“Expansiones” territoriales





El istmo del peñón de Vélez de la Gomera, una de las últimas adquisiciones territoriales españolas



Aunque por lo general los artículos que cazo para esta sección suelen ser fruto de la falta de cultura general que a modo de pandemia afecta a la profesión periodística y, por qué no decirlo, a buena parte de la población española, en este caso los tiros no van por ahí sino por lo que según todos los indicios fue la intención de epatar del redactor, pese a que lo único que consiguió fue incurrir en la pedantería más ramplona. Lo cual, bien mirado, es todavía peor que la simple ignorancia.

El artículo, titulado La última expansión de España antes de la lava de La Palma: Nootka, una isla en Canadá y publicado en el diario digital El Confidencial con fecha de 11 de octubre de 2021, describe un episodio histórico muy poco conocido, la expansión en tiempos de Carlos III de los territorios españoles de California por la costa del Pacífico hasta Alaska, que empezaba a ser colonizada por el imperio ruso. El conocido como Territorio de Nutka -no hay necesidad alguna de utilizar la grafía inglesa- era una vasta extensión de terreno que abarcaba los estados norteamericanos de Washington, Oregón, Idaho y parte de los vecinos Montana y Wyoming, así como una importante porción de la Columbia Británica canadiense.

Por desgracia la soberanía española fue efímera y sólo se concretó durante algunos años en el fuerte de San Miguel levantado en la isla de Nutka, junto al estrecho homónimo al sur de la isla de Vancouver, ya que las disputas con los ingleses y los rusos, que a punto estuvieron de provocar una guerra, motivaron su evacuación en 1795, renunciando España de facto a esos territorios.

Volvamos al artículo. Prescindiendo de algunos pequeños detalles tales como que el redactor se limita a hablar de la minúscula isla de Nutka sin mencionar siquiera al territorio del mismo nombre, que aunque en el título se la sitúa acertadamente en Canadá en el texto es desplazada a Alaska; que España sí intervino en la Guerra de los Siete Años, o que Estados Unidos no mostró el menos interés por unos territorios que quedaban entonces muy alejados de sus fronteras y separados de ellas por varios miles de kilómetros de posesiones españolas, el artículo no está mal del todo.

Pero, ahora viene la principal pega. Volviendo al título, nos encontramos con la sorprendente afirmación de que el terreno ganado al mar por el volcán de La Palma, unas decenas de hectáreas, sería la única expansión territorial de nuestro país con posterioridad al fallido intento de colonización de los remotos territorios del Pacífico Norte. Así, con dos narices.

Y no crean que la oportunista comparación aparece sólo en el título, quizá ni siquiera escrito por él, ya que el artículo comienza con esta rotunda afirmación:


“Nadie pareció darse cuenta cuando comenzó la erupción del volcán de La Palma de que la lava vomitada por las bocas incandescentes llegaría al mar conformando un nuevo territorio para la corona de España después de algo más de dos siglos.”


Y se quedó tan fresco, lo que le valió una lluvia de críticas de los lectores no sólo por los errores históricos ya apuntados, sino también por otros todavía más escandalosos. Para empezar, no resulta serio comparar la anexión de un territorio, a costa de un país vecino o mediante una expansión colonial, con la modificación del litoral costero bien sea por fenómenos naturales -terremotos, erupciones volcánicas- o por obras de ingeniería para construir puertos e incluso islas artificiales como las de Dubai, algo tan evidente que no creo que sea necesario explicarlo con mayor detalle.

Pero ni con esas. Prescindiendo del pequeño detalle que acabo de comentar, lo cierto es que el redactor no da una en el clavo. Por un lado, España sí tuvo expansiones territoriales de verdad con posterioridad al conflicto de Nutka, aunque no todas ellas llegarían a consolidarse. En 1801, tan sólo unos pocos años después, en el transcurso de la Guerra de las Naranjas se anexionó la localidad de Olivenza a expensas de nuestro vecino Portugal. En 1848 fueron ocupadas las islas Chafarinas. En 1860, tras la primera Guerra de África, se acrecentó el territorio de Ceuta y Melilla y se obtuvo la soberanía sobre el territorio de Ifni, aunque ésta no se hizo efectiva hasta 1934. España se asentó en el Sahara Occidental en 1884, y también a lo largo del siglo XIX consolidó su soberanía en los territorios de la actual Guinea Ecuatorial, cedidos por Portugal en 1778. Obvio al protectorado de Marruecos (1912-1956) ya que oficialmente no se trataba de una colonia, así como a la efímera ocupación de Tánger durante la II Guerra Mundial (1940-1945) por no haber sido ésta aceptada por las potencias aliadas. Como anécdota, cabe reseñar que a raíz de un terremoto ocurrido en 1930 el peñón de Vélez de la Gomera, un islote bajo soberanía española desde el siglo XVI, quedó convertido en una península tras el surgimiento de un istmo que desde entonces le une con la vecina costa marroquí, lo cual supuso un incremento, aunque mínimo, del territorio español.

En cualquier caso, y aunque de todas estas anexiones tan sólo se conservan hoy Olivenza, las ampliaciones territoriales de Ceuta y Melilla y las islas Chafarinas, está claro que la historia no parece ser el fuerte del autor del artículo. Ni tan siquiera la más reciente, porque entre el conflicto de Nukta y la actual erupción de La Palma hubo otras erupciones en la propia isla de La Palma que asimismo ganaron terreno al mar: la del San Juan en 1949 y la del Teneguía en 1971. No obstante en ambos casos la superficie ganada fue muy reducida, apenas un puñado de hectáreas, al igual que ocurre, al menos por el momento, con la erupción actual. De hecho, cabe suponer que la construcción de grandes puertos en diferentes ciudades españolas haya supuesto una ganancia territorial similar a la producida por la actividad volcánica, si no mayor.

Aunque interesante desde un punto de vista científico e histórico, la relevancia real de estos crecimientos naturales es, como cabe suponer, muy limitada, y sólo una interpretación oportunista puede justificar tamaña comparación con la expansión territorial de nuestro país a lo largo de la historia. Sí podría llegar a serlo el surgimiento de una isla en aguas territoriales españolas a partir de un volcán submarino, puesto que éstas se ampliarían automáticamente hasta las doscientas millas náuticas -trescientos setenta kilómetros- de distancia de las nuevas costas.

A punto estuvo de ocurrir con la erupción submarina de 2011 al sur de la isla de El Hierro, que originó un monte volcánico bautizado como Tagoro. Éste alcanzó una altura de 270 metros sobre el lecho marino, quedando su cima a tan sólo 90 de la superficie del mar. No obstante, en caso de que hubiera aflorado apenas habría afectado a los límites de las aguas territoriales españolas, puesto que la distancia que lo separa del litoral de la isla no llega siquiera a los cuatro kilómetros.


Publicado el 14-10-2021