El color gualda y la bandera española
Como es sabido, Camilo José Cela fue uno de los cuarenta y un senadores designados directamente por el rey, y no electos, que formaron parte de la legislatura surgida de las elecciones de 1977, cuya misión principal fue la redacción de la Constitución de 1978.
En el curso de los debates sobre el futuro texto constitucional Cela intervino activamente no en cuestiones jurídicas, sino en las relativas a la correcta redacción del articulado que, dejada exclusivamente en manos de los políticos, habría adolecido de severos errores gramaticales, dado que la cultura no suele ser el fuerte de los políticos españoles.
Aunque en general las enmiendas de Cela fueron acertadas y oportunas, hubo una en la que el futuro premio Nobel se equivocó, pese a lo cual ésta quedó reflejada en el artículo cuarto:
La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas.
En su redacción original, siguiendo la denominación tradicional, los colores de la bandera se identificaban como rojo y gualda, y fue precisamente este último adjetivo el que suscitó la disconformidad de Cela argumentando que el término gualda correspondía al ámbito heráldico, por lo que no era adecuado utilizarlo en el contexto de la Constitución al igual que no se decía gules para definir al color rojo.
Aunque Cela tenía razón sólo a medias, ya que si bien en heráldica al rojo se le denomina gules pero al amarillo no le corresponde el gualda sino al oro, esto no evitó que gualda desapareciera de la redacción definitiva, sustituido por el más genérico, pero también menos preciso, amarillo.
No obstante, en la práctica no existe posibilidad de error pintando a la franja central de la bandera, pongo por caso, de amarillo limón, o las rojas de carmesí, dado que un Real Decreto de fecha 27 de febrero de 1981, dos años y un par de meses posterior a la proclamación de la Constitución, establece con precisión los dos colores según el Sistema Internacional CIELAB, junto con su correspondencia con el Sistema Internacional CIE 1.931. En el decreto, por cierto, se denomina a ambos tonos como Rojo bandera y Amarillo gualda bandera, por lo que a la postre Cela no se salió con la suya a la hora de erradicar el término que tan poco le gustaba.
Puesto que ambos sistemas cromáticos son utilizados en medios profesionales pero no se corresponden con los usos habituales, es preciso recurrir a la Wikipedia en su artículo dedicado a la bandera española para saber que el rojo bandera corresponde al código RGB 173,21,25 (#AD1519), y el amarillo gualda bandera al RGB 250,189,0 (#FABD00).
Colores oficiales de la bandera española
Explicándolo en términos más coloquiales, el rojo de la bandera es un rojo oscuro más apagado que el rojo puro (RGB 255,0,0; #FF0000) o el rojo escarlata (RGB 227,0,50; #E30032), parecido a tonos como el rojo sangre (RGB 156,0,1; #9C0001) o el rojo vino tinto (RGB 130,0,0; #9C0001), y más claro que el granate (RGB 128,0,0; #800000). Es preciso advertir que, según las distintas fuentes, los nombres de los tonos y los códigos no siempre coinciden.
Distintas tonalidades de rojo. De izquierda a derecha: rojo puro, escarlata, bandera, sangre, vino tinto y granate
El amarillo gualda es a su vez más oscuro que el amarillo puro (RGB 255,255,0; #FFFF00), el amarillo limón (RGB 255,248,59; #FFF83B) o el amarillo huevo (RGB 247,236,68; #F7EC44), y más cercano a las tonalidades doradas. Aunque en la gama de amarillos también existe mucha diversidad, podemos definirlo como ligeramente más oscuro que el color oro (RGB 255,215,0; #FFD700) y ligeramente más claro que el mostaza (RGB 232,191,6; #E8BF06).
De izquierda a derecha amarillo puro, limón, huevo, oro, gualda y mostaza
Prescindiendo de los detalles técnicos, volvamos a la pregunta inicial: ¿De dónde viene el término gualda, que tan poco gustó al autor de La colmena? Pues de una planta homónima, de nombre científico Reseda luteola, de la que tradicionalmente se obtenía un tinte del citado color amarillo dorado. En resumen el gualda es amarillo, pero no un amarillo cualquiera, sino el tono concreto producido por ese tinte.
Planta de gualda. Fotografía de
Tigerente tomada de la
Wikipedia
Y ahora es cuando por fin entramos en la historia de la ciencia, o de la tecnología. Acostumbrados como estamos a ver telas teñidas de todos los colores imaginables, tendemos a olvidar que los colorantes sintéticos que los hacen posibles no fueron descubiertos hasta 1859, cuando el químico inglés William Perkin obtuvo el primero de ellos a partir de la anilina, un compuesto derivado del benceno del que pronto se sintetizaron toda una serie de tintes de variadas tonalidades. Y eso fue sólo el inicio, puesto que en la actualidad la gama de pigmentos disponibles es prácticamente ilimitada.
Por el contrario, con anterioridad al hallazgo de Perkin tan sólo existía una gama reducida de colorantes naturales. Algunos eran de origen animal como la púrpura procedente de una caracola marina, tan cara que sólo estaba al alcance de reyes, emperadores y próceres; la tinta de calamar de la que se obtenían los colores sepia, o el rojo carmín extraído de la cochinilla, un insecto que vive en las hojas de la chumbera y todavía hoy muy utilizado como colorante alimentario. Otros eran minerales, como el ocre, el cinabrio o el azul cobalto, y otros, por último, vegetales.
Los tintes textiles más habituales eran los vegetales, y éstos no permitían demasiado juego con las tonalidades. Por lo general solían ser conocidos por el nombre de la planta de la que eran extraídos, y los más comunes eran el índigo o añil, de color azul oscuro; la granza o rubia, rojo; el palo campeche, también rojo; la grana, rojo oscuro, obtenida de las agallas de la coscoja; la cúrcuma, amarillo; la ortiga, verde... y como ya he comentado la gualda, amarillo dorado.
Curiosamente en el decreto de 1785 mediante el cual Carlos III estableció como bandera naval española -hasta 1843 ésta no alcanzó el rango de bandera nacional- a la actual rojigualda, sus colores se definían simplemente como rojo y amarillo, quizá porque las posibles variaciones de tonalidad eran entonces muy limitadas, lo que reducía las posibilidades de una confusión. Desconozco el momento en el que el color amarillo de la franja central comenzó a denominarse gualda, siendo asimismo curioso que no se hiciera lo propio con el rojo pese a la existencia de diversas tonalidades de este color, pero de lo que no cabe duda es de que el término gualda se refería al tinte utilizado para obtener esa tonalidad dorada.
A modo de anécdota cabe reseñar que en el colegio, en plena época franquista, me enseñaban que los colores de la bandera española simbolizaban la sangre vertida por los españoles en defensa de su patria y el oro traído de América por los conquistadores, un símil acertado en lo cromático pero totalmente falso desde un punto de vista histórico. En realidad lo que buscaba Carlos III era algo mucho más prosaico, que los pabellones de los barcos españoles se diferenciaran con claridad de los de otras naciones, algo importante en tiempos de guerra máxime cuando el anterior pabellón español era el escudo borbónico sobre una bandera blanca, fácil de confundir sobre todo con los de otras monarquías borbónicas.
Modelos de
banderas presentados a Carlos III por Antonio Valdés. Ilustración
tomada de
servimg.com
De hecho la futura bandera española surgió de un concurso en el que el ministro de Marina Antonio Valdés seleccionó doce propuestas de las cuales el rey eligió dos, una para la Marina de guerra y otra para la mercante, aunque años después ambas se unificarían y asimismo la antigua bandera naval acabaría convirtiéndose en la enseña nacional española. Por cierto el hecho de que la anchura de la banda central sea el doble de las laterales fue por decisión propia del monarca, ya que en el modelo elegido las tres bandas eran originalmente del mismo ancho.
Hay quien afirma que Carlos III consideró también el hecho de que ambos colores eran tradicionales en la heráldica de los reinos españoles, el rojo en la castellana y la navarra y, sobre todo, la combinación alternada de rojo y amarillo en la aragonesa. Nada puedo afirmar al respecto, aunque lo cierto es que seis de los doce modelos presentados por Valdés al rey presentaban diferentes combinaciones de rojo y amarillo, frente a cuatro de rojo y blanco, una de rojo y azul y otra de azul y amarillo.
Es de justicia reconocer que tanto Carlos III como Antonio Valdés tuvieron muy buen ojo, ya que la nueva bandera no sólo se diferenciaba perfectamente del resto de las banderas navales, sino que además resultaba muy visible a distancia gracias a su gran contraste cromático que, dicho sea de paso, resulta ser también muy estético.
Bandera de Macedonia, tomada
de la Wikipedia
Más sorprendente resulta aún que comparándola con la totalidad de las banderas nacionales existentes en la actualidad, la gran mayoría de ellas posteriores a la española, nos encontramos con que no existe ninguna otra que utilice una combinación exclusiva de rojo y amarillo a excepción de la de Macedonia, que reproduce el Sol de Vergina -un símbolo arqueológico del antiguo reino macedonio- en forma de disco amarillo rodeado por ocho radios del mismo color, todos ellos sobre un fondo rojo.
De izquierda a derecha banderas de China, Vietnam y Kirguizistán, tomadas de la Wikipedia
Otras banderas como las de China, Vietnam y Kirguizistán, cuentan también con estos dos colores, aunque en ellas el amarillo tan sólo aparece como fondo de sus respectivos emblemas, estrellas en los dos primeros casos y un sol llameante en el tercero.
Bandera de la
Unión Soviética, tomada de la Wikipedia
Un caso similar al de estas últimas era el de la extinta Unión Soviética, en este caso con una hoz y un martillo de color amarillo sobre fondo rojo.
Bandera de lVietnam del
Sur, tomada de la Wikipedia
Más parecida a la española era otra bandera también desaparecida, la de Vietnam del Sur, formada por tres estrechas bandas rojas horizontales sobre un fondo amarillo.
Publicado el 14-11-2017