuevos estados; pero los responsables de Omnium Cultural silencian el importante hecho de que todas las nuevas naciones surgidas a partir de la caída del Muro de Berlín lo fueron sin excepción en los antiguos estados comunistas, mientras que en la Unión Europea no sólo no se ha dado ese proceso de segregación sino que, por el contrario, se está tendiendo a la unión de sus por ahora quince estados miembros.

Por otro lado, resulta altamente cuestionable la afirmación “la historia nos revela que cuando una nación consigue la independencia nunca se desdice y que el nuevo estatus no presenta problemas económicos, sino al contrario”. Basta con comprobar la situación actual de la mayoría de los estados surgidos tras la desintegración de Yugoslavia para comprobar que su situación actual no resulta precisamente envidiable, mientras buena parte de los países surgidos tras el hundimiento de la antigua Unión Soviética se han visto sacudidos por graves crisis económicas, políticas o incluso bélicas, como ocurrió o sigue ocurriendo en Moldavia, Armenia, Azerbaiyán, Georgia... Y desde luego, en Eslovaquia la situación económica es francamente peor que la existente antes de su secesión de Checoeslovaquia.

Finalmente, resulta realmente llamativa la tabla que recoge la relación de presuntos problemas nacionales pendientes en Europa. Así, incluyen en el mismo apartado que Cataluña a las Baleares y a Valencia, y que yo sepa en estas dos últimas regiones españolas no existe reivindicación independentista alguna. Altamente cuestionable resulta asimismo la inclusión de Galicia en esta relación de territorios irredentos, y en cuanto al País Vasco me encuentro con la sorpresa de que solamente se incluye al territorio español, no al francés. En lo que respecta a las regiones pertenecientes a otros países europeos no puedo opinar con tanto conocimiento de causa, pero sospecho que al menos en varios de ellos (Bretaña, Escocia, Gales...) las reivindicaciones no pasan de ser autonomistas, algo que tienen garantizadas las comunidades autónomas españolas desde hace más de veinte años. Y por supuesto, no existe el menor atisbo de que Bélgica pudiera llegar a partirse en dos estados diferentes.

En resumen: Omnium Cultural tiene perfecto derecho a pregonar sus tesis independentistas con los argumentos que le parezcan más adecuados, pero lo que sí cabe exigirle es que los aplique con una objetividad que en el citado anuncio brilla literalmente por su ausencia.


Enviada el 8-11-2001 a EL PAIS