Religión y progreso



La historia demuestra sobradamente que mientras una sociedad no se libre de la losa de la religión nunca logrará prosperar. Ojo, no soy anticlerical en absoluto, pero sí estoy totalmente en contra de que la religión, cualquier religión, interfiera en el ámbito civil y, todavía más, en el ámbito personal... al fin y al cabo es lo mismo que dijo Jesucristo con su famosa frase de “Al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”, por desgracia olvidado en muchas ocasiones.

A Europa, y todavía más a España, le costó mucho trabajo librarse de este dogal, y todavía hoy nos encontramos con algún que otro ramalazo -o gallardonazo- como la reciente y anacrónica ley del aborto. Así pues, no es de extrañar que en muchos países de otras culturas, y no sólo en los musulmanes, el peso de la religión y de la tradición, mal entendidas, sea tal que supone una rémora enorme para su desarrollo. Pero al fin y al cabo, la salvajada de ese imán marroquí que “autorizó” la muerte de un político de su país por pedir la prohibición de la poligamia no es muy diferente a las de los curas carlistas del siglo XIX, o a las de los que bendijeron la “gloriosa cruzada” de 1936, no lo olvidemos.


Publicada el 14-1-2014 como comentario a una noticia en la edición digital de EL PAÍS