Ésta no es mi Europa, que me la han cambiado





Mapa de Europa, éste sí el bueno. Original tomado de la Wikipedia



Aunque los periodistas, para beneficio de esta sección, suelen meter la pata con asiduidad mucho más allá de lo que se podría considerar una errata, un gazapo o un simple y disculpable error, que todos somos humanos, en esta ocasión la responsable lo ha bordado consiguiendo, y mira que era difícil, no dar una a derechas. Lo cual, y aun siendo benévolos con ella, hace sospechar que de conocimientos geográficos e históricos debe de andar un tanto flojita.

Y si piensan que exagero, sigan leyendo. El artículo en cuestión se titula ¿Qué país es más grande, España o Ucrania?, algo que ya de por sí hacía temer un enfoque más bien tirando a frívolo cuando los pobres ucranianos están pasando por uno de los peores momentos de su historia, puesto que no creo que la extensión territorial -por ahí iba la comparación, aunque no se indicara en qué consistía la grandeza- tenga que ser necesariamente con los respectivos kilómetros cuadrados... pero ésta es otra historia. Apareció publicado, por cierto, en el diario digital El Español con fecha 28 de mayo de 2022.

Y la primera en la frente: estaba ilustrado con un mapa de Europa, o mejor dicho con la fotografía de un globo terráqueo, en inglés para más inri, en el que no sólo aparecía completa la parte europea de la extinta Unión Soviética, sino también las desaparecidas Yugoslavia y Alemania Oriental. Vamos, que si se descuida nos coloca uno con el imperio austrohúngaro.

Pero esto es sólo el aperitivo. Seguimos con la entradilla:


¿Ucrania es el país europeo más grande del mapa? Aquí te damos la respuesta de sus dimensiones en comparativa con la extensión del territorio español.


Pues no, no lo es, y resulta tan obvio que no hace falta ser un experto en geografía, ni siquiera tener unos conocimientos muy generales, para saber que Rusia, aun con sus recortes territoriales en relación con la antigua Unión Soviética, sigue siendo con gran diferencia el país europeo de mayor extensión, incluso descontando su parte asiática. Aparte de que la coletilla “más grande del mapa” resulta incongruente, puesto que al menos desde hace varios siglos los mapas representan a los países, con independencia de la escala, de forma proporcional a sus superficies reales.

Pero no es lo peor. Empieza el texto del artículo con esta tajante afirmación:


España no es considerado (sic) uno de los países más grandes dentro de la lista de todos países europeos, sino que se trata de una península que únicamente incluye 17 regiones autónomas. Su superficie es de 505.990 kilómetros cuadrados, por lo que podríamos considerarlo (sic) ni uno de los más grandes, ni tampoco de los más pequeños.


Y se queda tan ancha. Aparte de que España siempre se escribe con género femenino, por lo que debería hacer dicho considerada, eso de que no se la catalogue como uno de los países europeos más grandes -paso por alto la rebuscada e innecesaria perífrasis- no sé de donde se lo puede haber sacado, ya que de los 48 estados soberanos -incluyendo los 6 microestados-, sin contar siquiera con los 8 independientes de facto no reconocidos por la comunidad internacional, algún que otro territorio autónomo como las islas Feroe y las colonias inglesas -las denominen como las denominen, colonias son- de Gibraltar y las bases chipriotas de Acrotiri y Dhekelia, España ocupa el cuarto lugar por extensión, correspondiendo su superficie aproximadamente al 4,8% del total del continente, que asciende al 7,7% si no consideramos a la Rusia europea que por sí sola acapara prácticamente el 40%.

Basta con consultar cualquier enciclopedia convenientemente actualizada, o para una mayor comodidad internet, para comprobar que tras Rusia el país de mayor extensión es Ucrania con 603.550 km2, seguida de Francia con 551.500 km2 sin contar sus territorios de ultramar, ya que sería hacer trampa, y España con 505.370 km2, siendo la siguiente de la lista Suecia con 450.295 km2. Para los aficionados a las estadísticas se puede añadir que el territorio español es aproximadamente el 84% del ucraniano -habrá que ver como quedan las cosas cuando termine la guerra-y el 92% del metropolitano francés, mientras supera al sueco en un 11%. Lo que no está nada mal, puesto que la superficie media de los países europeos sin microestados ni demás calderilla, dada su ínfima relevancia, vendría a ser de unos 250.000 km 2 con Rusia y de unos 160.000 km2 sin ella, aunque sólo 12 países -de nuevo sin Rusia- rebasan esta cantidad mientras los 29 restantes quedan por debajo de esta cantidad y de ellos sólo tres rebasan los 100.000. Por lo tanto, no sé de donde ha podido sacar la conclusión de que a España “podríamos considerarlo (sic) ni uno de los más grandes, ni tampoco de los más pequeños”.

Al párrafo se le puede exprimir todavía más jugo cuando leemos, como continuación de lo anterior, “ sino que se trata de una península que únicamente incluye 17 regiones autónomas”. Sino es una conjunción adversativa que relaciona dos conceptos contrapuestos, por lo que resulta incongruente esta afirmación desde un punto de vista sintáctico. ¿Lo entienden ustedes? Porque yo no encuentro la contraposición por ningún lado, dado que la división administrativa o política de un país nada tiene que ver con su superficie total y no creo que la España autonómica se haya encogido -ya les gustaría esto a los secesionistas de diversos pelajes- respecto a su antecesora centralizada. Aparte que esa misma objeción se les podría aplicar, todavía con mayor motivo, a países federales como Alemania o incluso confederales como Suiza.

Por último, España ni es una península, ya que la compartimos no sólo con Portugal sino también con Andorra y Gibraltar, ni se encuentra en su totalidad en ella, puesto que los archipiélagos balear y canario, la isla de Alborán, las ciudades y territorios norteafricanos de Ceuta, Melilla, Vélez de la Gomera, Alhucemas y las islas Chafarinas y, si me apuran, también los territorios catalanes del Valle de Arán y Llivia, ambos situados en la vertiente norte de los Pirineos, son todos ellos extrapeninsulares.

No está mal para un simple párrafo... pero no se vayan, que todavía hay más. Viene luego una comparación de España y Ucrania recurriendo a varios parámetros dispares, algunos irrelevantes en este contexto mientras faltan otros a mi entender bastante más importantes como la población, el producto interior bruto o la renta per cápita, lo que da buena idea del rigor del artículo. Uno de los datos que a mi entender no venían a cuento -el artículo se supone que es geográfico, no histórico- es el de la fecha de las respectivas independencias, 1991 la de Ucrania -en realidad ya lo fue de forma efímera entre 1917 y 1922- y ¡1492 la española!

Vamos a ver, porque esto es de suspenso fulminante. Para empezar, España no se ha independizado jamás tal como se considera en la jurisprudencia actual, como no nos remontemos a antecedentes tan remotos como la creación del reino visigodo en el siglo V o la coronación de don Pelayo como rey de Asturias en el VIII, ya que el ir y venir de los reinos medievales siguió unas dinámicas muy distintas con continuas uniones y separaciones entre los reinos vecinos a lo largo de los siglos.

Ni siquiera acertó en caso de que, como sospecho, pretendiera fijar el origen de la España moderna en la unión dinástica de de Castilla y Aragón con los Reyes Católicos. Primero, porque ésta no tuvo lugar cuando en 1492 concluyó la conquista del reino de Granada sino en 1479, año en el que Isabel se consolidó como reina de Castilla tras derrotar definitivamente a su sobrina Juana y Fernando heredó el trono de Aragón a la muerte de su padre Juan II.

Olvida asimismo que Navarra no se incorporó al nuevo reino español hasta su anexión en 1512, y que en realidad no se trató de una fusión de los reinos castellano y aragonés en uno solo sino de una unión dinástica en la que los cónyuges siguieron siendo los monarcas titular de sus respectivos reinos, ya que no sería hasta la muerte de ambos de su hija Juana cuando ambas coronas recayeron en la misma persona; e incluso durante los dos siglos de gobierno de la dinastía de los Austrias Castilla y Aragón no formaron un reino único sino una especie de federación o confederación de reinos, por lo que desde un punto de vista estrictamente jurídico no se puede hablar de la existencia de un estado español unificado hasta la llegada de los Borbones aunque la unión política fuera muy anterior.

Y ahora el postre. Concluye el artículo con una lista de los países más grandes de Europa -treinta en total, con lo que incluye a algunos más bien tirando a medianillos- en la que nos encontramos también con la afirmación de que de los 17.100.000 km2 de Rusia “cuatro partes pertenecen a Europa y una a Asia” (!) o el pequeño detalle de que Rusia “posee hasta 11 usos (sic) horarios diferentes”, a no ser que se refiera a que, dependiendo de la zona, utilicen de manera diferente los relojes.

Pero hay perlas cultivadas de mayor calibre, como cuando coloca como segundo país más extenso de Europa a Kazajistán, que a no ser que lo hayan cambiado de sitio antes estaba en Asia Central, y como tercero a Turquía, cuyo territorio europeo abarca tan sólo 23.764 km2, más o menos como la Comunidad Valenciana, de los 783.562 km2 totales del país, lo que equivale a poco más del 3% del total. Sí, Turquía es bastante más grande que España, pero se supone que estamos hablando de Europa. Error que repite con Francia, puesto que en lugar de dar la extensión de su territorio metropolitano, 551.500 km2, incluye también a sus posesiones de ultramar, 643.801 km2 en total.


Propina

Al final del artículo aparecen varios enlaces que envían a otros de esta misma redactora. Uno de ellos es ¿Cuál es el único color que no aparece en las banderas?, publicado el 25 de abril de 2022 en el mismo periódico. El color es el morado -tampoco hay ninguna bandera con tonos de la gama del violeta-, con la excepción de pequeños elementos en los escudos -no en las banderas- de Dominica y Guatemala. Hasta aquí todo correcto. El problema aparece cuando añade, a modo de nota erudita, lo siguiente:


La bandera de España se caracteriza por los colores rojo y amarillo. Sin embargo, durante un tiempo en lugar del color rojo se encontraba el morado, concretamente en el momento de la República, hasta el año 1939.


Lo cual es una verdad a medias, puesto que la II República -no así la I, como podría deducirse erróneamente de la redacción- cambió el rojo por el morado sólo en la franja inferior de la bandera mientras la superior siguió siendo roja, modificando también la proporción de anchuras. Y tampoco explica con claridad el resto del párrafo:


Sin embargo, el color histórico de Castilla no era el morado, sino el rojo carmesí. Durante la Guerra Civil y con el bando franquista al mando, se cambió finalmente al rojo actual por este significado histórico.


Que tampoco resulta demasiado inteligible, ya que debería haber aclarado que en los antiguos estandartes castellanos el carmesí original fue oscureciéndose hasta convertirse en unas tonalidades purpúreas más que moradas, lo que confundió a los liberales del siglo XIX transmitiéndose su error a los republicanos. Por si fuera poco tampoco explica cual era este significado histórico, que no fue otro que el de rendir homenaje a la rebelión de los Comuneros que tuvo lugar a principios del siglo XVI, en realidad no de carácter antimonárquico -como arguyeron sus promotores- y ni siquiera opuesta a la entronización de Carlos V pese a considerarle un rey extranjero, sino contraria a que éste pusiera el gobierno del reino en manos de sus consejeros flamencos. Y es que las cosas, o se dicen bien, o mejor no decirlas.

Tirando del hilo me he encontrado con otros dislates geográficos salidos de la misma pluma -bueno, teclado-, pero prefiero no alargar demasiado el artículo, máxime cuando con lo anteriormente comentado se ha ganado con todo merecimiento el título de Gazapo de Honor con distintivo de oro. Que no es poco.


Publicado el 5-6-2022