Incompatibilidad vital





No siempre es posible retar a la muerte, tal como ocurría en El séptimo sello



Aunque el desaguisado apareció publicado en la edición digital de El Español del 22 de septiembre de 2019, sería injusto cargar con toda la responsabilidad a ellos ya que los verdaderos culpables del invento fueron, con toda probabilidad, quienes perpetraron la nota oficial de los servicios de emergencia, y no me extrañaría verlo repetido en otros medios de comunicación.

De hecho no es la primera vez que la oigo o la leo, por lo que al parecer la fraseceja ha hecho fortuna. Eso sí, tampoco se puede eximir del todo a los periodistas puesto que se limitaron a reproducirlo literalmente sin molestarse en corregirlo, como hubiera parecido obvio.

La noticia, titulada Ikka, la viuda asesinada por el hombre al que recogió hace dos meses de una calle en Mallorca, hacía alusión a un asesinato -por respeto no voy a entrar en detalles- en el que la víctima, pese a ser atendida por los servicios de emergencia, no pudo ser reanimada y falleció finalmente debido -copio textualmente- a que “sus lesiones eran incompatibles con la vida”. Lo cual, añado yo, era de perogrullo, ya que no sé de nadie que en la vida real haya logrado solucionar una incompatibilidad con la vida sin tner que morirse antes, con independencia de las circunstancias.

Sarcasmos aparte, lo que me llama la atención y, dicho sea de paso, me escandaliza es que se haya llegado a unos extremos tan absurdos en la ridícula moda de recurrir a eufemismos de todo tipo en vez de llamar a las cosas por su nombre, en este caso concreto diciendo que presentaba lesiones mortales sin necesidad de florituras retóricas.

Que, dicho sea de paso, era como se había dicho siempre hasta que nos invadió la majadería de la corrección política y se puso a tocarnos las narices o, dicho en jerga guay, a generar sensaciones táctiles no del todo agradables en el interior de las fosas nasales... o algo por el estilo.


Publicado el 23-9-2019