Sci-Fi 4, un peculiar encuentro en la tercera fase





Fiel a su proyecto de rescatar el extinto formato de los bolsilibros , Alfonso M. González, o mejor dicho su alter ego Alan Dick Jr., ha publicado la cuarta entrega de su colección Sci-Fi bajo el llamativo título de ¡Vaya mierda de planeta!, no menos interesante que las anteriores.

Siguiendo la línea de sus predecesores, este nuevo bolsilibro aborda otro tópico de la ciencia ficción popular, los encuentros en la tercera fase o contactos más o menos accidentales -o accidentados- entre dos civilizaciones estelares distintas, la terrestre y otra alienígena. Pero conviene no equivocarse: por más que Alfonso recurra al formato bolsilibresco, sus novelas poco tienen que ver que la ingenuidad de sus argumentos, por no hablar de la falta de originalidad de muchos de ellos. De hecho, y ésta es una constante de todas las publicadas hasta ahora, dentro de su diversidad podría considerárselas en su conjunto como ciencia ficción crepuscular y por supuesto adulta, por más que el envoltorio nos recuerde a esas añoradas lecturas de nuestra infancia.

Y es que las apariencias pueden engañar. Acabo de comentar que ¡Vaya mierda de planeta! describe un encuentro en la tercera fase, en concreto entre el piloto de un carguero espacial terrestre, que a causa de una avería se ve obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en un planeta catalogado como hostil y peligroso, y una desconfiada alienígena que le recibe con recelo.

Pero ¡ojo! Si alguien piensa que se trata de un homenaje -usemos este eufemismo- a ET estará muy equivocado ya que su similitud con la famosa película de Spielberg no pasa de ahí, aparte de que temáticas similares son frecuentes en la ciencia ficción. De comparar ¡Vaya mierda de planeta! con alguna otra novela o película anterior yo me decantaría antes por Enemigo mío de Barry B. Longyear; la novela, por supuesto, no la comercial y sentimentaloide película basada en ella.

De hecho, ¡Vaya mierda de planeta! se parece en intenciones a ET como las películas de Disney a los clásicos del cine negro si se me permite la comparación, ya que a su ya aludido carácter crepuscular se suman la habitual -es esto sí es constante el autor- mordacidad del argumento y la crítica nada disimulada a cuestiones poco edificantes de nuestra sociedad actual, un recurso literario que podemos encontrar en numerosos clásicos de la literatura universal. Pero dejemos que sea el propio Alfonso M. González quien nos dé la explicación de su génesis:


“El disparador creativo fue, como suele suceder, algo inesperado cuando estaba leyendo en esos momentos el bolsilibro El ser que llegó de Kumbo, de Joseph Berna.

Seguramente me equivocaba, pero pensé: «Creo que yo podría hacerlo mejor». E ideé la premisa inicial del encuentro de dos seres de distintos planetas, con algo parecido a un misdirection que me serviría además para otra cosa.

Quería asimismo escribir una de estas novelitas en primera persona. Hasta ahora no he encontrado muchas. Empleé una técnica que me dio buenos resultados en uno de los relatos de mi Retrogaming Tales: primera persona con múltiples puntos de vista.

Se puede decir que ya tenía todo rodando. Agregué unos ingredientes más comunes en mis textos: gobiernos dictatoriales, multinacionales sin escrúpulos, populacho muy influenciable, drogas y no dejar demasiado respiro al lector... Y salió ¡Vaya mierda de planeta!

El título tiene miga, también. En cuanto al argumento, como casi todo... ¡quizá no es lo que parece!”


Poco más puedo añadir ya que no deseo destripar el argumento, salvo incidir en lo obvio -la evolución de la actitud mutua de los protagonistas hacia su compañero de aventuras y desventuras- añadiendo que el final, que nada tiene que ver con el de los bolsilibros clásicos, a mí me dejó completamente desconcertado, algo que valoro como un acierto dado que en la vida real los finales felices no suelen ser demasiado frecuentes.


Publicado el 23-9-2023