Ni caso único, ni dos catedrales





Las catedrales de Plasencia



Entre los varios motivos por los que puedo traer un artículo periodístico a esta sección, se cuenta el que podríamos definir como frivolidad por parte del redactor ya que, sin que exista un error implícito, el gazapo asoma las orejas demostrando que no se tomó mucho interés en cotejar los datos.

El artículo en cuestión apareció en El Español el 5 de mayo de 2024 y ya el titular, que en esta ocasión sí se correspondía con el texto, prometía:


El espectacular parador del siglo XV situado en el único pueblo medieval de España con dos catedrales.


Lo cual, a poco que el lector tenga un mínimo de conocimientos sobre el tema, le chirriará ya que como es sabido en el catolicismo, no ocurre igual en otras confesiones cristianas, tan sólo puede haber una catedral por diócesis, dado que en este templo es donde se asienta la cátedra -la sede oficial en términos modernos- del prelado titular de la misma. Sí pueden existir, evidentemente, una o más catedrales no católicas: en Madrid hay tres, una anglicana y dos de distintos patriarcados ortodoxos, pero éste es un tema distinto. Lo que podremos encontrar son algunas excepciones de diferentes tipos respecto al criterio general de un obispo o arzobispo y una catedral, puesto que los obispos auxiliares, cuando éstos existen, están adscritos a la sede principal y no disponen de circunscripción propia.

Cuando la diócesis cuenta con dos sedes en ciudades distintas, como ocurre con Sigüenza y Guadalajara, El Burgo de Osma y Soria, Tuy y Vigo o Mondoñedo y El Ferrol, lo habitual es que tan sólo la principal, según criterios de antigüedad, posea rango catedralicio, siendo la otra concatedral. No obstante aquí también caben excepciones: las fusiones en 1984 de las diócesis de Teruel y Albarracín y de las de Pamplona y Tudela respetaron por motivos históricos los títulos catedralicios de las dos diócesis anexionadas, Albarracín y Tudela. Más complejo es el caso de la diócesis riojana, que cuenta con tres sedes: las catedrales de Calahorra y Santo Domingo de la Calzada, ambas de origen medieval, a las que se sumó en 1959 la concatedral de Logroño. Existen por último ex-catedrales que perdieron su rango al trasladarse la sede episcopal a otra población, como ocurrió con la de Nájera que pasó a Calahorra en el siglo XI, la de Roda de Isábena a Lérida en el XII o la de Cartagena, arruinada en la Guerra Civil, a Murcia en el XIII.

Si en una ciudad sede de obispado un nuevo templo reemplaza al antiguo este último pierde el rango, tal como ocurrió con la antigua catedral madrileña de San Isidro degradada a colegiata tras la consagración de la catedral de la Almudena. Algo similar ocurrió en Vitoria y Cádiz, cuyas catedrales viejas son tan sólo parroquias desde que fueron reemplazadas por las nuevas, pese a que popularmente se las siga denominando así. Lérida cuenta también con dos catedrales, pero la antigua quedó muy dañada en la Guerra de Sucesión siendo cerrada al culto y sustituida por la catedral nueva.

También era habitual demoler la catedral vieja para levantar en su solar la nueva aunque en ocasiones tal como ocurrió en Salamanca, se respetó la antigua construyéndose la nueva contigua a ella, formando ambas un conjunto arquitectónico. Más excepcional es el caso de Zaragoza, que cuenta con dos catedrales independientes: la Seo, que es la original, y el Pilar desde el siglo XVII por razones históricas de índole local.

Existe, por último, una única excepción en España con dos catedrales titulares y sus correspondientes prelados -Zaragoza evidentemente sólo tiene uno- en la misma ciudad, Madrid en concreto: la catedral de la Almudena, sede del arzobispado matritense, y la catedral castrense sede a su vez del arzobispado castrense. Esta dualidad se debe a que en España, al igual que en otros países con mayoría de población católica, las Fuerzas Armadas cuentan con un arzobispado propio que a diferencia del resto no es diocesano -su jurisdicción abarca la totalidad del territorio español- sino estamental, ya que se extiende tan sólo al personal de las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad del Estado.

Así pues, volviendo al gazapo del artículo, nos encontramos con suficientes excepciones de diversos tipos como para cuestionar la tajante afirmación del titular que vuelve a repetirse en éste; porque el redactor no se está refiriendo a ninguno de los casos comentados sino a Plasencia, una ciudad extremeña -que no pueblo, otro error de bulto- sede de obispado desde finales del siglo XII. En realidad éste no se equivocó, sino que le equivocaron pese a que podría haberse documentado un poco más. Todo arranca de que en Plasencia afirman contar con dos catedrales, lo cual como hemos visto no sólo no es un caso único, sino que tan siquiera resulta excepcional.

No obstante, esta dualidad de templos catedralicios necesita ser puntualizada. Lo que ocurrió en realidad fue que en 1498 los responsables de la diócesis decidieron reemplazar la catedral vieja, construida entre los siglos XIII y XV en estilos románico y gótico, por una gótica flamígera y plateresca de mayor empaque. Pero, a diferencia de Salamanca, optaron por demoler la antigua aprovechando su solar. Probablemente para poder mantener el culto durante el proceso de sustitución la demolición fue gradual, levantándose el nuevo edificio a la par que se iba derribando el antiguo. ¿Y qué ocurrió? Pues que por las razones que fueran, posiblemente económicas, las obras se paralizaron en 1578 y, aunque hubo un intento de reanudación en el siglo XVIII, éstas quedaron inacabadas dando como resultado un híbrido de dos medias -recalco, medias- catedrales que nada tienen que ver con el caso de Salamanca.




Otra vista de las dos catedrales. Captura de Google Maps


Esta circunstancia se aprecia perfectamente en la fotografía que encabeza el artículo. En ella se distinguen dos partes perfectamente diferenciadas, a la derecha lo que se salvó de la piqueta de la catedral vieja, y a la izquierda, de mayor altura, lo que se llegó a construir de la nueva. Todavía más explícita es esta segunda fotografía, tomada de Google Maps, en la que se aprecia perfectamente la cicatriz que quedó allá donde se pararon las obras, con ese gran tabique que cerró provisionalmente la parte nueva, que debido al plan de construcción, iniciado en la girola creciendo hacia los pies del templo, se quedó a la mitad de su longitud prevista y sin portada en el que debería haber sido el hastial que sustituyera a la portada románica felizmente conservada. Como curiosidad cabe añadir que ambas partes están separadas y la antigua convertida en la sede del museo catedralicio.

Esta crítica, dirigida a la errónea calificación de caso único, que como hemos podido comprobar en modo alguno lo es, y no a la subjetiva consideración de si son dos catedrales o tan sólo la suma de dos mitades, la una a medio construir y la otra a medio demoler, no resta un ápice de interés al conjunto catedralicio -llamémosle así- placentino, realmente magnífico y cuajado de obras de arte. Sumándole el importante patrimonio artístico y monumental que atesora la ciudad, es más que suficiente para viajar hasta allí y disfrutar de Plasencia y su comarca.


Publicado el 12-5-2024