A 110 kilómetros por hora



Al parecer muchos no conductores son incapaces de comprender algo tan evidente como que no hay una velocidad fija que pueda ser considerada óptima, ya que esto depende de muchos factores diferentes y en especial del estado de la carretera. Dicho con otras palabras, según las circunstancias puede ser más peligroso ir a 50 kilómetros por hora en algunos sitios que a 130 en otros, razón por la que la limitación debería estar condicionada siempre por estas circunstancias particulares. Y aún más, ir a una velocidad inferior a la que permiten la vía y la mecánica de los coches puede llegar a ser incluso contraproducente, yo personalmente temo más a un conductor lento, por lo que puede llegar a entorpecer, que a uno rápido; no estoy hablando, claro está, de los que conducen de forma imprudente, ya que imprudencia y rapidez (dentro de unos límites, evidentemente) no son ni mucho menos lo mismo.

Lo malo fue que en los años setenta se implantaron unos límites de velocidad absolutos en función del tipo de carretera en vez de en función de las características propias de cada una de ellas, y ahí empezó el problema. En su día se dijo, igual que ahora, que era para ahorrar gasolina, pero en la práctica se trató de una más de esas iniciativas cara a la galería, tan típicas de los políticos, que sólo sirven para fingir que hacen algo cuando en realidad no hacen nada útil. Eso sí a Tráfico le vino muy bien para recaudar dinero con las multas, porque ya es casualidad que la Guardia Civil ponga los radares no en los puntos negros ni en sitios potencialmente problemáticos, sino en rectas inmensas y sin peligro donde el coche se te acelera sin que te des cuenta siquiera, “cazándote” antes de que te de tiempo a pisar el freno.

Por si fuera poco desde entonces hasta acá tanto las carreteras como los propios coches han mejorado mucho, de forma que ahora conducir a 130 por una autovía de nuevo trazado es mucho más seguro que hacerlo entonces por una carretera a 80... pero en vez de revisar al alza estos límites arbitrarios, como sería lo lógico, vuelven a repetir la jugada de hace treinta años bajando los límites de forma absurda, ya que no se va a conseguir ese pretendido ahorro, tan falso como el de los dichosos cambios de horario en verano, y por si fuera poco se van a crear unos atascos que, paradójicamente, harán que los coches acaben gastando más combustible.

Eso sí, Tráfico se va a poner las botas con las multas...


Publicada el 2-3-2011, como comentario, en la edición digital de 20 Minutos