El ciclo de Hongara





Como cabe suponer, a estas alturas no resulta necesario hablar de algo tan conocido como es la serie del Orden Estelar, uno de los clásicos indiscutidos de la ciencia ficción española, ni de su importancia dentro de la obra de su autor, el gaditano Ángel Torres Quesada. Sin embargo, y con toda su importancia, el Orden Estelar tan sólo abarca la mitad escasa de los bolsilibros escritos por Ángel Torres, alrededor de una cincuentena de títulos sobre un total de ciento catorce, pese a lo cual ha oscurecido a la otra mitad larga, mucho menos conocida y nunca reeditada -salvo Un mundo llamado Badoom, su opera prima, en la extinta revista Pulpmagazine- pese a su indudable interés.

La mayoría de las sesenta y tantas novelas ajenas al Orden Estelar son narraciones independientes, algo explicable dado que las colecciones en las que Ángel Torres las publicó de forma mayoritaria, La conquista del espacio y Héroes del espacio pertenecían a la editorial Bruguera y ésta, como es sabido, no era en modo alguno proclive a las series, lo que forzó a nuestro autor a recurrir a todo tipo de triquiñuelas para poder sacar adelante, siquiera fuese a trompicones, su epopeya espacial. De hecho muchas de las novelas independientes publicadas en estas dos colecciones fueron utilizadas como relleno para despistar a los responsables de la colección antes de colarles otra más del Orden Estelar, e incluso los argumentos de algunas de ellas encajaban perfectamente en la trama narrativa de la serie aunque casualmente ni los nombres de los protagonistas ni el del Orden Estelar aparecían por ningún lado.

La situación cambió radicalmente cuando Ángel comenzó a colaborar en la nueva colección Galaxia 2000, un quijotesco intento de competir con el gigante Bruguera promovido por Enrique Martínez Fariñas, antiguo director de publicaciones de la extinta editorial Ceres, filial de ésta. Era el año 1984 y se barruntaba ya el final de Bruguera, por lo que la nueva colección editada por Fórum, un sello del grupo Planeta, parecía contar en principio con buenas perspectivas. Además no venía sola, sino que se complementaba con otras tres colecciones dedicadas respectivamente a los géneros de terror, oeste y policíaco.

La iniciativa tenía su lógica, por más que sus promotores fueran incapaces de prever que el hundimiento de Bruguera, que tuvo lugar tan sólo un año más tarde, arrastraría consigo a las pequeñas colecciones que por entonces existían en el mercado, Galaxia 2000 entre ellas, provocando la desaparición de los bolsilibros. Por esta razón la aventura editorial de Galaxia 2000 abarcó tan sólo una treintena de títulos, dejando colgados dos inéditos de Ángel Torres -sobre los que hablaremos más tarde- y presumiblemente también, aunque no ha sido posible confirmarlo con certeza, otros dos más de diferentes autores. Y fue una lástima, puesto que se trataba de una colección digna que intentó resucitar el espíritu de los bolsilibros clásicos, por lo que habría merecido la pena que hubiera logrado sobrevivir.

A diferencia de las colecciones de Bruguera, en Galaxia 2000 Ángel Torres gozó de libertad para dar rienda suelta a su creatividad, gracias a la cual acabó siendo autor de la mitad de las novelas de la colección, dieciséis en total repartidas entre las pertenecientes al Orden Estelar y las ajenas a este ciclo. Se da la circunstancia de que, aunque mantuvo su seudónimo habitual de A. Thorkent, rescató también el de Alex Towers, que había utilizado por primera y única vez en Luchadores del Espacio, reservándolo -salvo un par de excepciones, quizá por error- para las novelas del ciclo de Hongara.

¿Y qué es el ciclo de Hongara? -preguntarán ustedes-. Pues bien, es el libro que tienen ahora en sus manos, una recopilación de media docena de novelas que configuran una de las pocas series cortas -las otras son la de los múridos, parcialmente integrada en la reedición del Orden Estelar, la de la Cofradía de Asesinos y la de los Kherles- escritas por Ángel Torres en formato de bolsilibro y, junto con esta última, la más extensa de ellas a la par de, probablemente, también la más desconocida.

Ello se debe a dos circunstancias. La primera, que Galaxia 2000 tuvo mucha menos difusión que las colecciones de Bruguera, y por si fuera poco su brevedad impidió que llegara a ser más conocida. Y la segunda, que el colapso de la colección dejó inéditas a las dos últimas novelas de la serie, que durante más de treinta años quedó truncada y ahora, por vez primera, podemos leer en su totalidad. Queda la duda de si la serie podría haber seguido creciendo con más entregas de no haber desaparecido la colección; probablemente sí, ya que su riqueza argumental lo habría permitido, pero en este punto lo único que podemos hacer es especular.

De ahí la importancia de esta reedición. A diferencia de las novelas publicadas en las colecciones de Bruguera, que obligatoriamente tenían que ser relatos independientes por más que pertenecieran -si conseguía colárselas al director- a un ciclo común, las novelas del ciclo de Hongara, sin llegar a la serialización frecuente en colecciones antiguas como Luchadores del Espacio, presentan una unidad narrativa que se desarrolla en un mismo escenario, el planeta Hongara, a lo largo de varias décadas. A este planeta, inicialmente deshabitado, había llegado varios siglos atrás una nave-arca transportando a un grupo de humanos fugitivos de no se sabe donde, puesto que sus descendientes han perdido el recuerdo de su origen y los motivos por los que sus antepasados se vieron obligados a huir. Aunque éstos no han retrocedido culturalmente, la escasez de medios técnicos y, sobre todo, la penuria de metales de Hongara han limitado notablemente su progreso, forzándoles a retroceder a una época pretecnológica al tiempo que se estructuran en torno a tres reinos no siempre bien avenidos.

Lo que ellos desconocen es que Hongara oculta una serie de misterios que sacudirán su hasta entonces tranquila existencia, conduciéndoles por derroteros inesperados que pondrán a prueba a sus líderes en una sucesión de tours de force que sin duda sorprenderán al lector. A ello hay que sumar un tratamiento de los personajes mucho más complejo de lo habitual en el ámbito de los bolsilibros... y no digo más por razones obvias, salvo la advertencia de que en estas novelas no todo es lo que parece.

La reedición del ciclo de Hongara, realizada por los Amigos del Bolsilibro, es excepcional por varias razones. La primera, y más evidente, porque son contados los bolsilibros de ciencia ficción que han gozado del privilegio de ser reeditados en formato de libro: la Saga de los Aznar, el Orden Estelar, la mayor parte de las series cortas de Pascual Enguídanos, la Odisea del Kipsedón de Ramón Brotons (Walter Carrigan) y alguna que otra novela de diversos autores como José Mallorquí, Juan Gallardo (Curtis Garland) o Antonio Vera (Lou Carrigan). La segunda, que se trata de los últimos bolsilibros escritos por Ángel Torres, ya que su abundante producción posterior fue publicada en su totalidad en forma de libro, ya con unos planteamientos diferentes. Y la tercera, y no menos importante, es que han sido rescatadas dos novelas inéditas -El signo de Wrangull y Nelhar de Laninkia- que, tal como he comentado anteriormente, nunca llegaron a ser publicadas, lo que constituye toda una primicia y, hasta donde yo conozco, un caso único en el ámbito de la ciencia ficción popular española.

Así pues, alicientes no faltan para leer las aventuras de un esforzado grupo de colonos enfrentados a unas dificultades y a unos retos que deberán salvar uno tras otro luchando por su propia supervivencia, todo ello enmarcado en un universo típico de Ángel Torres atrayente como todos los suyos. Espero que ustedes disfruten leyéndolas tanto como disfruté yo.


Publicado el 19-12-2016
Actualizado el 26-4-2017